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crimen organizado

  • No al expansionismo del crimen organizado

     

     

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    César Ramírez

    @caralvasalvador

    Parece que la campaña política (en referencia al tema de seguridad pública) sigue en tiempos postelectorales, aquellas expresiones de diversos tonos, con una divulgación masiva de mensajes partidarios dañaron la credibilidad de muchas personalidades. La seguridad nacional fue lesionada gravemente cuando se removieron a los militares retirados de sus puestos de mandos por un mandato constitucional, este concepto pesa ahora más que antes, por lo menos tenemos a quién atribuir la escalada de violencia que vivimos, al menos ahora observamos severas diferencias: aumento de asesinatos, ataques a miembros de la Policía Nacional Civil, incremento de violencia armada contra ciudadanos indefensos, matanzas de familias, uso de armas de fuego exclusivas del ejército, etc. No obstante, antes de la declaración de inconstitucionalidad existían resultados visibles, había el innegable evento de la disminución de la violencia, desafortunadamente al politizar el tema de seguridad y con el objetivo de ganar votos para un partido en lugar de pensar en la nación, aquella iniciativa culminó en la ruina actual. Ahora podemos discutir con resultados.  La ciudadanía tiene cansancio de lamentarse por tanto luto, mientras el número de víctimas crece, la realidad que vivimos no puede dejarse en manos únicamente de los políticos y personajes dignos de una novela de García Márquez jamás escrita: “de las maras y otros demonios”, después de tantos lamento, ¿por qué no preguntan a las víctimas los procedimientos a seguir?, ¿preguntemos a los familiares qué acciones tomar?, la definición de estos actos tiene nombre: TERRORISMO. Estos señores del mal, son muy afortunados por habitar este territorio centroamericano, imaginemos que tratamiento tendrían en una nación de primer mundo, pero si esto es demasiado, pensemos el tratamiento hacia los terroristas en cualquier nación de Asia, para no ir demasiado lejos, ahí está Sudamérica… el juego político electoral, pre-electoral, postelectoral, pretende ser la moneda de cambio por el ascenso de algunos personajes fracasados hacia el parlamento salvadoreño por el tema de la Seguridad, pero las soluciones han sido escritas hace mucho en naciones como México, Colombia, Estados Unidos que saben muy bien aplicar los procedimientos antiterroristas. Si recordamos la Historia del siglo pasado, llenaríamos páginas de sangre por acusaciones similares, que no vale la pena mencionar.

    Las soluciones deben ser de la misma naturaleza que los delitos contra la población civil, no se puede combatir el terrorismo con campañas electorales, ni promesas, ni relatos de héroes contra dragones, debemos reformar la constitución, defender a la Policía Nacional Civil con leyes que protejan su accionar, aumentar la capacidad de la represión legal, eliminar cualquier defensa jurídica a los sujetos identificados de cometer actos terroristas, nuestra democracia no sobrevivirá a la negligencia jurídica de quienes odian la paz social a nombre de un partido político, cuando la nación somos todos. En democracia podemos encontrar soluciones, pero debemos reaccionar ya, no es posible imitar Arthur Neville Chamberlain, que permitió el expansionismo nazi a nombre de la paz, este podría ser nuestro destino: “permitir la expansión decisiva del crimen organizado y el resultado será la destrucción nacional”.

     

    www.cesarramirezcaralva.com

  • La ley versus el crimen organizado

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    Caralvá

     

    En estos momentos difíciles en todo el horizonte nacional, la Ley Antipandillas se convierte en un instrumento más del arsenal de la sociedad civil versus la acción constante de grupos dedicados a delinquir, acción aclamada por los ciudadanos honrados que poco tienen en su defensa ante la intemperie de esas agrupaciones del mal.

    La Ley no es el final del camino, es apenas el inicio de un largo camino para reorientar a mucho jóvenes que transitan por el sendero equivocado y aunque las palabras “se las lleva el viento” la esperanza  de la sociedad salvadoreña tiene más alcance que muchos discursos temporales, al igual que la férrea voluntad nacional de no ceder ante las amenazas delictivas.

    La sociedad ha iniciado diversos proyectos durante años anteriores para cambiar esta amenaza las pandillas, esfuerzos auténticos de corregir el desvío de muchos jóvenes mal orientados, pero la realidad parece negar todo intento de re-educación ¿qué podemos hacer para cambiar el rumbo de esta condición? En realidad no existe respuesta única, sino un complejo de experiencias de otras naciones con modelos exitosos pero que han requerido de gran apoyo gubernamental, iniciativa privada, sociedad civil e instituciones humanitarias, participación ciudadana; además como si fuera poco los programas de cambio de alimentos por armas y otras especies han contribuido significativamente al avance de pacificar zonas urbanas en otras naciones.

    El conjunto de las agrupaciones ilícitas parece nutrirse de un combustible exterior: las drogas y el narcotráfico, en este rubro la tendencias internacionales parecen coincidir en que no existe mejor tratamiento que construir una sociedad de naciones para unir esfuerzos que coincidan en el tratamiento de este flagelo, la gama de tratamientos es un mosaico de acciones que van desde apoyo logístico, hasta bases militares.

    El conjunto de las anteriores acciones también se acompañaron de reintegración para exconvictos que demanda mucha especialización y prolongados modelos de vigilancia, no obstante han logrado significativos avances en aquellas sociedades de primer mundo.

    Nuestro caso sobre el tratamiento de este fenómeno social, tiene el defecto de considerarse político, casi un tema electoral, cuando en realidad el combustible inicial de este cáncer excede los intereses de los partidos políticos, silenciosamente la presencia de las drogas se convierte en una experiencia cotidiana, de ahí parte la descomposición de los jóvenes.

    Nuestra sociedad no lucha contra los jóvenes,  nuestra democracia tampoco tiene como objetivo incrementar la violencia en todos los niveles, mucho menos cerrar los espacios de reintegración de sus miembros, prácticamente las leyes responden al modelo delictivo, pero también pueden en su momento proponer modelos de promoción social.

    Así las leyes son un componente del conjunto social y no únicamente el sector gubernamental, implican a los sectores sociales estratégicos principalmente y la Iniciativa Privada, puesto que el objetivo no debe confundirse con el triunfo o fracaso de una administración,  sino como el avance nacional hacia el desarrollo y la democracia, de esta forma unimos a la nación sobre cualquier amenaza interna o externa.

    www.cesarramirezcaralva.com

     

  • Unidad ante el crimen organizado

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    Caralvá

     

    ¿Qué pretenden los criminales que ejecutan a  ciudadanos indefensos? Acaso enviar el mensaje que tienen el poder en sus manos, que pueden hacer lo que deseen impunemente o son dueños de las ciudades y todas las personas, pues de ser así están equivocados. 

    Si su objetivo es demostrar que no existe gobernabilidad y sus fechorías quedarán impunes están  totalmente errados, lo único que propiciarán será elevar la gobernabilidad porque la república concentrará las decisiones bajo niveles superiores de seguridad nacional y en ese momento no existirán leyes que cubran delitos de sospechosos.

    Tal vez el estado conservador de nuestra sociedad se deba a los niveles de horror presenciados durante la guerra civil, pero de la misma manera la república en conjunto puede reaccionar reclamando justicia y aplicándola a su favor, al elevar los niveles de Seguridad Pública se eliminarán algunos derechos ciudadanos por mucho tiempo, el tiempo suficiente para controlar la violencia.

    Las acciones terroristas pueden contrarrestarse bajo diversos mecanismos democráticos, si estos fallan, la historia demuestra los niveles de algunos Estados que no les tiembla la mano para demostrar su poder con toda la crudeza necesaria para disuadir a los opositores, pero eso no es deseable.

    En nuestro caso, luego de los sucesos de mejicanos del pasado domingo 20 y superado el estado de estupor por la matanza, recobramos conceptos que pueden salvar a nuestra nación de esta agresión del crimen organizado, primero: la unidad nacional en identificar un enemigo común, esos enemigos son los que se amparan en las asociaciones ilícitas; un segundo punto a impulsar debe ser el abandono de banderas ideológicas ante tan grave amenaza; tercero calificar estos horrendos crímenes como terroristas de igual forma que sus organizaciones, iniciando un largo proceso de conjugación con fuerzas nacionales e internacionales  para impedir el avance de estos delitos terroristas.

    La unidad Nacional debe dar muestras visibles en la clase política, eso constituirá las bases de la nueva estabilidad indispensable en momentos tan trascendentales, donde la seguridad nacional esta a prueba. 

    Es sorprendente  y patético que en medio de la tragedia algunos políticos acusen a los adversarios de la tragedia, ya sabemos a que sitio conducen las interminables discusiones, solo nos llevan a la parálisis de acción hacia los intereses nacionales, por esta razón al menos en este caso de terrorismo,  la unidad nacional debe ser manifiesta.

    Finalmente las acciones terroristas deben ser perseguidas hasta los autores intelectuales, se debe llegar a los principales responsables de esta barbarie.

    No podemos cambiar la tragedia, quizás solo alentar la esperanza ciudadana que no vuelva a suceder, si la unidad nacional se concreta de inmediato.

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