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André Cruchaga

  • Viajar de la ceniza / Voyage á travers les Cendres

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    Caralvá

     

    El notable esfuerzo de André Cruchaga compromete nuestra admiración por su dedicación y entrega a la poesía.

    Su libro es una obra traducida al francés por Danièlle Trottier  y Valèrie St-Germain; al idioma vasco (Euskera), Miren Eukene Lizeaga; al griego, por Lia Karavia; al holandés por Michel Krott; al rumano por Liliana Popescu y al catalán por Pere Bessó.

    Esta acción poética transglobal nos indica a un poeta en pleno reconocimiento internacional y con valiosas obras publicadas: Alegoría de la palabra (1992), Visión de la muerte (1996), Enigma del tiempo (1996), Roja vigilia (1997), Rumor de pájaros (2002), Oscuridad sin fecha (2006), Pie en tierra (2007), Caminos cerrados (México, 2009).

    El libro Viajar de la ceniza escrito en francés y español trasciende el plano nacional y ubica al francés entre nosotros, con la naturalidad de la poesía salvadoreña.

    Poemas como: El mismo rostro / Le même visage, Poema cero/ Poème Zéro, La mayor parte de la muert siento / Je sens un gran pan de la mort, El poeta habla con la muerte/ Le poète parle à la mort… son verdaderos argumentos acústicos entre las letras salvadoreñas.

    Sin duda que las obras de André, son significativas en planos internacionales.

     

    Poema cero

     

    Y mañana, tal vez, la estancia

    Sea pacífica,

    Y el prisma de las sombras

    Se convierta como el iris

    Líquido de las olas.

    Sólo mañana, mientras el ojo

    Capta lo que se lleva…

    Barataria, 05 de febrero de 2006

     

    Poème zèro

    Et demain, peut-être, le séjour

    Sera pacifique,

    Et le prisme des ombres

    Deviendra

    Le liquide iridescent des vagues.

    Mais demain, seulement demain, lorsque l´œil

    Saisira ce qu´il emporte…

    Barataria, 05 de febrero de 2006

     

    Notable argumento para creer en la poesía y André continúa en la perseverancia de sus palabras…

     

    Enhorabuena André.

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

  • Acuse de recibo II

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    Caralvá

    Hoy 03 de abril me entregan un libro: Pie en Tierra, su autor André Cruchaga.
    Rápidamente veo la portada, las líneas en su dedicatoria recuerdan nuestra amistad.
    Avanzo por los horizontes lineales y veo música.
    Los poemas están firmados en Barataria… aquella región mencionada en las noches de lectura cervantina.
    Recorro el libro inventando laberintos infantiles, encuentros, nombres y acontecimientos, relámpagos de ciudades ancestrales, erupciones latinoamericanas con pueblos ingenuos.
    Aquél libro tiene la intensidad de la vivencia Latinoamericana bajo el sol perfecto, las casas familiares ahogadas en el verde colonial de pinos inventados en ventanas y vitrales.
    “Rayo y piedra”, “Arte de morir”, “Metamorfosis del enigma”, “Retrato de la ausencia”..
    La acción del verbo triunfa sobre la muerte, a pesar de su invocación permanente, es un rito universal entonces, cada humanidad celebra la vida, a pesar de tan pasional compañera.
    Daphne: “entre las ramas de mis antiguos ojos”…
    En un retorno al Olimpo: “pidiendo a los dioses la apetecida atalaya”…
    Cantos gregorianos que evocan altares latinoamericanos, identidad: “Árbol eres tu, Daphne. Árbol y mesa y copa y destinos”.
    Aparecen sitios conocidos, lugares universales entre portales y pequeños espacios del ciudadano global, queridos sitios de todas las ciudades del continente: Calle Concepción, La Garita.. Revolución, Reforma, Héroes, Alameda… fechadas o con nombres inmortales, espacio comunes que la humanidad necesita para transitar a lo largo del sinuoso espectro comercial.
    El libro es noche y día, es… “En rieles de ferocidad nocturna…. Los huesos la han cubierto; la noche…”…Apenas distingo desde mi sitio de lectura, las diminutas notas de otras melodías evocadas por esas palabras, son espejos.
    Bob Dylan, Jorge Luis Borges, Isla (País)… las palabras persiguen nuestros sueños en fragmentos de óleos convertidos en versos.
    Es un libro que puede ser un objeto más en las librerías o entre nuestros documentos coleccionados por siglos, excepto que es de André, entonces recuerdo entre mis manos el camino que debió recorrer el libro para nacer… primero que el dinero no sobra para nada…. Luego: interminables noches de trabajo, revisiones hasta la saciedad, infortunados encuentros con los editores, hasta llegar al lector… publicar entonces se convierte en un acto devocional.
    Un libro es un desafío al silencio, canta desde su sitio esperando al lector, arremete contra el espacio estacionado de un estante bibliotecario y explora en acantilados de un océano curioso, sin límite.
    Aún no superamos al libro en su acción de intimidad, a pesar que el libro sostiene feroces batallas con nuevos demonios insospechados.
    Esos demonios conspiran contra nuestros libros porque saben que uno puede llevarlos a largos viajes sin temor a poseer red alguna, saben que uno puede tomarles sin prisa en un tren rápido, amordazarlos en breves equipajes de mano y sin protestar consienten nuestra presencia, son perros que muerden parte del alma en sitios insospechados, tienen el encanto de pronunciar nombres legítimos en cada pueblo, respiran desde nuestras pupilas con cadencias sonoras de un día olvidado.
    Ese libro es: Pie en tierra.


  • Acuse de recibo ( a André Cruchaga)

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    Caralvá

    Recibí en mi oficina, una pequeña sorpresa, aquél sobre postal tenía un brillante sello que transmitía un mensaje inefable, junto a la Virgen del Carmen está Roque Dalton.

    La vida le da a cada quién su lugar.

    Al abrir el sobre encontré el libro: Oscuridad sin fecha de André Cruchaga..

    “a veces los sueños nos vienen en una taza de café espeso..”

    “uno siempre sueña con ciertas lejanías”…

    “ni en las seguridades de las certidumbre”…

    Me encontré vagando entre las líneas, pequeños seres de colores inventan olimpos cibernéticos, aún es temprano para renunciar a la palabra en esta sociedad metálica.

    He recibido esa pequeña Biblia de verbos transmisibles, con imágenes descifradas en centenares de vocales y espacios fechados.

    Cada letra fue en su momento un trabajo de siglos, con cierta dosis de artesano prisionero en su paciencia, orando al final por un destino diferente, escrito sin prisa.

    Las páginas refieren idiomas, cadencias, traducciones, ritmos acompañados de nacionalidades.

    Tiene invocaciones minerales:

    “Calla. Aguarda. Mineral del suspiro”



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    Puedo anotar los detalles de la obra, en la intemperie de un pueblo de cuscatlán, al borde del sol con la frontera de la hiedra vigilante, la iglesia infatigable de plegarias, el parque centenario, junto al caudal creativo del poeta.

    Tiene renuncias graves a la visión del mundo, pero cada renuncia encontrada a fuerza de voluntad y trabajo, tiene pequeños tesoros olvidados por las multitudes.

    Existe humildad en la palabra que recorre los silencios creativos, hay consecuencias de tiempo y distancias irreconciliables en esa acuarela de poesía.

    La renuncia es otro encuentro con la misma realidad, pero con la visión del guerrero que solo descansa.

    “La vida es un viaje a cero”.

    Recorro mi enciclopedia, mientras coincidentes conclusiones hacen nacer la esperanza…en el verbo.

    Casi hemos olvidado aquellas referencias milenarias escritas en griego que nos alientan a conocernos, mientras universos dispersos se ocultan en nuestros corazones metálicos. Ahora cualquier Nirvana puede responder a nuestro llamado.

    “En un segundo me vi en ella”.


    Y Roque Dalton irrumpe con devoción literaria:

    “En los embarcaderos nos engaña el aroma
    De las algas vencidas de los peces amargos”..