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Acuerdo nacional: Historia para todos

Caralvá

Los fascistas no creen en la historia y casualmente los comunistas tampoco, ambos la interpretan a su modo. El quehacer del hombre común es ubicarse dentro de la Historia, así divide a la Historia en los que hacen historia y los que la acompañan. Hegel proclamó el fin de la Historia al celebrar las victorias de Napoleón Bonaparte, La Biblia narra incluso el fin de la humanidad, no sin antes anunciar que después de todo se inician mil años de paz (Apoc. 19-20). Más recientemente Francis Fukuyana en 1989 proclamó en su libro: “El fin de la Historia” un modelo de paz basado en el triunfo del liberalismo económico y no al fin de las ideologías.
El liberalismo en nuestra nación tiene una gran oposición, porque no existen unanimidad por las reformas sociales, la lucha contra la corrupción, el narcotráfico, el lavado de dinero.. etc.
Para no ir muy lejos: ¿qué sucedería si los principales partidos políticos renuncian a su ideología? Las discusiones serían por la velocidad de las reformas en salud, educación, las leyes o la factibilidad de la nación en los siguientes 20 años. Es más prudente eliminar la pobreza estructural, que continuar con ese cáncer que produce delincuentes organizados llamados Maras.
Debemos iniciar un proceso hacia un Acuerdo Nacional por encima de los partidos políticos, puesto que la opción de los partidos políticos es sobreponer sus visiones políticas (ideológicas) sobre toda la nacionalidad salvadoreña. Pero también incluir el proceso de desclasificación de documento secretos, para construir una historia más objetiva.
Si el criterio de historia es básico ¿por qué no iniciar (y concluir) un criterio de Historia Nacional? En Estados Unidos de América se desclasifican documentos con más de 20 años y los ciudadanos tienen derecho a la información… estamos muy lejos de esa condición en nuestra nación. Debemos crear un concepto de paz social para todos. Un criterio de Historia Nacional, una historia común entre las principales fuerzas políticas nacionales e incluso las iglesias o fuerzas civiles. En otras naciones las sociedades civiles llegan a estos acuerdos nacionales (Pactos Sociales) ejemplos como: Chile, Argentina, España o EEUU con las versiones históricas de la guerra del Vietnam, nos ilustran sobre lo necesario de un criterio sobre el tema. Un período histórico debe iniciar y concluir para todos. Escribir la Historia no es un juego, ni una interpretación unilateral. Debemos escribir una historia que implique los componentes nacionales durante el siglo XX para unir los criterios más extremos, de modo que lo escrito sea la más clara enseñanza para las futuras generaciones. Si esto no es posible, si no somos capaces de realizar un esfuerzo de comprensión sobre las grandes enseñanzas de nuestra reciente historia nacional, no será extraño que las diversas versiones contadas en muchas publicaciones, se conviertan en acciones que tarde o temprano justificarán un nuevo conflicto social. Podría parecer poco práctico tratar que los actores principales escriban la historia, casi es una utopía, pero si este esfuerzo no se realiza, las puertas estarán siempre abiertas a un potencial conflicto, si no se escribe la historia definitiva como un mea culpa de los actores, tendremos una invitación a las fuerzas antisistema a cualquier interpretación fanática, como un cáncer que lentamente contamina todo a su alrededor.
Escribir la Historia o construir un Acuerdo Nacional sobre este tema, es más fácil que vivir el retroceso hacia un populismo legal, un mesianismo o un clientelismo electoral, que servirá para crear un nuevo conflicto social.
http://www.diariocolatino.com/opiniones/detalles.asp?NewsID=2783

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