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TLC: no es el cielo proclamado, ni el infierno profetizado

Caralvá

La nueva cultura política exige competitividad, el estudio de realidades demostrables en América Latina con el TLC en los últimos 10 años nos pueden ahorrar tiempo en discusiones superadas históricamente. Son conocidas las eliminaciones de manera unilateral de las barreras de comercio. Cabe destacar la experiencia mexicana en ese período con la vigencia del acuerdo bilateral de comercio con los Estados Unidos (NAFTA).
El excelente trabajo: Los efectos sociales del TLC del Profesor Alejandro Gaviria de la facultad de Economía, Universidad de los Andes, nos ilustran sobre el tema.
La liberalización comercial de América Latina de mediados de los años 80 y 90, redujeron los aranceles para reorientar la oferta productiva hacia las exportación y aumentar la productividad con la resultante del crecimiento económico. Cabe destacar que existieron reformas en las áreas financieras y tributarias, además de la privatización de empresas estatales.
Para medir los efectos de esta liberalización sobre la desigualdad y la pobreza, los autores: J. Berhman, N.Birdsall y M. Szekely en el año 2001, utilizaron una encuesta de 93 hogares en 17 países latinoamericanos. Los resultados son: “la liberación comercial no parece haber tenido efecto discernible sobre la desigualdad. Si acaso, el efecto marginalmente progresivo, esto es, la liberalización disminuyó levemente la concentración del ingreso”. En cuanto a la pobreza, el estudio llega a una conclusión similar: “los efectos de liberalización también fueron menores”… la liberalización no solo no afectó la distribución sino que tampoco afectó el crecimiento económico. En otras palabras la liberalización no incidió sobre las causas primordiales de la pobreza urbana: el desempleo, la informalidad y los bajos ingresos.
En nuestras palabras: no es el cielo proclamado, ni el infierno profetizado.
En México ha pasado más de una década desde la firma del tratado de libre comercio con Estados Unidos. Dos crisis se profundizaron en México, la primera en 1995 conocida como la crisis del tequila, que afectó los empleos de la industria no maquiladora y años después (2001), la industria maquiladora que ha caído de manera importante.
Lo paradójico es que los empleados y desempleados en estos períodos, tienen la misma proporción, afirmando los académicos que la industria manufacturera no maquiladora no ha cambiado radicalmente en México después de la aprobación del NAFTA.
El estudio: NAFTAs Promise and reality: lesson from México for the Hemisphere. Carnegie Endowment for international Peace. Polasky et al 2004, se afirma: “ la industria maquiladora mexicana generó: aproximadamente 600 mil empleos con posterioridad a la aprobación del NAFTA, pero este mismo estudio señala que en la agricultura se perdió entre 600 y 700 mil empleos después del NAFTA”, de modo que tampoco pasó nada.
El autor anota que la liberalización funcionó, pero la rigidez laboral y los problemas financieros hicieron fracasar una estrategia acertada.
En Colombia, los expertos señalan que el TLC generará menos empleos que los proyectados por los voceros oficiales, con una tendencia similar a México.
En conclusión: el TLC no resolverá el problema del empleo y una segunda conclusión: el TLC no profundizará las dificultades sociales.
Creo que es tiempo de ahorrarnos un poco de tiempo, con la experiencia de otras naciones.

http://www.diariocolatino.com/opiniones/detalles.asp?NewsID=2527

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