Caralvá
Un pastor evangélico me comentó que a su iglesia también han llegado los miembros del crimen organizado a cobrarle: “renta”.
Para ello envían a una jovencita que exige diligentemente la cuota mensual.
“Sabemos su dirección, la de sus familiares y la rutina de sus hijos” –le dijeron-, desde entonces he pagado, por seguridad, pero no podré seguir haciéndolo por mucho tiempo.
Si me preguntan sobre la denuncia, lo pienso, porque también la Policía genera desconfianza con muchos de sus malos elementos que propician la distancia con la ciudadanía.
No sabemos en quién confiar, la confianza básica ciudadana, esta rota.
Al final Dios también paga renta.
Las cantidades de historias sobre estas infames condiciones son repugnantes, el aumento de la criminalidad esta generando niveles de corrupción, violencia e incluso un clima que propicia la inestabilidad política.
Nuestro país se debate entre ásperas realidades como punto de transbordo de drogas y refugio de organizaciones con redes de prostitución y una serie de vicios, donde los trabajadores integrados a la economía con horarios y salarios, con valores sociales del siglo XX ahora parecemos corderos de pascua, ante estos seres criminales.
La imaginación no alcanza para visualizar el entramado de toda esta conspiración, pero la Historia si, existen algunas similitudes con otros períodos históricos, que son parecidos al avasallamiento feudal, la condición de siervos dentro de estos territorios (de los señores feudales), la condición de esclavitud colonial, el tráfico de esclavos en la época mercantilista etc., donde no existen los derechos humanos para los vasallos, ni esclavos, ni siervos…pero en nuestro caso, parece que el narcopoder fragmenta los cimientos de la República, porque no existe una respuesta ciudadana, ni la eficiencia de los organismos creados para responder ante tal amenaza. Estos sujetos han creado un ejército de chicos menores de edad, que usan para todo, desde recoger rentas, drogas, mensajería, prostitución etc… hasta la condición infame del sicariato. Las acciones tradicionales no pueden responder a este evento, porque nuestras leyes en muchos casos pretenden conservar valores, cuando es el mercado capitalista el que se debe modernizar. Ahora parece que el mejor negocio en El Salvador es el narcotráfico, el lavado de dólares y la extorsión, ese mercado es el que está generando todos los crímenes, ese es el mal. El mal es un sistema de fuerzas productivas y relaciones de producción narcocapitalistas, que está destruyendo nuestro sistema productivo. Históricamente han existido respuestas al iniciar un modelo diferente, pero usualmente el choque entre los sistema es brutal, es sangre a mares… La sociedad ha comenzado a crear leyes contra el narcotráfico y también es necesario controlar el narcocapitalismo. El narcotráfico produce el absurdo de la acumulación dineraria instantánea, destruyendo todo el principio del valor tradicional de trabajo asalariado, de esta manera el narcotráfico es anticapitalista, porque destruye el modelo con antivalores y crea falsas economías. El narcotráfico es parecido al alcohol, a los cigarrillos a otras drogas toleradas socialmente, las cuales tienen reglas y restricciones.
No hay soluciones mágicas. Por el momento: Dios paga renta, pero al final… serán ellos los que pagarán todas sus deudas juntas.
http://www.diariocolatino.com/opiniones/detalles.asp?NewsID=3024
Comentarios
Bonsoir, Caralvá:
Buen análisis, fino humor... Se os saluda.