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  • Alternancia política en El Salvador, primer aniversario

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    Caralvá

     

    El primero de junio de 2010 nuestra nación demostrará al mundo que el sistema democrático es posible a pesar de las antiguas campañas de miedo, odio y desconfianza hacia  la alternancia política en la administración pública.

    Los profetas del infortunio al menos  en este primer año  no acertaron en sus afirmaciones contundentes.

    Existe fragmentación de amplios sectores empresariales que han tomado distancia ante la tradicional alianza conservadora por severas diferencias en el liderazgo del nuevo momento político, estas disidencias son de tal magnitud que ha surgido un nuevo partido político con una fuerte representación en la Asamblea Legislativa.

    La nueva administración navega en la peor crisis del capitalismo, con propuestas de nuevos impuestos, reformas en diversas áreas, un acuerdo con la Comunidad Económica Europea, magníficas relaciones con Estado Unidos de América, apertura de relaciones diplomáticas, avances contra la corrupción en la administración de fondos públicos, remoción de funcionarios, cambios y reformas en la Seguridad Pública, etc., pero bajo presión de una herencia negativa en los sectores agrícolas, salud, infraestructura, transporte, la ausencia de inversión extranjera que desde hace años ha perdido fuerza  como resultado de la crisis internacional.

    En muchos campos de la gestión pública el verdadero desafío es modernizar las instituciones, con reformas que unan a la nación en lugar de fragmentarla.

    La nación olvida la palabra solidaridad y solo la recuerda en tiempos de tragedia, pero esta fuerza solidaria se debe tener presente en una nación tan carente de recursos como la nuestra, donde la pobreza es la constante y la excepción es  la opulencia. Necesitamos solidaridad hacia los desempleados, los desamparados, los que viven en las zonas vulnerables y esa interminable lista de demandas de ciudadanos extorsionados en sus propios lugares de trabajo… como pueblo solidario tenemos más posibilidades de respuesta que como estamentos sociales, puesto que algunos grupos pro-oligárquicos solo comprenden la solidaridad bajo el argumento de protección de sus intereses sin escuchar a nadie, quizás sea tiempo de dialogar y compartir las aspiraciones de las multitudes en esta sociedad en paz.

    El verdadero avance en un año de la nueva administración, no es la figura de nuevos funcionarios, sino el crecimiento de la democracia.

    Día con día se demuestra que el temor, el odio, la desconfianza, son superables en nuestra sociedad porque la democracia funciona y nos ayuda a comprender que las opiniones ciudadanas están una junto a la otra, no en forma vertical; la tolerancia hacia las diferencias y el pluralismo cultural es parte de nuestra realidad.

    Este momento es difícil en toda la extensión de la palabra, pero nuestra frágil democracia es lo poco que tenemos con la esperanza de tiempos mejores, nuestra sociedad se merece la seguridad de la vida cotidiana, la libertad democrática y la solidaridad para responder ante las demandas de los más pobres.

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  • Soluciones nacionales (El Salvador)

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    Caralvá

    Nuestro sistema político con su delegación de decisiones en diputados y gobernantes, no obliga a la mitad de sus ejercicios a rendir cuentas a los electores, de tal forma que no existe correspondencia entre representantes y representados.

    Esta condición de comunicación debería ser un constante acuerdo o consulta entre ciudadanos y partidos políticos, puesto que la vida nacional en sus diversas formas lo exige.

    Los partidos políticos en muchas ocasiones han perdido su capacidad de mediación y representación de las demandas sociales, tal parece que muchos grupos sociales actúan sin control alguno o niegan su filiación, ¿por qué los bloqueos a carreteras acontecen en forma simultánea? ¿Los paros al transporte son selectivos? ¿La defensa de estos grupos proviene de diversas fuentes que coinciden en planteamientos políticos de algunas personas? ¿Los desordenes a empresas privadas son orientados por las mismas personas?  Bajo esa condición estos grupos parecen coincidir en un aspecto general: demostrar que la democracia es débil y la gobernabilidad con sus representantes no funcionan,  condición a tomarse muy en cuenta por nuestras instituciones en general.

    Son los  partidos políticos quienes deben dirigir las demandas sociales y mediar entre los conflictos cualesquiera que sean, no los grupos sin identificación que de la noche a la mañana ocasionan daños a terceros sin justificación.

    Se observa movilidad de ciertos sectores solo hacia formas conflictivas, no hacia propuestas de solución,  de igual forma su integración a cualquier institución política parece remota.  Es patrimonio de los partidos políticos en democracia la movilidad e integración ciudadana, pero tenemos la impresión que en nuestra nación se está perdiendo esta acción social;  si históricamente las demandas eran por la justicia y la democracia, ahora sorprende el amplio rango de peticiones que jamás fueron invocadas en los últimos años,  como si las deudas se cobraran a la persona equivocada.

    Los partidos  deben contribuir con soluciones y en la dirección política de la nación, puesto que existen temas que no pueden ser exclusivos de los gobernantes,  por ejemplo: la migración, economía, delincuencia, pobreza.. etc. Elementos cruciales para la presente y futuras administraciones de cualquier color partidario, sin olvidar que la crisis capitalista sigue vigente y con una lenta recuperación.

    Pero al interior de los partidos políticos también debe existir cambio y democracia interna, la cual solo se exige hacia fuera de las instituciones.

    Así el actual momento los conflictos sociales parecen desarrollarse en el plano de la opinión pública, en ese  plano mediático de presión que daña la imagen pero no brinda soluciones reales, en ese círculo vicioso de interminables acciones ilegales que no cesa.

    ¿Por qué los partidos políticos no se pronuncian en conjunto sobre estas acciones? Como ciudadanos también debemos conocer propuestas que unan a todas las fuerzas políticas a favor de las soluciones nacionales.

     

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  • Estabilidad democrática

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    Caralvá

     

    Es mejor pensar que viviremos un estado crónico de irregularidades de todos los niveles, a creer que las inclemencias económicas y sociales desaparecerán de la noche a la mañana.

    Me inclino a pensar que muchos de los problemas que nos acechan son producto de la grave crisis económica que vivimos y en su momento se asocia a nuevas formas de gobernabilidad en democracia; en realidad esta condición coloca a nuestras instituciones en tensión hacia la reforma o hacia nuevos acuerdos políticos que permitan sobrevivir a la nación.

    Hace unos meses era impensable la fragmentación de la mayor estructura de derecha de los últimos 20 años, pero su actual dispersión permite visualizar el surgimiento de nuevas alianzas que han creado fuerzas de intervención, las cuales modifican el panorama legislativo con ramificaciones nacionales… ¿podría ser el resultado de la crisis económica o un nuevo consenso hacia la gobernabilidad?.

    La nueva administración se enfrenta a una historia negativa de cuotas de poder, con grupos poderosos pro-oligárquicos acostumbrados a proteger sus intereses por encima de todo y con el sistema jurídico a su favor; con viejos modelos que hacen ver a la administración subordinada al gran capital, en lugar de los intereses de la nación.

    En ese sentido, las reformas son necesarias para muchos cambios que se requieren con urgencia.

    Nuestro sistema político salvadoreño funciona para procesar los problemas económicos o sociales que el mercado y la nación no pueda resolver por si solos, de tal forma que si no se pueden resolver, entonces entramos en crisis. Las soluciones conocidas en nuestra nación de eventos de esa naturaleza en otros tiempos fueron el autoritarismo o las dictaduras, pero a partir de fin del conflicto civil, las crisis se han solucionado con la apertura democrática y reformas, pero en los últimos 20 años los grupos de presión en el poder se convirtieron en bloques de ostentación que dejaron fuera a nuevos grupos económicos, los cuales perjudicados en todos sus negocios y acceso a la política muestran ahora su fragmentación.

    En la nación existe esa tradición negativa de resolver los conflictos a fuerza de choques y  presiones constantes, alejadas de opciones democráticas, por que la sociedad no tiene mecanismos para resolverlos y existen tantos lastres que no existe solución posible, así las crisis viven ciclos perpetuos. ¿Acaso no es tiempo de solucionarlos por nuevas vías democráticas y participativas?.

    Por estas razones las reformas deben ser el parámetro para regular los conflictos y permitir las opciones democráticas.

    En los próximos meses las demandas sociales y económicas pueden aumentar por factores externos, la apertura a las demandas puede ser la clave de las soluciones mientras se propicia la estabilidad institucional.

    En la misma línea de artículos anteriores, la presidencia de la república es la principal fuente de consensos y acuerdos nacionales, reconocer esta condición es la base de la estabilidad democrática.

     

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  • La peste traficada

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    Caralvá

     

    La misma proporción de acontecimientos violentos a lo largo del territorio nacional, parecen tener relación directa con el narcotráfico y crimen organizado que reside entre nosotros.

    Las semejanzas con otras naciones que combaten estos síntomas alarmantes, son evidentes.

    Parece que la geografía nos une en grandes corredores de violencia desde Estados Unidos hasta Suramérica, generando la degradación social en muchos ciudadanos que sucumben ante estas poderosas fuerzas del mal.

    Son miles de acciones violentas e ilegales que penetran las estructuras sociales e institucionales, pero cuando la sociedad sanciona a los agresores se genera la aguda crisis carcelaria con sus ramificaciones explosivas. De esta forma las cárceles son el reflejo del combate entre la nación versus el narcotráfico y el crimen organizado.

    Las redes de distribución de las drogas en diversas escalas, parecen coincidir con los crímenes que observamos a diario, ese mapa de muerte sigue el rastro de las drogas o territorios de control de bandas del crimen organizado.

    Honrados ciudadanos son asesinados sin piedad, trabajadores del transporte colectivo, maestros, religiosos,  vendedores de pan, taxistas, etc. parece una nueva peste traficada de la humanidad en el siglo XXI. La peste traficada  es similar a la peste negra del siglo XIV, porque esta terminando con la vida de millones de personas.

    A nombre de estas horrorosas banderas del narcotráfico se comenten todas los crímenes que observamos, ese es el fondo, un cáncer que destruye nuestro sistema democrático.

    La lucha no es contra el sistema judicial, ni carcelario o un partido, es nuestro modelo institucional que se encuentra en peligro.

    Desafortunadamente nuestra sociedad esta fragmentada, aún parece un sueño resolver por medio de la Unidad Nacional los temas que acosan a la ciudadanía, es posible que por esta razón no reaccionemos, pero la inacción nos lleva a la muerte social.

    Ahora es tiempo de reconocer que tenemos un poderoso enemigo interno: el narcotráfico y el crimen organizado.

    No existe solución a corto plazo, quizás no hay solución ni a largo plazo y debemos aprender a convivir-combatir con este mal, bajo nuevas reglas del juego.

    Naciones como Colombia, México, Guatemala, los mismos Estados Unidos libran cada uno su lucha particular, al menos nos aventajan en experiencia.

    Si ya convivimos con el narcotráfico y el crimen organizado en nuestras calles y barrios, es tiempo de seguir ejemplos de las naciones mencionadas y unir las fuerzas necesarias bajo un Consejo Defensivo Internacional contra este mal.

    Las crisis carcelarias y sus graves consecuencias, deben tener las mejores respuestas institucionales, la unidad nacional es una de ellas.

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