Caralvá
Es sintomático que en este siglo, la evolución de la organización del crimen este por todas partes, es de tal magnitud que no reconoce fronteras.
Ya conocemos la realidad, los límites de Norte a Sur, sus peligros, la dimensión humana que arrastra un sentido particular de odio, donde las armas resuelven todo, es salvaje, la ley del más fuerte que debería denominarse: “la Ley del mejor armado”.
Si nos aferramos al no cambio, nuestro destino será una nueva sangría, será en otro tiempo pero acontecerá de todas formas, la historia demuestra que los grupos con poder dinerario, organización, territorios, etc., están destinados a enfrentar al poder tradicional legal.
El motivo de anotar esto es el ascenso de los grupos organizados para el crimen, su realidad nos consume y nos deteriora en toda la línea de cultura; destruyen nuestros valores y la razón pierde sentido en la nación, parece que estamos desarmados ante este peligro que a diario viven las personas honradas bajo los siguientes signos: comercio de drogas, coacción, extorción o acciones violentas que deterioran la moral y el trabajo de los ciudadanos, estos grupos deben desaparecer, su disolución debe ser voluntaria bajo las normas democráticas, de otra forma recorreremos un camino conocido, allanado por mucha sangre de inocentes.
Es alarmante el avance de estos grupos por sus niveles de organización, la captura de un narcotraficante nacional hace unos días, nos permite observar los niveles de penetración social, situación ya reportada en otros tiempos con unas figuras políticas que ahora cumplen sendas condenas en Estados Unidos de América.
Existe un clamor popular para que esta condición anormal no avance, es un llamado poderoso a la acción contra un cáncer que destruye la sociedad, la razón debe imponerse, ésta razón debe ser jurídica y moral, debe existir un camino visible para la disolución de estas asociaciones ilícitas y un parámetro expuesto públicamente… verificable.
En otras naciones se promueve la integración de los jóvenes delincuentes a la sociedad por modelos de reeducación laboral, acompañado de trabajo voluntario en huertos comunales, servicios comunitarios, etc.; pero la diferencia es que las empresas privadas colaboran con esta integración, acá parece que esa arista es sospechosa porque algunos la consideran una política a favor del gobierno, pero resulta que el gobierno por sí solo, no puede resolver este problema.
Las asociaciones del crimen organizado deben desaparecer, bajo las leyes de la República y normas internacionales.
Un síntoma a considerar es la política hacia estos grupos, si la solución es observada como una bandera partidaria y no como objetivo nacional, el riesgo es llegar tarde a la objetividad en un tema tan delicado, pero se nos hace: “muy tarde” para solucionar este problema… casi nos recuerda unas palabras de Jorge Luis Borges cuando habla de leyendas y muertes: “…hay otra inscripción que dice: "It is later than you think" -es más tarde de lo que piensas-, en un reloj de sol de un jardín de Inglaterra. Y hay como una leve amenaza allí, ¿no?: "Es más tarde", como si lo amenazara de muerte a quien lee. "Es más tarde de lo que piensas"; es decir, estás más cerca de la muerte, supongo yo, ¿no?”
