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gobernabilidad en el salvador

  • Gobernabilidad y legitimidad en democracia

     

    César Ramírez

    @caralvasalvador

    Cuando los grandes empresarios afirman que el desarrollo de la nación necesita: “inversión y seguridad”, compartimos estos argumentos en toda la línea de su extensión, puesto que no son exclusivos del sector privado sino de todos, pero recordemos que pagar impuestos conduce a mayor inversión social del Estado y la seguridad actual es el producto de 20 años de la administración de gobiernos conservadores, por lo tanto si existe evasión de impuestos tampoco se puede aumentar la calidad de la policía, ni las estructuras de inteligencia de Estado o aumentar sus modelos preventivos; estas afirmaciones son la constante de una visión pro-oligárquica que justifica la desigualdad social, enviando el mensaje a la población: “todo tiempo pasado fue mejor”, ahora nada funciona y la economía tiene tan mala salud que necesita cuidados intensivos porque está en coma… etc. Un breve repaso de las noticias de los grandes medios nos conduce a un panorama desolador, existe una apología del crimen, el morbo de las notas rojas, un cuadro dantesco que cultiva la desesperanza construyendo el temor y la ausencia de valores en las poblaciones etc.,  fabricados desde los puntos comunicacionales de los grandes poderes económicos, los cuales viven “aún” en guerra contra todo avance democrático. La gobernabilidad es un concepto que implica entre otros: un elemento de la desigualdad tolerada por la sociedad, en ésta visión se acepta que económicamente no se puede distribuir la riqueza de una nación equitativamente, pero al mismo tiempo esta visión es muy diferente entre los grupos oligárquicos a los grupos de la clase media o burgueses; de igual forma en el fondo se encuentra la “distribución de la justicia”, de nuevo el enfoque cambia radicalmente entre unos y otros, por ello no es de extrañar que las baterías de los grupos de los extremadamente ricos riñan contra la gobernabilidad democrática puesto que todo avance educativo es un gasto innecesario, reformas en salud o infraestructura son un derroche al erario público, la legitimidad del gobierno es cuestionada desde la misma elección presidencial hasta la recién pasada de diputados y alcaldes, con un claro objetivo: dañar la gobernabilidad y legitimidad de la democracia.

    El 24 de mayo en el canal 21, tres dirigentes políticos del partido ARENA externaron sus opiniones sobre el pasado evento electoral, con las conocidas diatribas contra el Tribunal Supremo Electoral, aquella podría ser una entrevista más en nuestro panorama televisivo, no obstante uno de ellos afirmó: “que el gobierno actual era ilegítimo, puesto que debieron abrirse todas las urnas electorales de aquél evento”… esta afirmación apunta a dañar la imagen de gobernabilidad, así como la transparencia del proceso electoral y la legitimidad institucional, ¿acaso será la constante de los próximos años?.  Se deben reconocer los esfuerzos de gobernabilidad orientados hacia la formación de consensos, el diálogo entre sectores, las iniciativas incluyentes en la seguridad nacional, la construcción de la estabilidad social, el respeto a las instituciones etc., además afirmar que la gobernabilidad y la legitimidad son los elementos de una sociedad justa, la cual en esencia es democrática jamás oligárquica.

     

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  • El resultado electoral debe elevar la gobernabilidad

     

     

     

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    César Ramírez

    @caralvasalvador

    En un par de semanas asistiremos a elecciones para diputados y alcaldes de la nación, acción que consolida una rutina democrática muy diferente a un plebiscito o referéndum (no existen en la Constitución Política),  así nuestro proceso es un mandato es indirecto, puesto que los diputados y alcaldes nunca responden por sus acciones en su período administrativo, tampoco preguntan sobre las decisiones de leyes cruciales que la nación necesita, asumen un carácter plenipotenciario olvidándose de sus promesas, pero vuelven cada tres años con similares propuestas.. Si existiera una consulta sobre sus decisiones o acciones de las leyes tendríamos una representación directa, de esa manera la Asamblea Legislativa debería poseer oficinas de opinión, recepción de iniciativas ciudadanas, estadística sobre temas cruciales como: la pena de muerte, el endeudamiento público, migración, salud, tema de la mujer con embarazos riesgosos o violencia criminal, pago de impuestos, evasión fiscal etc... Agendas que a pesar de ventilarse en medios de comunicación social estos se presentan tergiversados y bajo la óptica de tendencias políticas del siglo pasado.

    En momentos pre-electorales la carga propagandística pide el voto bajo cualquier pretexto, como si la nación recién se enterara de los problemas crónicos que soporta a diario; no obstante se trata que esta cultura política cambie, se trata del encuentro de la nación con soluciones en los siguientes tres años, puesto que muchas falencias provocan daños colaterales, como por ejemplo la prisión que sufren las mujeres por acusaciones de aborto, cuando en realidad no existen pruebas objetivas de esos procedimientos, la seguridad, las extorciones etc. “El objetivo de la sociedad es construir  una extensión natural del derecho hacia la política, donde nacen y mueren estas discusiones” –así lo aseguran los teóricos clásicos-; ahí es donde el legislador, los alcaldes o los institutos partidarios tienen su razón de ser, trabajar por el bien común.

    En esta campaña electoral las palabras olvidadas son: “concertación”, “diálogo”, “pluralismo”… los candidatos no las pronuncian porque les interesa polarizar la sociedad, no obstante cualquiera que sea el resultado continuaremos con ese panorama oscuro y tenebroso de división nacional entre conservadores y reformadores, seguiremos con los discursos fanáticos y perturbadores de muchas sectas religiosas propalando falsedades bajo el signo de su estrecha visión; así vivimos entre dos naciones, dos grupos irreconciliables, dos reinos excluyentes, el cielo para ellos y el infierno para los demás… así la campaña electoral se convierte en un combate de fantasías y no de realidades. Pero es el momento de proponer consensos en oposición a los centros de contienda, las elecciones deberían cumplir un programa factible para proponer soluciones a la realidad económica y disminuir las presiones internas o externas sobre la gobernabilidad.

    Cualquiera que sea el resultado, la gobernabilidad se basará en la política de alianzas entre la primera y tercera fuerza, en ese momento el llamado al consenso mostrará el posible nivel de negociación de cara a los siguientes tres años.  El resultado de una docena de encuestas propone un mapa político con pocos cambios, a menos que suceda un terremoto político en esto últimos días previos al ejercicio del voto.  Las condiciones sociales requieren cambios urgentes, orientados a fortalecer la institucionalidad y elevar la gobernabilidad.

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  • Gobernabilidad en El Salvador

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    Caralvá

     

    El escenario político ha cambiado desde la victoria popular del 16 de marzo de 2009, pero muchas actitudes siguen reproduciendo esquemas y creencias como si nada hubiese acontecido.

    Se debe reconocer de una vez por todas, que el centro de gravedad político es el presidente constitucional,  es el primer ciudadano y el generador de consenso al interior de la nación en toda la línea de sectores de poder e institucionales.

    Antes del triunfo de marzo de 2009, no se distinguía entre: presidente de la república, presidente del partido “en el gobierno” y el dueño de la nación, todo era lo mismo; a tal extremo se llegó con esa trilogía que el presidente de la república en anteriores administraciones inauguraba asambleas partidarias, hacía giras interminables proponiendo candidatos, excluía a personalidades que mostraban oposición partidarias, nombraba al candidato sucesor, proclamaba vencedor a su candidato “antes” que el Tribunal Supremo Electoral, además de una feroz política excluyente de todo color diferente al suyo… etc.  pero eso es el pasado.

    No es cuerdo repetir el error de anteriores administraciones, se debe pensar que existe un gobierno que genera la unidad entre partidos políticos, entre los poderes del Estado y conduce a la nación hacia la gobernabilidad.

    En las antiguas administraciones un grupo de poder dentro de un partido, administraba todo, ese grupo irradiaba a la nación todo tipo de criterios, esta última opción fue la que generó la desastrosa imagen de la administración pasada y quizás la causa de su derrota, puesto que los títulos de funcionarios eran parte de un catálogo de cargos del partido-gobierno, de tal forma que los conflictos de intereses y la corrupción era a discreción de muchos funcionarios del partido-gobierno, estos problemas fueron de tal magnitud que ahora las profundas divisiones son la mejor lectura de esa práctica repetida por 20 años.

    De esta forma la nueva gobernabilidad debe profundizar en los siguientes elementos: acercamientos con la sociedad civil, aumento de electorado no tradicional, diálogo constante con  los movimientos sociales, aumento de la credibilidad en la transparencia y administración de los dineros del pueblo, creación de alianzas con el sector privado, cumplimiento de promesas de campaña electoral, notable comportamiento en las funciones de gobierno, una política exterior genuina en el interés nacional, etc.

    Pero si las anteriores acciones son parte del Poder Ejecutivo, los partidos políticos también son parte de este buen funcionamiento, paradójicamente Gobernar implica a los partidos políticos de oposición para “dejar gobernar”,  de ahí el objetivo de coincidir en grandes acciones en: seguridad, inversiones internacionales, crecimiento y desarrollo, en síntesis superar la crisis en todas sus expresiones.

    Dos elementos son claves, la visión de nación no debe importar modelos de otras naciones y otro punto es  que la movilización ciudadana en apoyo al actual gobierno también debe hacerse visible, esencialmente en temas de interés nacional, nunca será tarde para un pacto nacional y constantes concertaciones sociales.

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