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Acuse de recibo ( a André Cruchaga)

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Caralvá

Recibí en mi oficina, una pequeña sorpresa, aquél sobre postal tenía un brillante sello que transmitía un mensaje inefable, junto a la Virgen del Carmen está Roque Dalton.

La vida le da a cada quién su lugar.

Al abrir el sobre encontré el libro: Oscuridad sin fecha de André Cruchaga..

“a veces los sueños nos vienen en una taza de café espeso..”

“uno siempre sueña con ciertas lejanías”…

“ni en las seguridades de las certidumbre”…

Me encontré vagando entre las líneas, pequeños seres de colores inventan olimpos cibernéticos, aún es temprano para renunciar a la palabra en esta sociedad metálica.

He recibido esa pequeña Biblia de verbos transmisibles, con imágenes descifradas en centenares de vocales y espacios fechados.

Cada letra fue en su momento un trabajo de siglos, con cierta dosis de artesano prisionero en su paciencia, orando al final por un destino diferente, escrito sin prisa.

Las páginas refieren idiomas, cadencias, traducciones, ritmos acompañados de nacionalidades.

Tiene invocaciones minerales:

“Calla. Aguarda. Mineral del suspiro”



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Puedo anotar los detalles de la obra, en la intemperie de un pueblo de cuscatlán, al borde del sol con la frontera de la hiedra vigilante, la iglesia infatigable de plegarias, el parque centenario, junto al caudal creativo del poeta.

Tiene renuncias graves a la visión del mundo, pero cada renuncia encontrada a fuerza de voluntad y trabajo, tiene pequeños tesoros olvidados por las multitudes.

Existe humildad en la palabra que recorre los silencios creativos, hay consecuencias de tiempo y distancias irreconciliables en esa acuarela de poesía.

La renuncia es otro encuentro con la misma realidad, pero con la visión del guerrero que solo descansa.

“La vida es un viaje a cero”.

Recorro mi enciclopedia, mientras coincidentes conclusiones hacen nacer la esperanza…en el verbo.

Casi hemos olvidado aquellas referencias milenarias escritas en griego que nos alientan a conocernos, mientras universos dispersos se ocultan en nuestros corazones metálicos. Ahora cualquier Nirvana puede responder a nuestro llamado.

“En un segundo me vi en ella”.


Y Roque Dalton irrumpe con devoción literaria:

“En los embarcaderos nos engaña el aroma
De las algas vencidas de los peces amargos”..

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