Caralvá
Durante muchas décadas desde el siglo pasado era ciencia ficción separar el Poder Ejecutivo del Partido Oficial, de tal forma que el Partido era el gobierno, con toda la extensión de funciones, privilegios, distribución de cargos, etc. no existía diferencia alguna entre un funcionario público y su calidad de miembro de un partido político.
El simple ejercicio de la memoria nos permite identificar a los gobiernos con sus colores sin distingo alguno del partido en el gobierno, era Partido-Gobierno, no era Partido Político y Gobierno, el resultado de esta unión no distinguía entre aciertos y fallos, entre corrupción de funcionario y corrupción de Partido, de tal forma que todo el peso de esos tremendo errores con nombres y apellidos era firmado por el Partido en el poder, pero también existían extensiones de ese ejercicio erróneo, en años recientes varios presidentes del antiguo partido en el gobierno no distinguía entre hacer política oficial como Primer Ciudadano de la República y presidir asambleas partidarias, tampoco sus funciones eran diferenciales entre asistir a eventos con sectores de la nación y conjugar llamados a favor del voto partidario, no existían distingos entre pronunciarse contra sus adversarios políticos, etc. los miembros del gabinete de gobierno a su imagen y semejanza ejercían funciones similares, privilegiando a los miembros de su partido y condenando a todo adversario de cualquier aspiración laboral; el ejercicio de esta anormalidad permitió que muchos empleados gubernamentales bajo su calidad de miembros de un instituto político trabajaran a “discreción” durante años, si hacemos un breve repaso sobre dichos acontecimientos, nos alcanza para una enciclopedia, si dudan de ello podemos indicar las denuncias de algunos ministerios y las irregularidades encontradas.
La unión Gobierno-Partido también afectó la promoción de profesionales en cargos de dirección institucional, la simple sospecha eliminó la posibilidad de ascenso y frenó la movilidad social de amplios sectores muy valiosos, la irradiación de esa visión deforme también fue una política comercial, bajo el otorgamiento de contratos a empresas “amigas” y excluyendo a los enemigos o sospechosos, así entre compadres y miembros los negocios son muy favorables, la saga de muchos retrasos o proyectos fallidos puede encontrarse en proyectos con “pérdidas inexplicables”.
Existe un rosario de nombres de funcionarios de gobiernos pasados, los cuales fueron acusados de corrupción pero nunca fueron juzgados por ningún delito, el daño a instituciones aún es lamentado por los actuales funcionarios.
En otros aspectos la unión de Partido-Gobierno fue de tal magnitud en el sistema financiero que algunas entidades terminaron en la quiebra, al igual que el enriquecimiento inexplicable de otras familias etc… todo fue perdonado por la calidad de miembro del partido bajo la complicidad del aparato del Estado, al final no existió separación alguna, la reincidencia y la corrupción fue tan visible, que después de décadas la ciudadanía se cobró en las urnas electorales aquellas ofensas a la inteligencia de la ciudadanía.
Ahora al menos la separación del Poder Ejecutivo y Partido Político tiene la virtud de diferenciar entre personas y miembros del partido, de tal forma que se puede distinguir entre Política de la República y política partidaria, se puede distinguir entre proyecto de la nación y propuestas partidarias para un quinquenio, al igual que toda la transparencia en el ejercicio público para otorgar proyectos. Este logro es una verdadera diferencia con el pasado.