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El pastor y el financiamiento extranjero

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Caralvá

Vivimos una realidad de imágenes, en ocasiones vivimos más de imágenes. La realidad se convierte en percepciones. En pocas palabras: “imágenes y apariencias”, pero con una potenciación instantánea: los medios de comunicación.
Cada historia en una precampaña política, implica la creación y recreación de personas dedicadas a reproducir esquemas de comunicación que alimentan las percepciones de las multitudes, alimentan euforias y tristezas, crean héroes y demonios; condiciones nada nuevas en los esquemas mediáticos, pero estas figuras se acrecientan en los tiempos de precampañas o campañas electorales.
Los receptores adoptan patrones generales de estas especies divulgadas sin prueba alguna, pero tras este telón artificial, algunas instituciones conservadoras no actúan como pasivos divulgadores de infundios sino en plena complicidad política.
Muchas de estas acciones son el preludio de otros planes mejor articulados que muy pronto comenzarán a divulgarse, en el marco general de ganar la campaña presidencial, siembran infamias. Este marco de comunicación tiene por objetivo la destrucción de la confianza política y un valor que entrará en crisis es la “paz social” puesto que existe violencia de imágenes que orientan la conducta de las multitudes, el resultado no puede ser más que odio contra los adversarios políticos.
Pero todo el esquema mediático busca a un héroe salvador de todos los males, un héroe que permitirá la construcción o en su caso la continuidad de “su bien social”.
Extraño escenario, así viviremos los próximos meses, donde la imagen y la palabra trabajan a favor de un solo señor: el poder político.
¿Qué valores pueden ser la guía para entender el entramado mediático?
Primero nuestro trabajo. Esta palabra define la relación de nuestras familias y las condiciones sociales donde pasamos día con día. Ante la imaginaria explosión negativa de los mensajes mediáticos cabe afirmar que difícilmente podemos descender más en la precariedad de los empleos actuales, excepto las empresas que reportan ganancias superiores al EBITDA de 51% sobre el ejercicio del año anterior, las demás, no tienen buen pronóstico, ante la recesión económica y los pronósticos de los siguientes meses. El trabajo y los valores sociales que aún conservamos nos hacen prever que aunque nos afirmen que seremos más pobres por un esquema social, no tenemos más alternativa que continuar trabajando como hasta el día de hoy, sin temor alguno.
Otro valor que nos orienta ante esta situación es la Historia y aunque para muchos, la Historia sea lo mismo que papeles muertos, la historia personal es la que acompaña a los ciudadanos en estos tiempos, esa historia que optó por una nación en democracia.
Existe otro parámetro que nos puede orientar en estas condiciones, es la cultura popular, la misma que ante la intoxicación mediática que nos habla del paraíso social que vivimos, el clima de inseguridad e inestabilidad laboral acecha nuestros hogares y la familia.
Si nos hablan de financiamiento extranjero para campañas políticas y nos piden creer este cuento, en realidad es la misma fábula de Esopo: El pastor y el lobo…se repiten tantas mentiras que nadie las cree, incluso si lo hacen de rodillas… y eso fue escrito hace miles de años.

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