Caralvá
“Enemigo interno”… esas palabras pronunciadas en este momento no tienen ni el menor asomo del significado de años anteriores.
Esas palabras: “enemigo interno” eran un estigma para los partidos políticos democráticos o la política internacional, no obstante ante un cruel acontecimiento sucedido en Guatemala, “el enemigo interno” disfrazado en crimen organizado y narcotráfico se encuentra en alguna parte del territorio centroamericano.
Hasta hace unas semanas pensé que la realidad de Colombia era una lejana zona de combates, con tal extensión de territorio que los grupos en armas pueden pasar 20 o 30 años en plena selva si lo desean. Ahí pueden envejecer muchos, unos jurando luchar contra el régimen en zonas sin gobierno, ni leyes; otros combatiendo a otros y terceros bandos combatiendo a todos, como en Cien años de soledad las luchas pueden ser interminables, uno de estos bandos pueden ser los poderosos carteles de narcotraficantes.
¿El Salvador y Guatemala se han convertido en nuevas zonas de “influencia” de los narcotraficantes?
Durante años algunas personalidades denunciaban que el cáncer de las drogas invadía diversas estructuras de la sociedad, abriéndose paso a lo largo de los horizontes sociales, sin restricción alguna, pero nadie se lo tomaba en serio.
La muerte de nuestros compatriotas en forma grotesca, con actos brutales y similares a los más crudos eventos de la guerra civil, tienen la connotación divulgada por las propias autoridades de una “fatal equivocación”, que calificó a los diputados de narcotraficantes disfrazados de diputados del PARLACEN.
Parece que al identificar a una persona con ese calificativo, el victimario tiene toda la potestad para hacer lo que se le venga en gana sin dar explicaciones a nadie.
Esta condición es grave para las naciones, porque el origen de la acusación puede ser una autoridad “legal”, ante la cual los ciudadanos deben obedecer.
Así los acontecimientos, en la muerte trágica de los diputados fueron elementos de la policía los que ejecutan esa macabra acción, cumpliendo “supuestas órdenes”, pero con la debida licencia para matar a quien sea.
Aún es muy temprano para conocer todas las implicaciones del trágico acontecimiento, pero sea cual sea la razón, la cadena de asesinatos nos ilustra sobre esta zona de “influencia” del narcopoder.
Podrá creerse que Guatemala es un caso aislado, a lo mejor vivimos en un nuevo mapa narcogeográfico y no lo sabemos.
Durante años, diversos sectores de la nación se pronunciaron contra la expansión del crimen organizado y el narcotráfico, ahora es el momento de calificarlo como enemigo interno, porque si bien el trágico acontecimiento fue en Guatemala, acá no vivimos en una isla inaccesible con fronteras inexpugnables, la unión de la sociedad al menos puede impedir el avance del mal, en sus diversas formas.
Ante tan cruel acontecimiento, es el momento de la unidad y la acción social para defender la institucionalidad y sus mecanismos legales en democracia, para que no sucedan nunca y en ninguna circunstancia.
http://www.diariocolatino.com/opiniones/detalles.asp?NewsID=3394
muerte de diputados
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Enemigo interno