Caralvá
Las viejas caracterizaciones delincuenciales de acciones individuales, parecen cosa del pasado, porque nuestra sociedad se enfrenta a verdaderas bandas organizadas que caben dentro del esquema denominado: crimen organizado y narcotráfico. Un elemento que acompaña a estos vicios es la corrupción de funcionarios públicos, porque los millones de dólares apropiados indebidamente provocan: enfermedades, muerte, orfandad, viudas, subdesarrollo, pobreza…¿acaso no es este el resultado de la ausencia de agua en las comunidades?.
Pero las acciones ilegales de estas bandas organizadas bajo diversas denominaciones se cometen día con día, existen lujos de atropellos contra la ciudadanía, es doloroso el cuadro de niños huérfanos, viudas, madres desoladas, religiosos extorsionados, tienditas populares, almacenes, pupuserías etc, en general pocas personas pueden sentirse seguras ante este cáncer social, muy similar a la corrupción de funcionario públicos y los casos son muy conocidos. La Seguridad Nacional ha sido un tema que compete al Estado porque el enemigo era externo, pero con el tiempo se cambió a enemigo interno, al cual se le nombró con diversos peyorativos: indios, comunistas, subversivos, terroristas etc… después del Acuerdo de Paz los enemigos fueron perfilándose de otra forma, aunque ese esquema de la calificación: amigo-enemigo, comunista-fascista continúa y provoca la polarización nacional, con el resultado del nocivo hábito de la desconfianza política. Ahora vivimos bajo el acecho del crimen organizado y el narcotráfico. Dentro de la maraña de acontecimientos sobre la seguridad nacional, es preciso distinguir que el factor ideológico no esta excluido del debate, porque el fondo es la gobernabilidad de la nación y una anotación fundamental es que el crimen organizado, el narcotráfico y las denominadas maras son una especie de ideología para delinquir, que se combate con mecanismos civiles, pero tiene otro componente que es su narcoideología, la cual se debe corregir con rotundas demostraciones que el crimen no paga y existen castigos para las infracciones, pero que también existe un camino para la rehabilitación.
Esta narcoideología, tiene varios componentes: pertenencia al grupo infractor, condición armada, nexos con similares y su visión fatalista: el hospital, el cementerio o la cárcel.
La narcoideología proviene de la facilidad en adquirir drogas, el acceso a las armas sin control, el aprendizaje de la coacción, toda la cultura criminal que los lleva a actuar como clásicos malhechores, porque según estos grupos esta es una guerra, luchan contra todos los valores establecidos, contra todo lo que significa trabajo honrado. El valor por el mérito académico no significa nada, el valor de los derechos humanos o de los niños tampoco. Su crudo accionar es similar a los antiguos esclavistas.
Acorde a estos elementos, otras naciones nos adelantan en el tratamiento de este mal, entre ellos el tratamiento de la corrupción, las leyes, el concepto de seguridad nacional que ya no es exclusivo del Estado, planes nacionales de rehabilitación e integración para muchos de estos jóvenes que podrían tener una oportunidad en la sociedad, porque también existen espacios en el trabajo, la familia, el mérito académico y una sociedad democrática.
Cuando la clase política comprenda que el camino es eliminar el nocivo hábito de la desconfianza política, entonces podremos liberarnos de los narcoesclavistas que nos extorsionan con las rentas y sus asesinatos.
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