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  • Toda persona puede cambiar sus convicciones

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    Caralvá

    Nuestra vida esta regida más por los hechos que por las convicciones.
    En cada ciudadano vive una serie de acontecimientos que han formado una visión del mundo junto a sus núcleos sociales.
    En pocas palabras, somos más producto de la materialidad de la historia que por las potenciales convicciones que posteriormente adoptamos. En este punto no es correcto afirmar que la historia de El Salvador es producto de la “lucha de clases”, porque las realidades sociales en toda nuestra historia nunca han llegado a estructuras capitalistas clásicas, la nación ni en sus mejores etapas se parece al capitalismo desarrollado, es mejor afirmar que siempre ha existido una lucha por la democracia, la cual fue negada sistemáticamente, y si agregamos que “solo la burguesía es revolucionaria”, el lector puede sacar conclusiones.
    Algunos se aferran a la “leve” conclusión que todo es “lucha de clases” para justificar que cualquier cosa que acompañe este criterio es “comunista” de esta manera la aspiración democrática a lo largo de los tiempos cae bajo ese esquema; pero niegan con la misma contundencia y ferocidad que ha existido una lucha ciudadana por la democracia en todas sus formas, en todas sus expresiones, porque la democracia como actitud social simplemente no fue tolerada.
    Si piensan que esta reflexión es un simple “divertimento intelectual” observemos el desarrollo de la campaña electoral; muchos fanáticos gratuitos no soportan opiniones contrarias a su pensamiento, pero no solo eso, su actitud hostil los impulsa a excluir a todo aquél que piensa diferente, porque es considerado un potencial demócrata en el mejor de los casos, o en el peor… ya sabemos los calificativos.
    En este momento coinciden las aspiraciones sociales con diversos movimientos sociales herederos de la democracia, puesto que no todo significa un color partidario, el movimiento social en esencia es la interpretación de esos “hechos sociales” que pesan más que las convicciones, por ejemplo: la débil movilidad social, en la nación una familia pobre tiene todo en contra para salir de la miseria, en ellos es notorio el olvido estructural y su destino fatalista.
    “Hechos sociales” dentro de la democracia, deberían observarse como el desarrollo humano a lo largo de una década y no solo en el momento electoral; en esos mismos términos podríamos colocar el grado educativo, salud, tercera edad, superando el momento político para integrar a los ciudadanos a realidades superiores a sus convicciones.
    Por estas razones, cuando algunos personajes destilan insultos contra otros ciudadanos en diversos medios de comunicación, no solo insultan a una persona, también denigran la inteligencia social de la nación, su conciencia no les permite “creer en la democracia”, recorren el mismo camino que cerró el camino democrático a legítimos movimientos sociales del siglo pasado. Es un buen momento para enfrentar “hechos” versus “convicciones” o el “presente” en sus diversas expresiones: presente-pasado, presente-presente y presente-futuro, para aterrizar en lo siguiente: Toda persona puede cambiar su “convicción”, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, pero no puede cambiar los “hechos”, esa contundencia material capitalista rige nuestra vida, donde lo poco que podemos cambiar se inicia y termina en la perfección de la democracia.

  • El bien social

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    Caralvá

    “Existe el bien en un mundo decadente” Evelyn Waug… esa parece una frase escrita para estos momentos. Con tantas malas noticias, se nos olvida que “el bien” es un patrimonio de la humanidad y al menos para eso no hemos inventado crédito alguno, si así fuese ya estaríamos en quiebra.
    El codicioso mundo del capitalismo condujo a millones de personas a su enajenación espiritual, en muchos casos provocado por la “Burbuja Crediticia” que otorgaba dinero fácil para cualquier cosa, ahora es imposible pagar las hipotecas y continuar con el alto nivel de vida adquirido en años anteriores, principalmente si los ingresos han disminuido. Esta condición es uno de los factores que ha propiciado la crisis, aunque ya sabemos que otro punto crucial es la falta de control gubernamental hacia los bancos, en Estados Unidos.
    Nuestra nación no es una excepción a estos casos. Un pequeño recuento de años anteriores nos hace encontrar verdaderas novelas de corrupción, donde desaparece el dinero del pueblo sin explicación alguna. Delitos inocultables: alijos de Cocaína encontrados en bodegas de San Salvador sin una sola captura, asesinato de un Agente de la DEA que investigaba el narcotráfico en San Salvador, nuevos ricos de la noche a la mañana con redes comerciales impresionantes, transferencia de dinero a terceros países sin control alguno, sin olvidar los casos de corrupción de entidades financieras como Finsepro e Insepro… etc.
    ¿Cómo hacer el bien en tiempos de crisis? Pensemos en la administración transparente de los dineros públicos; para esta administración y para la siguiente. En el siglo XXI, “el bien” tiende a considerarse más social y menos individual, debemos entender “el bien (social) en un mundo decadente”, como un punto visible en la defensa del empleo; un punto de coincidencia para todos. El bien social implica eliminar la corrupción, porque la corrupción también asesina inocentes.
    El bien social esta en completa oposición a la opulencia y el dispendio de los nuevos ricos enriquecidos con dinero del pueblo, esos personajes como Bernard Madoff en Estados Unidos y sus homólogos locales, ellos no dudan en tomar el dinero ajeno para sus propios objetivos. Además es un buen momento para pensar en realidades, “nada de alfombras mágicas para castillos en el aire”.
    Así como están las cosas en la economía mundial, los lujos parecen malas palabras, a pesar que algunos cínicos insisten en afirmar que “no es para tanto”, porque el mundo esta diseñado de esa forma.
    Ahora que estalló la burbuja crediticia en el primer mundo y que ese desastre anuncia su presencia, los “lujitos” parece que serán parte de las ficciones, porque la economía no da para más. Los bancos del primer mundo colapsan y nosotros varados en la periferia: ¿tendremos reservas monetarias necesarias para salvarnos? ¿O dejaremos de cumplir compromisos internacionales?..
    Adiós a los lujos, deberemos conformarnos con lo básico, que en toda la línea de la palabra es la sencillez de la austeridad.
    “El bien en un mundo decadente” quizás signifique un solo concepto: el trabajo honrado y la transparencia en la administración de los dineros del pueblo.


  • 41-53 3000 Suplemento Cultural cesar ramirez caralvá

    Recueración Histórica

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  • Un Arca de maíz en “el capitalismo moribundo”

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    Caralvá

    Somos testigos del colapso del capitalismo que tiene un enorme efecto educativo en las multitudes, efecto que no pudimos sospechar hace unos pocos meses. De las causas y motivos son conocidos muchos tratados, pero los efectos son contundentes: cierres bancarios, despidos masivos, naciones declaradas en recesión, rescates económicos con cifras astronómicas, en general una cascada de malas noticias que nos acompañarán hasta el 2010.
    “El capitalismo moribundo” era un tema de la revista Signale de Bertolt Brecht, allá por 1930, que nunca se escribió, pero el momento actual asemeja un organismo que tiene esas características, pero debemos anotar algo que algunos intelectuales clásicos no previeron, este ocaso no se debe a un proceso “ideológico”, sino a un efecto devastador de un principio generador del mal, ausencia de control estatal sobre el valor dinerario.
    El estado actual de la economía se puede describir como el mejor canto de la ineficiencia capitalista en muchos años, desafortunadamente también somos parte del coro, anotando que esta sinfonía tiene por orquesta la ambición desmedida de los banqueros.
    Hace algunos años algunos teóricos celebraban el primer sistema mundial en la historia de la humanidad: el capitalismo, ahora en su postración el capitalismo fija límites a las ganancias, controles a la ambición y vigila la especulación, con mucha similitud a los países nórdicos.
    Pero el capitalismo a pesar de estar en coma y cuidados intensivos, aún no “estira la pata”, porque cuenta con importantes acumulaciones, uno de ellos es la tecnología, además para comercializar no se necesita dinero; para vender la fuerza de trabajo tampoco, puesto que el “valor” puede ser fijado entre las partes y no se necesita de triangulaciones, sino tratos directos, así fijar el intercambio de producción puede considerarse por acuerdos nacionales o internacionales.
    Encontrar un nuevo “valor” aceptado por las naciones es el tema.
    En esta tragedia, el efecto educativo de la crisis capitalista es el valor de las personas, esa calidad por encima del utilitarismo, son seres como nosotros que sufren la intemperie del desempleo. Al final las cifras de este drama internacional, no son números o miles de vehículos o caídas de inversiones, son personas, son trabajadores que dejan de percibir ingresos y no tienen integración económica, son familias que incumplen sus pagos o compromisos financieros.
    En nuestra nación con urgencia debemos prever el retorno a una agricultura que alimente eficientemente y con bajo costo a muchas personas que requerirán de al menos una comida al día.
    Como en tiempos bíblicos, construir un Arca de Maíz puede ser nuestra salvación de las hambrunas que se avecinan. La histórica lección de nuestros antepasados cobrará vigencia con nuevos cultivos… al menos tendremos que comer.
    La crisis muestra su peor rostro en el desempleo, pero el efecto educativo será el descubrimiento de la solidaridad, la defensa del empleo, el apoyo a los desprotegidos, e incluso el trabajo voluntario hacia objetivos nacionales.
    El capitalismo moribundo no esta en su fase terminal, aún tiene larga vida, a nosotros corresponde construir un Arca de esperanza ante el diluvio de la crisis capitalista…. que sin duda, pronto llegará a nuestro encuentro.

  • 54-60 3000 Suplemento Cultural cesar ramirez caralva

    Recuperación Histórica


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  • Crisis económica (en desarrollo)

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    Caralvá

    El rostro de la crisis económica (en desarrollo) de Estados Unidos apareció en el sector de bienes y raíces, luego las finanzas, ahora la industria y áreas tecnológicas, que dejan huellas de pérdida en hipotecas, desempleo y ausencia de dinero en efectivo en toda la ruta de transacciones comerciales. En Estados Unidos los bancos fueron subsidiados con enormes cantidades de dinero, pero ahora hablan de nacionalizarlos.
    En Estados Unidos se originó este terremoto capitalista y no queda más que esa nación provea la solución al resto del mundo… en caso de existir.
    Si no hay salida a la crisis, asistiremos a un nuevo modelo económico que pasa por la re-estructuración del sistema financiero internacional, será un híbrido: un socialcapitalismo o un capitalismo de Estado, diferente al comunismo, pero como todo híbrido con algún parecido.
    Es un tiempo de extremo peligro para las democracias emergentes y otras consolidadas, porque apelando a la fragilidad económica, el poder puede concentrarse súbitamente en cualquier personaje y constituir un dictador; pero una dictadura, ¡ni Dios lo quiera! como escribían en el siglo XVIII los diplomáticos en sus convenios, sería la ruina para nuestras naciones, no solo por la pérdida institucional, sino porque toda postración social se canalizaría hacia otro cambio social, repitiendo la misma historia del Coronel Aureliano Buendía en Cien Años de Soledad.
    La mejor respuesta a la inestabilidad económica es profundizar la democracia, esa es la mejor acción social posible para el desarrollo nacional y regional. En nuestra nación debemos aprender de la historia, la “excusa” para la ruptura constitucional a principios del siglo XX fue una crisis económica mundial, unida a elecciones fraudulentas y leyes que eliminaron las antiguas propiedades ejidatarias y comunales de las etnias, este caldo de cultivo propició los acontecimiento de 1932, inaugurando una cadena de golpes de estado de ingrata memoria y con personas que aún en este momento, “no creen en la democracia”.
    No obstante la crisis económica obliga a la defensa y la unidad nacional.
    En realidad necesitamos escuchar puntos de encuentro de la clase política, para disminuir el impacto de la recesión y por supuesto su propuesta de Gobierno.
    Un acuerdo político más allá del proceso electoral que invoque la estabilidad económica nacional, la seguridad, con una política de comunicación transparente de gastos públicos y finalmente la estabilidad laboral en la empresa privada es un verdadero clamor popular.
    El Estado no debe ser parte de un partido político, ni su máximo dirigente el dueño de la nación, la crisis económica a fin de cuentas es un producto de exportación estadounidense (made in usa) que nadie desea, de ahí la necesaria solidaridad con los trabajadores y continuar construyendo una sociedad democrática a pesar de todo.
    Ante el desafío de la crisis económica: la democracia y la institucionalidad son las mejores respuestas nacionales para la gobernabilidad.

    colatino