Caralvá
De la mentira a la verdad, del Golpe Militar a la lucha por la instauración de la democracia, de la expulsión violenta por las fuerzas militares al retorno del presidente constitucional Manuel Zelaya; esa parece ser la historia de estos meses en la República de Honduras.
En juego se encuentra la democracia continental, en discusión la réplica neogolpista en el continente americano y entre otros criterios, el caso: un grupo de poder rechaza por maquinaciones pseudolegales todos los argumentos de las naciones democráticas del mundo. Pero con el retorno del presidente constitucional y el inmediato apoyo de sectores democráticos, el régimen golpista se ve obligado a reprimir y declarar el toque de queda como medida desesperada para contener el avance de las fuerzas populares.
Mientras en toda la línea de imagen internacional, en toda la línea diplomática, en todos los foros continentales, los golpistas hondureños palpan su fracaso puesto que son los únicos arquitectos de su desastre.
Es importante señalar que la movilización internacional a favor de la restauración institucional en Honduras, no es por una persona, ni por un partido político, es por la democracia latinoamericana, que impondrá el precedente para cualquier otro aspirante a dictador en el continente americano.
La naciente dictadura pretende forzar un proceso electoral ilícito, pero las naciones del mundo han adelantado que no reconocerán al producto de este acto, pero mientras se debaten en su “círculo interior”, la nación padece un autobloqueo comercial, donde los pobres son los que reciben el mayor impacto de esta crisis provocada por los golpistas hondureños.
El llamado a la insurrección popular emerge del régimen de facto, puesto que los golpistas han violentado el orden constitucional, por ello las fuerzas populares son alentadas a combatir a los opresores; el estado de sitio no tiene resultados porque los ciudadanos pierden el temor y el toque de queda tampoco funciona porque el pueblo desborda la represión.
Aún es tiempo de aceptar un proceso de salida honorable para ellos, aún tienen a su alcance la mediación propuesta por Costa Rica o un diálogo-negociación interno, donde fijen la fecha de su salida inmediata, no tienen otra alternativa; en este punto coinciden las naciones en sus recientes declaraciones en la sede de las Naciones Unidas: Brasil, Chile, Argentina.
Al menos con tanto rechazo mundial, los golpistas y todos sus secuaces nacionales e internacionales, deben entender que el diálogo negocia la rendición de los neogolpistas, que es ineludible el retorno a la democracia en Honduras y que todos los planes para interrumpir la democracia continental serán un fracaso absoluto.
¡Viva Hondura sin dictaduras! resume la aspiración popular contra el golpe militar, este concepto une las aspiraciones democráticas latinoamericanas y aquellos que se oponen, son los nostálgicos de los dictadores del siglo pasado, afortunadamente han llegado tarde a la historia del siglo XXI.