Books - Page 13
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Construcción de la solidaridad nacional
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Caso jesuita: justicia y democracia
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Facundo Cabral: canto inmortal
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Reformas políticas. El Salvador
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El diamante del río sucio de César Ramírez en Antología Hispanoamericana
ÍNDICE
Asignatura pendiente/Moisés Santana Castro/Rep. Dominicana /3
En la cripta de la Catedral de Lima…/Anthony James Ramos Vargas/Perú /7
Hijos de la pólvora/Rocío Zambrano Morales/Venezuela /17
El gen perdido/Álvaro Valderas Alonso/Panamá /22
La Carta/José Carlos Barroso Benítez/España /29
El viaje final/Manuel María Lozano Peña/Colombia /40
Lección final/José Ben-Kotel/Chile /43
Prudencia Soto/Domingo Ramón Carrasquero Ordaz/Venezuela /53
Viaje a Florencia/Charo Martínez Pérez/España /59
Una vida/Felipe Montenegro Duárez/Perú /73
El reencuentro/Carlos García-Manzano Timiraos/España /88
Aegolius/Jacqueline Meléndez Quintero/España /94
El cepillo de plata/María Luisa Sánchez Vinader/España /100
La Búsqueda/Daniel López Monterrubio/México /102
Eres un nosotros/Viviana Cohen Parker/México /106
El padre, el huérfano y los hutus/Vincenzo Palavicino Issi/España /110
Los golquis/Miguel Ángel Pozo Plumed/España /116
La michoacana/Nicolás Medina Cabrera/Chile /119
La fábula del hada y el ciervo/Raúl Sanz Castro /128
La puerta/Marcelo Nasra/Argentina /130
Revistas porno y unos Marlboro rojos/Jorge A. González Trujillo/ México /133
Los ciempiés invisibles/Martín Nicolás Palacio/Argentina /136
Escenas montañesas/Gregorio Torre Rivero/España /140
La holandesa errante/Miguel Ángel Page Hernández/España /143
Ramito de violetas/Cristián Bustos/Chile /150
Mi última cena/Germán Delgado Moreno/España /155
Inocente Colectivo/Noelia Viviana Corizzo/Argentina, United Kingdom /157
El que vigila desde el abismo/Nuria García Barbé/España /166
Le petit hotel/Inocente Picazo Soria/España /175
Un palmo de tierra/Yuri Doudchitzky Ramos/Argentina /179
La bomba del refugiado/Alexandra Raluca/Rumanía /187
La trampa/Emilia Luna Martín/España /198
La catarsis de Clío/Alejandro Sánchez Moreno/España /203
El té del atardecer/Armando Raúl Inchaurraga/Argentina /209
Poliedro/Cristian Rodríguez/Argentina /213
El héroe/Anaïs Carpena/España /226
El bolígrafo azul y el árbol verde/María Sánchez Benítez-Cano/España /227
El Pueblo/José Manuel Aparicio Hernández/España /229
Kari Kari/Sergio Eduardo Leva/Argentina /243
Un wombat a la luz de la luna/Jorge Adrián Guasp/Argentina /248
Un mundo diferente/Barda/Uruguay /258
Entrevista/Moisés Sheinberg Frenkel/México /259
Extrañas criaturas/Violeta Sáez Garcés de los Fayos/España /264
Cosas del destino/Mónica López/Australia /266
Nadie nunca/Raul Román Méndez /272
El muerto que todo lo ve/Jorge García Gómez/España /276
Paso El Portillo/Miguel Alejandro Sánchez Peña/Argentina /279
Ojos de un venado/Cecilia Durán Mena/México, D.F /281
Amanecer/Alcides José Rojas Gil/Venezuela /287
Otras enfermedades/Carlos Acuña/Venezuela /289
El dado de colores/Igor Ródenas Temiño/España /291
Sucesión de anormalidades/Eduardo Gregorio Zumelzu/Argentina /301
El mate: adivinador de verdades/Javier Ricca/Uruguay /308
Terapia matutina sobre ruedas/ María Luisa Agost Suárez/España /311
El atormentado sueño de la Albigense/Pedro Sevylla de Juana/Es España /315
Dejando atrás/Raquel Villanueva Lorca/España /325
Ni loca/Daniela Roitstein/Chile /329
Par menor/Paola Magaña Calvo/México. D.F /338
El tren al Este/Alla Zabórova/España /341
El despertar/Eduardo Ochoa Benito del Valle/España /348
Cada vez que nos decimos adiós, yo muero un poco/Patricia Suárez/Argentina /354
El placer de una noche de verano/Pedro Luis Martínez Manjarín/España /362
El diamante del Río Sucio/César Ramírez/El Salvador /365
Serie de letras/Lucio González Montalvo/España /376
Lo que me dicen los gatos/Grecia Elizabeth Rocha Monárrez/México /388
Un muerto que no conozco/Anselmo Miguel Molinas/Argentina /391
Sinfonía de colores/Francisco Bautista Gutiérrez/Colombia /394
Volver a casa/Silvana Mariel Rimabau/Argentina /402
El extraño sueño de Francisco Suárez/Jorge A. Cuesta/Argentina /405
Saludos cordiales,
Greity Gonzalez
Editor
Latin Heritage Foundation
United States of America
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Poesía ante la incertidumbre:
Caralvá
De la historia del libro, nacen imágenes terrestres, narrativa de viajes, encuentros felices, no existen pausas, al final nadie se extraña, vivimos en el centro de una nación en posguerra.
Aquello parecía un café disfrazado de restaurant en un centro comercial, pretendía eso, por sus paredes podía observar a las personas desfilar bajo esa inmensa pasarela de ritos urbanos, ahí van con su mundo en los bolsillos.
Paredes transparentes con un ruido tan estridente que cada vez que la puerta se abría la sonoridad mordía los tímpanos, no podíamos escuchar nuestras palabras, al cerrarla con dificultad podíamos tejer la conversación, era una pelea del comercio a latigazos y la consagración de la poesía.
Al borde de la mesa, mis amigos.
El mundo es extraño, permite que seres extraterrestres se confundan con los mortales residentes de este planeta.
La conversación más extraterrestre que he tenido sucedió ese día.
Hablamos de trenes que cruzan una galaxia en cuestión de segundos, de cantos y ciudades bizantina, jet lag, ediciones planetarias de palabras eslabonadas de acá y allá, correspondencia transatlántica sin trámites fiscales, mientras el grado de atención aumenta en cada adjetivo, un domo creador bordeaba aquella mesa de personajes excéntricos.
Hablamos de circuitos impresos bajo la palabra jamás reunida en una edición humana de otros siglos y antes de ellos.
Ante nuestra vista la materialidad de la Poesía ante la incertidumbre dejó ver sus pequeños tesoros ocultos, demostrando que degustar la paz entre el ruido era cotidiano, nuestro oído era capaz de cerrar todas las compuertas externas y escuchar su voz en medio del mayor decibel posible de la plazuela comercial, como si un poema con su silbo más humilde exclamara: aún hay poesía a la mitad de tanto concreto y dinero plástico.
Puedo tomar nombres y palabras de aquél libro, como puedo celebrar una reunión planetaria con un rito estelar al compartir aquellos versos, quizás mi intento es ser justo ante la incertidumbre sin poesía.
Sus nombres:
Jorge Galán,
Francisco Ruiz,
Raquel Lanseros,
Fernando Valverde,
Ana Wajszczuck,
Andrea Cote,
Daniel Rodríguez,
Alí Calderón.
Sus palabras:
J.G “y que yo lancé al cielo” ;
F.R: “ el mar me arroja a cualquier parte”
R L : “Por si vinieran tiempos de silencio”
F.V: “ salta por las palabras un recuerdo”
A.W. : “para esas cosas no estaba preparada”
A.C: “ lo que transcurre bellamente sin nosotros”
D.R: “no impide la maleza acariciar el cielo”
Alí. C. “ leve y ligera se extiende un caricia”.
He robado este tiempo a la Historia, pero creo ser justo, tampoco he podido dejar de celebrar esta obra.
SS 06ABR011
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Al tocayo Menjívar Ochoa
Al tocayo Menjívar Ochoa
Del cáncer y otros males del arraigo
Rafael Lara-Martínez
(New Mexico Tech, soter@nmt.edu)
Desde Comala siempre…
Por vicisitud del destino, los nombres se unen en la enfermedad. Se reúnen en la paradoja. San Rafael, “el que cura o sana” reza el estribillo popular. No le prodiga de inmediato a quienes nos bautizaron bajo su pila la cura necesaria. A ti el cáncer te llegó por el colon; a mí por el estómago. Ya me cortaron la mitad. Y salí del hospital tan enjuto y huesudo como esa piltrafa humana que de ti, dicen, remitieron a casa. Y eso que permanecí quince días en el hospital
A mí también me diagnosticaron cáncer terminal. Apenas salía del quirófano, entubado hasta la uretra, y los médicos contaban los meses de vida que me quedaban, entre seis y dieciocho. Los dedos me sobraban para calcular la muerte que me tiraba con fuerza hacia el útero terrestre. Hacia lo inorgánico y frío. No lo oculto. Acaricio los pedreros y, con delicadeza, saboreo el deleite culinario del polvo.
Ni sabía para que me había operado. Del cuarto del hospital iría casi directo al cementerio. Sólo me consolaba elegir el color del ánfora que contendría mi cuerpo incinerado, como única forma segura de que quizás me enterraran en el Cementerio Central. Del estómago, el tumor que me carcomía se regaba por el sistema linfático hacia todo el cuerpo. No había cura. No la hay, salvo para los que tienen fe completa en la ciencia.
Por fortuna, en honra a mi otro nombre, Fortunato, Rafael es también “el que viaja”, el patrono de los viajeros y los errantes. Como un cuarto de la población del país, opté por el exilio. Esta decisión es ahora la que me mantiene en vida. Trabajo en un medio académico que reconoce mi labor sobre un país extraño y exótico para todos mis colegas. De ahí proviene que escriba, que la cura que a ti te niegan me sea accesible.
Sé lo que cuesta esa operación y la quimioterapia. Equivale al precio de una casa, al de una casa en un sitio de lujo en El Salvador. Por eso reconozco que el exilio no significa “el fruto negro”. Significa la única forma posible de acceder a un servicio médico decente y adecuado. El mismo que a ti te niegan por arraigarte en el país. Paradójico pero cierto que te lo rechacen. No sólo vivimos de las letras. Vivimos del cuerpo que se alimenta y se sana, de la materialidad que nos acoge, aún sea por un breve período de vida en la tierra.
Semi-postrado en el sofá que todavía me permite escribir, te saludo en la enfermedad que nos corroe el vientre a ambos. Si pudiera hacerlo, compartiría la mitad de mis medicinas contigo. Las ocho horas que paso sentado en un sofá mientras me inyectan la quimioterapia se harían más cortas, más leves y llevaderas. Llenas de satisfacción.
Pero me temo que los destinos sólo se comparten en la lejanía, en el nombre, y en la muerte. En el dolor y en la enfermedad que nos apolilla el vientre. A ti el desdén clínico del arraigo; a mí la hospitalidad del exilio. A cada quien lo suyo, desde el nacer al morir. Como a cada cual le tocó un útero materno —la única patria verdadera y primordial— como a cada cual le tocará su útero terrestre, la tumba como única patria perenne.
Tal vez si logramos sobrevivir colaboremos de nuevo en un libro, como hace años lo hicimos. Sólo los Dioses y los oráculos lo saben. Si no subsistimos, no te preocupes. Ya nos reuniremos en alguno de esos caminos que conducen a los Otros Mundos. Ya muerto te convidaré a que visites mi alma en pena en esta insondable Comala. Será más fácil ya que hechos polvo, nadie nos negará el viento. El transporte colectivo de los fantasmas que regresan a recordarles a los vivos la historia y el destino. El origen y el porvenir de todos los cuerpos mortales, aún el de las piedras.