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  • De ideas y realidades 2012

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    Caralvá

     

     

     

    La materialidad capitalista que nos acompaña, es aceptada como realidad absoluta, nos limita e incluso nos convierte en sus prisioneros, no obstante las ideas que permanecen en cada ciudadano se rebelan con nuevas fronteras sin límites.

     

    Las ideas de una sociedad justa con mejores oportunidades, se contraen ante la materialidad de nuestra economía, que lleva ya varios años en este estado.

     

    El reciente acontecimiento del fin de la Cuenta Larga de los mayas, el 13 Baktun demostró la potencialidad de un evento lleno de imaginación y matemáticas, que asombró al mundo, incluso ahora con toda nuestra tecnología, la notable precisión matemática de una civilización dispersa hace cientos de años, demostró que los mayas tienen un concepto del tiempo formidable, que debemos estudiar sistemáticamente.

     

    Nuestra temporalidad coincidió con el fin de la denominada Cuenta Larga del calendario maya, es el inicio de otra era o una cuenta nueva; la víspera del 21 12 12,  como los días siguientes nos permiten cierta expectativa optimista de un nuevo modelo de entendimiento social, no obstante esta idea no es suficiente para cambiar la materialidad de un mundo ahogado en la miseria de auto-destrucción.

     

    Las ideas benignas de construir una sociedad pacífica no sirven para eliminar los conflictos regionales, tampoco funcionan para solucionar el hambre o la desigualdad, parece que un arma es más fuerte que cualquier ideal de justicia, somos un desastre como humanidad; la materialidad se impone en nuestra nación cuando se impone a menores de edad actos ilícitos, somete a los jóvenes a la prostitución, el sicariato, drogadicción etc. como en los tiempos esclavistas. Pero en estos actos no estamos solos, la materialidad comercial, también es replicada en otros continentes.

     

    Quizás las ideas (entendidas por idealismo por un mundo mejor), coincidan por una nueva era que transforme esta materialidad esclavista de nuestra sociedad capitalista, los mayas a lo mejor no tienen nada que ver con nuestra humanidad, pero al menos una nueva cuenta que elimine tantas injusticias continúa siendo una legítima aspiración universal, asistimos como testigos al fracaso de una sociedad con ideales muertos, apenas si tenemos esperanzas sobre el futuro nacional, o son tan limitadas como las posibilidades de superar un estado de movilidad social, apenas podemos pagar las deudas. El ideal de trabajo también es muy extraño y peor la materialidad de ese beneficio, el trabajo no cumple la función liberadora si la persona no se dignifica con el salario, nuestra nación tiene esa paradoja, existen muchas personas que ganan salarios mínimos, pero no pueden superar su estado de pobreza, la movilidad social no funciona, este estado prolongado no lleva a ninguna parte, excepto al abandono del trabajo mismo, este ciclo lleva a la desesperanza y en peores casos a las acciones anti-laborales; podríamos investigar si el ideal educativo también nos lleva a estos círculos destructivos, porque la resultante de una carrera académica concluida, no dignifica a muchos desempleados profesionales.

     

    Quizás el exitoso evento del 13 Baktun del pasado 21 de diciembre de 2012 fue unir ideas y materialidad bajo el concepto de un nuevo tiempo, ahora el desafío será la divulgación de la historia maya, en beneficio de nuestra nación.

     

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  • Violencia infinita

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    Caralvá

     

     

     

    En la historia de la humanidad quizás no existe un período de tiempo prolongado de  paz en ninguna cultura, los libros de historia nos hablan de luchas de pueblo contra pueblo, familias contra familias, ¿acaso es nuestra naturaleza?... Se considera a la violencia como elemento fundacional, de esta manera han nacido la mayoría de las actuales repúblicas,  entonces el sentido de la lucha tiene otro sentido, pero el resultado es el mismo; se necesita de la fuerza para imponer un nuevo discurso.

     

    Algunos autores consideran que la historia de la humanidad es simplemente la lucha por los derechos humanos, estos derechos al final no son otorgados, sino arrebatados a quienes niegan los principios que por un tiempo solo son privilegios de pequeños grupos.

     

    Algo de las tragedias como la ocurrida en Newtown sacude nuestra conciencia de humanidad, esa violencia es de otra naturaleza, no es la clásica guerra, ni un ejercicio libertario, es un acontecimiento social de una persona desequilibrada que comete una acción desproporcionada y sin sentido; pero luego de esta acción cobramos consciencia que en ninguna otra etapa de la historia, la humanidad ha sido tan expuesta por los medios de comunicación a la agresión, injurias, daño psicológicos, culto a la muerte etc.; para llegar a este momento los videojuegos han cambiado la mentalidad de muchos jóvenes o adultos en relación a la vida y muerte, en estos juegos de guerra se dispara en forma virtual, pero ese disparo impacta en un enemigo “aparente” y éste muere, pero el juego continúa entre muerte y muerte la cual suma y suma, con rastros de sangre que no provocan más que risa con cierto sentido de victoria ante los batallones de adversarios tirados como moscas en el piso virtual. Esa rutina de juegos electrónicos, también existen en la red de internet, televisión de paga, teléfonos, en las películas y las series de televisión transmitidas en forma abierta, de tal forma que la saga de los filmes  El Padrino parecen  infantiles ante lo que presenciamos en la realidad. El acontecimiento de Newtown es una verdadera tragedia para la humanidad.

     

    Pero nuestra nación no es la excepción, durante años hemos sufrido el asesinato de muchos jóvenes en nuestras calles, muchos han sufrido violencia en las escuelas, canchas de fútbol e incluso en su propio hogar, esta violencia es posible tanto acá como allá por el acceso a las armas, por el deterioro de los valores y la exposición masiva de los chicos a estas acciones consideradas herramientas de marketing, pero en realidad son instrumentos para destruir el respeto a la vida y la sociedad.

     

    Aurelios Agustinos (San Agustín) decía: “antes de buscar al anticristo en otras personas, deberíamos preguntarnos si no está entre nosotros”,  a lo mejor este es el principio que nos debe iluminar, las armas no matan, son las personas las que matan a sus semejantes, de igual forma una persona armada es una persona “predispuesta” a disparar.

     

    ¿Por qué la libertad se asocia con las armas?... quizás estos conceptos están equivocados, los ideales se confunden con los objetos, de tal forma que libertad es sinónimo de utilitarismo, así la pregunta nos conduce a la desconfianza entre personas y naciones, es una carrera sin fin hasta el colapso; deberíamos colocar un alto en esta autopista de la destrucción.

     

    Sabemos el destino de los pacifistas, pero el fracaso de nuestra sociedad global, con sus discursos utilitarios y consumistas nos conduce al suicidio armado, deberíamos ser buenos como Sócrates, asumir las consecuencias por denunciar la corrupción de los jóvenes por falsos dioses y liberarlos de su destino predecible.

     

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  • Incertidumbre del siglo XXI

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    Caralvá

     

     

     

    Nuestra historia no es un remanso de paz desde el siglo XX, ha sido por el contrario una lucha continua de violencia institucional en coalición con otras violencias menos visibles pero igual de efectivas: la justicia, las religiones, la cultura etc. que han determinado los campos del imaginario y la realidad salvadoreña en prisiones virtuales.

     

    La certidumbre de vivir en paz inaugurada a partir de 1992 inicia un camino desconocido por muchas generaciones, pero es hasta el año 2009 que la certeza de la continuidad democrática entra en riesgo, puesto que los antiguos poderes impulsan sendas campañas de “incertidumbre” sobre todo lo construido en este breve tiempo, poco falta para invocar los antiguos métodos del siglo XX para resolver y volver al pasado.

     

    Hemos vivido en prisiones virtuales por mucho tiempo, tanto que no las reconocemos, ejemplo de algunas: “el dinero lo puede todo”, “seréis felices en la otra vida”, “todos somos iguales ante la ley”, “representamos al pueblo”… etc., si realizamos el ejercicio liberador de distinguir a personas y no a relaciones sociales de producción, nos encontramos con una nación postrada en la miseria, abandonada en muchas áreas, las personas no pueden salir de su nivel de vida porque el modelo que vivimos es injusto, se pronuncia la desigualdad con cada salvadoreño que no tiene una vivienda digna, pero desde la óptica social esta situación parece lo más normal del mundo… es extraño.

     

    La confianza en el modelo político al igual que la democracia debe construirse palmo a palmo por los ciudadanos, esta certidumbre de los sectores más vulnerables significa en pocas palabras brindarles servicios, trabajo, salud, educación, etc. lo cual es visible en obras, campañas, nivel escolar etc.

     

    Las prisiones virtuales del imaginario salvadoreño deben eliminarse, con las realidades de nuestra sociedad, estas prisiones deben derrotarse una por una, por ejemplo: la pobreza de nuestra nación no es posible erradicarla en pocos años, solo bajo una firme y decidida inversión social de al menos varias administraciones honradas; la corrupción es un modelo cultural no una acción individual, la corrupción existe en la esencia del capitalismo, porque ese “ganar-ganar” implica el negocio donde el perdedor es el Estado, en otras el fraude social o la estafa política, de tal manera que cambiar la cultura de engaño, respetar las reglas, cumplir las leyes casi es re-educar a todos los niños en el básico: “no mentirás” lo cual es una utopía; el narcotráfico es un fenómeno de importación transnacional con tantos recursos que poco podemos hacer sin ayuda internacional, pero México y Colombia son ejemplos a seguir… a pesar de todo;  la educación no está funcionando adecuadamente, ¿qué clase de ciudadanos esperamos los siguientes 20 años?, se les enseña a tolerar la diferencia, a respetar las opiniones contrarias, a organizarse en la defensa de sus propias vidas ante el peligros del crimen organizado;  las niñas son el sector más vulnerable de la sociedad, hacia ellas deben orientarse los mejores esfuerzos para alentarles a terminar su educación básica y superior.

     

    Eliminar la incertidumbre no es patrimonio del  Gobierno, también corresponde a los sectores empresariales, trabajadores, profesionales, etc. ellos también son parte de la solución, pero desafortunadamente esta acción cultural no ha existido nunca, se considera que le corresponde a otros, así  al final de la cadena nadie es responsable.

     

    Quizás la solución se inicie por reconocer nuestros límites, iniciando el acto liberador de abandonar las ideas de soluciones fáciles, no hay soluciones fáciles, solo largos años de trabajo.

     

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  • Los mismos cantos de guerra del siglo pasado

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    Caralvá

     

     

     

    Las declaraciones de algunos dirigentes conservadores, son los discursos de la sangre colmando los territorios nacionales, sus palabras recuerdan  la violencia de la guerra civil, ellos claman por el pasado y quizás sueñan con una victoria de exterminio sobre los rojos.

     

    Es conocido que cualquiera: persona, grupo, etnia o sector calificado de Comunista tiene el sello de muerte en su frente, este signo concede en otras palabras, “licencia para matar”,  para asesinar  sin compasión porque es un peligro feroz para aquellos autodenominados “anticomunistas”.

     

    Incluso ahora, que de nuevo llegan las elecciones, el estribillo: “será la tumba donde los rojos (comunistas)  terminarán” es repetida día con día, desde luego que este largo cementerio tiene diferentes épocas, pero los muertos usualmente son los mismos.

     

    Es necesario que estas (des)calificaciones terminen por decreto, por buena voluntad o por vocación de paz entre los salvadoreños, debido a que además de estar en completo anacronismo, no tiene aplicación en el siglo XXI, la guerra fría terminó hace muchos años, pero en nuestra nación los grandes partidos se aferran a esos conceptos como banderas que identifican nuestro destino, esto tampoco es correcto, debido a que el mundo no avanza hacia esos destinos, sino que hacia grandes conglomerados de asociaciones económicas, eliminación de fronteras y uniones políticas, mientras los discursos políticos en nuestra nación prometen la desintegración y las atomizaciones territoriales, incluso sectoriales.

     

    Si cambiamos aquellos términos por “resistencia civil”, “lucha por autonomías étnicas”, “movimiento nacionales democráticos”, etc. el panorama es distinto porque nos daría una visión coherente con la nación, de esta forma: si la lucha en 1932 fue una resistencia civil por la autonomía étnica, que defendió sus derechos por las elecciones que ganaron sus alcaldes, además de sus tierras ejidales, el concepto entonces dejaría a cualquiera que usara la bandera de “comunista o anticomunistas” sin el recurso ideológico,  lo cual nos permitiría visualizar a la etnia con autodeterminación que fue reprimida, pero su lucha redundaría en el reconocimiento como “pueblo originario”;  de otra forma se convierte en un instrumento a favor o en contra del uso ideológico como combustible para esa lucha interminable...  ¿Conviene seguir esta división en el siglo XXI?

     

    Necesitamos propuestas audaces para la nación, ¿por qué no renunciar al discurso de amigo-enemigo? Si la democracia es nuestro futuro, entonces para que continuar la “vuelta de molino” arengado: “el mejor comunista es el muerto” o a la inversa: “… es la internacional”, esto puede ofender a la ortodoxia (de derecha e izquierda) pero el ejercicio es válido para el futuro de la nación.

     

    Si es difícil renunciar a estos principios, es peor la realidad económica de nuestra nación, la cual necesita de unidad nacional;  en estos momento es mucho más complicada la distancia científica o tecnológica de nuestro pueblo con otros, que renunciar a una  ideología de guerra fría que no alimenta;  al final es muy ingrato que todo panorama nacional con sus propuestas de solución,  se visualice por un factor electoral y no por la viabilidad que requerimos para luchar contra los enemigos de la Patria: el narcotráfico, el crimen organizado, las pandillas, etc.

     

    Renunciar a los principios ideológicos puede ser algo doloroso para aquellos que se alimentan de una mentalidad de guerra  y sangre, pero esa sed destructiva debe terminar un día, con el agua de la paz en una nación con vocación de unidad y democracia, este camino desconocido quizás suene a “poesía delirante” pero al menos da una lectura diferente para nuestros pueblos originales y el futuro que nación se merece.

     

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