Los judíos son inocentes[1] El padre A, me explica sobre el movimiento de cambio en la Iglesia, –piensa Emilio–recuerdo su voz, como emerge enérgica en el viejo cuerpo de aquél sacerdote, el siempre recuerda al Concilio Vaticano II. -Mira Emilio –me dijo–, ¿vos sabes que el diablo también es racista? -No, ¿por qué? -¿Has visto alguna vez a un Demonio Blanco? -En mi vida padre. -Bueno hijo, esa –se detuvo un segundo–, esa tontería es un mito, el demonio siempre es negro. Muchas de esas posiciones son producto de la herencia ancestral de viejos pensamiento retardarios. -Pero, ¿cuál es la solución?, -De hecho hijo, no representar al Demonio ¿si es que Dios necesita de él? A mi nodo de ver hijo, –afirmó– Dios no necesita de ayudas diabólicas para confirmar su existencia, pero eso depende del Mando del Vaticano. Aquél digno Papa Juan XXIII, devolvió a la Iglesia su carácter por los pobres. -Pero ¿Qué hacer?, -Mira, déjame explicarte aún más, existe un elemento que lacera mis inquietudes pastorales, que ha sido inculcado a fuego a miles de cristianos, es el odio mortal por los judíos, ese elemento no es cristiano, no es nuestro, cuando Méndez Arceo un diciembre de 1962 propuso que debíamos eliminar la absurda acusación a los judíos del asesinato de Jesucristo y establecer relaciones amistosas con los masones que fueron excomulgados por Pío IX y León XIII, me conmocionó; -dijo el viejo sacerdote–, porque al eliminar ese elemento ideológico encontramos la paz, ellos al final son hijos de Dios, nuestros hermanos –concluyó –. -Eso me confunde Padre –le dije sorprendido–, pero siento que el viejo se desprende de sus últimos motivos de agresión contra los judíos y los masones. -Mira Emilio, voz debes comprender que lo terrestre de la Iglesia es su poder, su necesidad de sobrevivir, muchas veces en clara alianza con las fuerzas más oscuras del planeta. Fíjate a veces necesitamos estar viejos para comprender, que muchos de los seres que nos han enseñado a odiar por los siglos son humanos como nosotros, los judíos también son como nosotros, aman mucho y ¿Qué culpa tienen de ser judíos?, imagínate vos si no es acaso semejante al problema de haber nacido negro en Sudáfrica. No es accidente que Juan XXIII se negara a condenar la Revolución Cubana, a pesar de las presiones de los sectores más recalcitrantes de la Iglesia. -Pero eso no lo han publicado –le repliqué– -Por supuesto que no, tampoco son babosos, ja, ja, ja… -¿Quiénes? -A vos Emilio te falta mucho de viejo y de golpes, para que te ¡avives!, la Iglesia como tal es una organización tenés que estar metido en sus entrañas para comprender, los juegos de poder… –guardó silencio y vio a su alrededor, conspirando –; la Iglesia también tiene un Ministerio de Seguridad. -¿Ud. Pertenece a esos esquemas? -Vamos Emilio –con todo de reclamo y de agresividad–, tampoco es confesión, debes de comprender el cuerpo de la Iglesia, es dirigida por un hombre usualmente que bordea los 70 años, que cargan con toda una serie de arteriosclerosis, toda una formación extraña al mundo, fíjate que es un Reino donde no se trabaja, no existen industrias y fantástico tampoco existen matrimonios, no hay nacimientos; bueno te voy a decir que esto último no es regla, muchos colegas tienen sus sobrinos que son más hijos, que ellos tíos, en fin eso es secundario. -¿y qué propone? -Para mí el retorno a la línea de Juan XXIII, con su discurso de inauguración del Concilio Vaticano II, eliminar la política de excomuniones y también eliminar los profetas del infortunio… -Pero no es claro, se deben pronunciar contra el Imperialismo, el neocolonialismo y el racismo. -Es muy fácil decirlo, pero debes de comprender que con sólo que eliminemos esos perjuicios contra los judíos, los masones, los gnósticos, absolver a Judas de todo pecado y canonizarlo... es un logro gigante contra la violencia, ignorancia y superstición... además proclamar que los filósofos griegos son “precristianos”… es reconocerles su magnífico aporte en toda nuestra dialéctica. (Fragmento de la novela: La primavera salvadoreña, recuerda España. Pág 293)
[1] El 17 de enero 2010 el Papa Benedicto XVI visitó la principal sinagoga romana; 24 años antes Juan Pablo II , había sido el primero en visitar un templo judío.
[1] El 17 de enero 2010 el Papa Benedicto XVI visitó la principal sinagoga romana; 24 años antes Juan Pablo II , había sido el primero en visitar un templo judío.