Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

solidaridad

  • Solidaridad con la PNC y Ejército

    Solidaridad con la PNC y Ejército

    César Ramírez

    @caralvasalvador

    Las estructuras criminales que actúan en nuestra nación no pertenecen a las normas jurídicas de la guerra civil, sino a organizaciones delictivas fuera del marco constitucional de la sociedad democrática; toda la lectura de este fenómeno debe enfocarse hacia su rehabilitación o exclusión de la comunidad jurídica.

    La Constitución de la República es clara en su artículo 74. Los derechos de ciudadanía se suspenden por las causas siguientes: 1 Auto de prisión formal; 2 Enajenación mental; 3 Interdicción judicial; 4 Negarse a desempeñar, sin justa causa, un cargo de elección popular; en este caso, la suspensión durará todo el tiempo que debiera desempeñarse el cargo rehusado. Y en el artículo 75. Pierden los derechos ciudadanos: 1 Los de conducta notoriamente viciada; 2 Los condenados por delito; 3 Los que compren o vendan votos en las elecciones; 4 Los que suscriban actas, proclamas o adhesiones para promover o apoyar la reelección o la continuación del Presidente de la República, o empleen medios directos encaminados a ese fin; 6 Los funcionarios, las autoridades y los agentes de estas que coarten la libertad del sufragio. En estos casos, los derechos de ciudadanía se recuperarán por rehabilitación expresa declarada por autoridad competente.

    El marco constitucional posee límites dentro de la sociedad democrática, la cual después de la guerra civil enfrenta estructuras organizadas que se mimetizan dentro de la legalidad vigente, cometen felonías y actos que violan los derechos de los ciudadanos dentro de la constitución, por ejemplo: usurpar espacios municipales ahogando a los comercios legales, coaccionar a empresas al pago de rentas, divulgar rumores terroristas, comerciar productos de dudosa procedencia, distribuir drogas, cometer asesinatos contra mujeres, ancianos, niños, etc., fuera de todo marco de derechos humanos y que usualmente esa arbitrariedad es un acto terrorista.

    Cuando acontecen los eventos trágicos del 15 de marzo de 2017 con seis asesinatos en el Mercado Central y nueve pandilleros más, mueren la madrugada del día 16 de marzo, con la característica que todos pertenecen a organizaciones ilegales, se hace visible la estructura armada que oprime a los sectores comerciales de esa zona, al igual la impunidad cuando ejecutaron a mujeres y niñas, e incluso una con cinco meses de gestación…

    Me parece que esta realidad es un combate entre la institucionalidad de la República y las organizaciones irregulares armadas, con el grave riesgo que estas acciones puedan ser manipuladas por objetivos políticos… la peligrosa asociación entre políticos con estructuras criminales puede enfilarse al asesinato de los miembros adversarios de la clase política.

    Nuestra sociedad ha rebasado el nivel de polarización, el nuevo fenómeno es el hecho que algunos miembros de la clase política poseen nexos con el crimen organizado, por ejemplo en el momento electoral: reuniones con capos, oferta de cargos en ministerios públicos, prebendas carcelarias, concesiones de territorios virtuales, promociones de acciones requisando DUI, etc., ¿ha sido un accidente el evento de los crímenes en el Mercado Central?

    La ciudadanía trabajadora aplaude el despliegue de la policía, ejército y miembros de seguridad en esa zona, son los policías y los soldados la primera línea de defensa del pueblo trabajador.

     

     

  • Solidaridad con Boston

    18ABR013 Esculturas en arenas.jpg

     

     

     

     

    Caralvá

     

     

     

    La calificación de terrorismo se puede enmarcar en el siguiente concepto: “Es un acto de violencia indiscriminado, desesperado y sin control, contra objetivos civiles, religiosos, políticos, que no distingue edad;  los autores pueden tener o no, filiación política, religiosa, cívica, supremacista, etc.,  y actúan al margen de las leyes nacionales e internacionales..”  Estas acciones de grupos legales e ilegales,  incluso de naciones son usadas como armas políticas.

     

    Las acciones violentas que observamos en el Maratón de Boston, causan indignación a nivel mundial, como lo provoca cualquier acción de esa naturaleza en diversas naciones del mundo. La historia internacional identifica estos fenómenos sin distinción de pueblos, la secuencia de estos incidentes en ocasiones son producto de intervenciones de una nación en otra, pero es sintomático que usualmente suceden en pueblos con crisis políticas, con luchas étnicas, con profundas diferencias religiosas, pero con un factor común: son grupos fanáticos e ignorantes que optan por esas acciones.

     

    Los autores justifican sus actos  por creencias fundamentalistas y extremistas, tienen un pensamiento caudillista e individualista que les lleva tomar acciones a partir de su grupo, no poseen consideración alguna por las sociedades afectadas, de esa forma pierden todo criterio de legalidad e historia.

     

    El terrorismo no tiene ninguna justificación política, su única justificación es causar daño contra los supuestos enemigos, su desesperación les lleva a cometer semejantes atropellos indiscriminados, donde su ventaja es criminal, puesto que no atacan a sus homólogos militares y las víctimas civiles-desarmadas no tienen defensa.

     

    Es notorio que estos grupos no tienen ninguna plataforma política, puesto que no se identifican, sin estos elementos el espectro es ilimitado, pero la Historia demuestra que estas acciones corresponden a grupos o personas que se consideran afectados por diversas causas, pero no actúan legalmente, ni usan los métodos públicos, tampoco se inscriben en defensa de sus intereses, porque se consideran depositarios de la verdad; en ese rubro de fanatismo estas personas son desequilibradas mentalmente, actúan con exaltación, en la mayoría de los casos bajo la convicción de provocar temor para destruir la moral de los afectados, estos fanáticos anteponen su vida a favor de su causa perdida.

     

    Boston es ahora un referente de un pueblo herido por los fanáticos de la violencia, un acto que horroriza a la sociedad civil mundial, nada puede justificar estos eventos, es un crimen contra la humanidad, el dolor de esta tragedia nos recuerda otros eventos como Múnich 1972,  Atlanta 1996, Santiago Bernabéu 2002… Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de Boston y el pueblo norteamericano, como también a todos aquellos que sufren por este tipo de atentados que avergüenzan a la humanidad. En nuestra nación hemos sufrido este tipo de actos atroces, la memoria tiene aún presente esas acciones cobardes durante los veinte años de guerra civil, acciones crueles contra objetivos civiles desarmados; fueron conjuntos de conspiraciones que sin sentido provocaron daños irreparables en muchas vidas ejemplares, aún ahora con mucho dolor se recuerda el incendio de un autobús con los usuarios dentro, provocado por un grupo de esta naturaleza.

     

    Por eso nuestra solidaridad con el pueblo de Boston.

     

    www.cesarramirezcaralva.com

     

     

     

  • Solidaridad: en medio de las tempestades

     

    Caralvá

     

    Muy difícil nuestro panorama social frente a la saga de la Tormenta IDA o la depresión económica  causada por el sistema financiero norteamericano, elementos  que acontecen en la nación pero afectan en forma desigual a diversos sectores sociales.

    La vulnerabilidad de nuestra infraestructura, es muy parecida a la fragilidad en diversos conceptos de la vida institucional, en realidad estos accidentes naturales o provocados por la ausencia de regulación financiera norteamericana nos causan daños que marcan la historia nacional.

    El desafío es enorme para la nación, tanto que los cálculos de inversiones en infraestructura, desarrollo humano, reconstrucción etc., implicarán muchos meses para recuperar el nivel previo de la tormenta;  no obstante en las condiciones de la depresión económica no existe un tiempo definido, mucho menos cuando se agregan elementos como inseguridad pública, potencial fuga de capitales o tendencias negativas a la inversión.

    El daño en infraestructura y los efectos de la depresión económica provocan una  cascada de fenómenos sociales que disminuyen los ingresos de cientos de empresas, comercios, bancos etc. de igual forma en el plano individual, las personas desempleadas o subempleadas son vulnerables a esta intemperie que puede provocar estallidos sociales, hambrunas, emigraciones forzadas,  acciones espontáneas u organizadas ante el desamparo económico.

    La solidaridad es un recurso que unifica a la nación, es el momento de concretarla en toda la escala social, tal y como se proclamó hace muchos meses al solicitar que los trabajadores no fueran la primera línea de despedidos, pero las solicitudes no fueron escuchadas y no es el Estado el que ha desempleado a la mayoría de trabajadores, sino la Iniciativa Privada, lo cual coloca a miles de trabajadores en condiciones extremas para muchas familias salvadoreñas.

    La solidaridad también puede ser multisectorial, así como se discuten los márgenes de ganancia, así debe ser el compromiso de la responsabilidad social en estos momentos cruciales, porque es ridículo enviar a la calle a los trabajadores para ahorrar costos en: prestaciones sociales, salarios, seguros solo para logar las metas anuales.

    La solidaridad internacional también debe expresarse en el respeto de los derechos humanos de cientos de compatriotas, que serán forzados por estas circunstancias a emigrar hacia Estados Unidos de América u otras naciones, porque no hay posibilidades de empleo a corto plazo en El Salvador; nuestros compatriotas emigrarán ilegalmente a pesar de las severas medidas de control en Estados Unidos; no importa la discriminación, la intemperie de riesgo personal, nada podrá detener a nuestros compatriotas desesperados por alimentar a sus familias…

     A pesar que la solidaridad es un concepto de carácter voluntario, es de los pocos conceptos sociales que unen la voluntad de las personas y las naciones en acciones concretas en la construcción de la paz y el desarrollo humano, por estas razones el llamado a la solidaridad es el mejor recurso que podemos emplear ante el infortunio de nuestra nación.

    El pueblo salvadoreño agradece las muestras de solidaridad de las naciones: México, Venezuela, Cuba, Estados Unidos de América, Japón, Corea, Guatemala, Taiwán, Brasil etc. en momentos tan difíciles de nuestra tragedia.

    www.cesarramirezcaralva.com