Caralvá
La calificación de terrorismo se puede enmarcar en el siguiente concepto: “Es un acto de violencia indiscriminado, desesperado y sin control, contra objetivos civiles, religiosos, políticos, que no distingue edad; los autores pueden tener o no, filiación política, religiosa, cívica, supremacista, etc., y actúan al margen de las leyes nacionales e internacionales..” Estas acciones de grupos legales e ilegales, incluso de naciones son usadas como armas políticas.
Las acciones violentas que observamos en el Maratón de Boston, causan indignación a nivel mundial, como lo provoca cualquier acción de esa naturaleza en diversas naciones del mundo. La historia internacional identifica estos fenómenos sin distinción de pueblos, la secuencia de estos incidentes en ocasiones son producto de intervenciones de una nación en otra, pero es sintomático que usualmente suceden en pueblos con crisis políticas, con luchas étnicas, con profundas diferencias religiosas, pero con un factor común: son grupos fanáticos e ignorantes que optan por esas acciones.
Los autores justifican sus actos por creencias fundamentalistas y extremistas, tienen un pensamiento caudillista e individualista que les lleva tomar acciones a partir de su grupo, no poseen consideración alguna por las sociedades afectadas, de esa forma pierden todo criterio de legalidad e historia.
El terrorismo no tiene ninguna justificación política, su única justificación es causar daño contra los supuestos enemigos, su desesperación les lleva a cometer semejantes atropellos indiscriminados, donde su ventaja es criminal, puesto que no atacan a sus homólogos militares y las víctimas civiles-desarmadas no tienen defensa.
Es notorio que estos grupos no tienen ninguna plataforma política, puesto que no se identifican, sin estos elementos el espectro es ilimitado, pero la Historia demuestra que estas acciones corresponden a grupos o personas que se consideran afectados por diversas causas, pero no actúan legalmente, ni usan los métodos públicos, tampoco se inscriben en defensa de sus intereses, porque se consideran depositarios de la verdad; en ese rubro de fanatismo estas personas son desequilibradas mentalmente, actúan con exaltación, en la mayoría de los casos bajo la convicción de provocar temor para destruir la moral de los afectados, estos fanáticos anteponen su vida a favor de su causa perdida.
Boston es ahora un referente de un pueblo herido por los fanáticos de la violencia, un acto que horroriza a la sociedad civil mundial, nada puede justificar estos eventos, es un crimen contra la humanidad, el dolor de esta tragedia nos recuerda otros eventos como Múnich 1972, Atlanta 1996, Santiago Bernabéu 2002… Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de Boston y el pueblo norteamericano, como también a todos aquellos que sufren por este tipo de atentados que avergüenzan a la humanidad. En nuestra nación hemos sufrido este tipo de actos atroces, la memoria tiene aún presente esas acciones cobardes durante los veinte años de guerra civil, acciones crueles contra objetivos civiles desarmados; fueron conjuntos de conspiraciones que sin sentido provocaron daños irreparables en muchas vidas ejemplares, aún ahora con mucho dolor se recuerda el incendio de un autobús con los usuarios dentro, provocado por un grupo de esta naturaleza.
Por eso nuestra solidaridad con el pueblo de Boston.