Caralvá
Las lecturas de las realidades políticas en Latinoamérica, son categóricas en relación a los cambios sociales. Podemos afirmar que existe un cansancio de los modelos tradicionales conservadores (con sus severos vicios: impunidad y corrupción) en su esquema clásico de gobernar. El resultado de las gestiones de modelos conservadores ha provocado frustraciones y resentimientos sociales, no solo en los sectores pobres, sino también en la derecha moderada. En El Salvador a pesar del avance contra la corrupción, continúa visible el lastre de funcionarios indeseables en diversos poderes estatales, el problema es de tal magnitud que parece fuera de control.
En Nicaragua los gobiernos conservadores hicieron de la corrupción un modelo para enriquecer a miembros de sus partidos y cometieron la torpeza de no reconocer sus errores, al final el resultado es el triunfo del Frente Sandinista, que tiene una segunda oportunidad de no repetir la misma experiencia de hace 20 años.
De igual forma en Brasil Ignacio Lula da Silva, su administración fue empañada por la corrupción, pero Lula reconoció el error y lo combatió, el resultado: un brillante triunfo electoral.
En El Salvador, son pocos los motivos para alegrarnos, la violencia parece un corcel desbocado o más urbanamente, la violencia es un auto a 200 kms/hora sin frenos, pero en nuestro horizonte aparece una curva inminente (la opinión pública)… sabemos cual es el resultado.
Los cambios políticos en Estados Unidos poco pueden transformar nuestra realidad de pobreza, pero inciden en los modelos económicos, la política interna, las migraciones, etc. La actual administración inicia la construcción de una muralla (The Wall) que provocará prisioneros de conciencia, ha propiciado las deportaciones masivas de delincuentes hacia nuestra nación, continua la guerra en Iraq con falsedades, además el Efecto Foley daña la ética y credibilidad moral de los republicanos. Ahora los pensadores conservadores lanzan las campanas al viento, condenando la desunión de la derecha, condenando la corrupción causante de los males en la reciente derrota electoral nicaragüense, aprenden aritmética al hacer cuentas de sus candidatos “divididos” y nos muestran que suman más que el Frente Sandinista todo esto… post morten.
El éxito de Lula da Silva es gobernar sin partido político, ha tomado decisiones incluso en contra de su partido, gobierna para Brasil, de ahí que sus acciones son apoyadas por liberales y conservadores, como bien lo afirma su lema: “Brasil para todos”.
El éxito del Frente Sandinista se debe al agotamiento de la derecha, a ella le debe el triunfo.
En nuestra nación existen signos de severa incapacidad para resolver los problemas más sentidos de la población, no los enumeraré por respeto a la inteligencia popular, de igual forma no esperemos que las soluciones a la violencia del crimen organizado sean post morten.
Los resultados electorales de Estados Unidos marcan las tendencias de la opinión del pueblo norteamericano: rechazo a la guerra en Iraq, repudio al escándalo ético (M. Foley) en el Congreso, construcción del Muro fronterizo, política internacional desastrosa etc. Estos cambios muestran el peso de la historia, porque la memoria de tantos vicios se convierte en opinión pública negativa, los electores (latinoamericanos y estadounidenses) no esperan un consuelo post morten y dulcemente se cobran con votos… la amargura de tanto desatino.
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