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acuerdo de paz

  • ¿Han fracasado los acuerdos de paz?

     

    César Ramírez

    @caralvasalvador

     

    Un acuerdo negativo para la nación es bloquear el financiamiento del Estado para cumplir sus obligaciones fiscales, impidiendo nuevos impuestos, reformas al sistema de pensiones, obstaculizando los bonos de empréstitos internacionales e incluso las donaciones para carreteras; parece que el objetivo es el rédito político electoral del 2018.

    ¿Podremos continuar así durante mucho tiempo? Me parece que tenemos poco tiempo para evitar el impago en el sistema previsional, lo cual acontecerá en las siguientes seis semanas de no lograr un acuerdo político; efectivamente la solución reside en el seno de la Asamblea Legislativa, pero mientras este evento no suceda, la incertidumbre se apodera de la nación. Es paradójico que veinticinco años después de los acuerdos de paz, la sociedad se encuentra al borde del colapso institucional, donde las fracciones políticas no logran llegar a un acuerdo, el partido principal de la oposición afirma que no contribuirá en nada para apoyar iniciativas de la actual administración, pero los problemas no pueden esperar, es patético que desde sus cómodos sillones ignoren el dolor de los pensionados, mientras el clamor popular pide una pronta solución a estas diferencias.

    ¿Necesitamos un árbitro para salir de esta trampa institucional? ¿una nueva generación de acuerdo de paz? O una variante de resoluciones positivas de la Corte Suprema de Justicia que evalúe por medio de la Sala Constitucional que provocar el impago “por motivos de réditos electorales es inconstitucional”, considerando múltiples artículos de la Carta Magna.

    Es necesario tomar en cuenta que nuestros partidos políticos son una herencia de la guerra civil, la cual fue producto de la negación absoluta de la democracia, debido al autoritarismo militar del siglo pasado, ese esquema de la guerra fría no ha muerto en la mente de muchas personas; si las armas se abandonaron, si el nuevo Ejército Nacional cambió su doctrina y se reestructuró en forma ejemplar, si hemos logrado que no se persiga a las personas por sus ideales sociales, es necesario también un cambio en la forma de considerar a los partidos políticos para que sus banderas no comuniquen guerra, amigo-enemigo, muerte-destrucción, comunismo-anticomunismo, URSS-USA, porque si continuamos de esa forma el resultado es previsible, nada positivo se podrá extraer de la tragedia.

    Recordemos el Acuerdo de Paz firmado en Ciudad de México 16 de enero de 1992. En su capítulo V. Tema Económico y Social. 1. Preámbulo. “La reunificación de la sociedad salvadoreña, en democracia, tiene como uno de sus requisitos el desarrollo económico y social sostenido del país. Al mismo tiempo, la reunificación de la sociedad salvadoreña y un creciente grado de cohesión social son elementos indispensables para acceder al desarrollo. Por eso, entre el conjunto de acuerdos requerido para terminar definitivamente el conflicto armado en El Salvador, se incluye una plataforma mínima de compromisos tendientes a facilitar el desarrollo en beneficio de todos los estratos sociales”. ONU Acuerdo de El Salvador pág 80.

    Si el objetivo no es el desarrollo económico y social sostenido del país, y si no se genera estabilidad social para la gobernar, la paz y la reunificación de la sociedad, los Acuerdo de Paz han fracasado.

    www.cesarramirezcaralva.com

     

     

  • Acuerdo de Paz: democracia, reforma, diálogo, modernización y capitalismo

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    Caralvá

     

     

     

    Estos conceptos encierran el espíritu de la nueva era democrática salvadoreña, donde aún existen matices de viejas estructuras en transformación, pero cada día es un logro para las nuevas generaciones en paz social.

     

    Cada día es un logro, puesto que no se puede negar que alguna fracción nostálgica armada sueñe con el viejo Golpe Militar como en el vecino país de Honduras, alegando lo mismo: “violación a la Constitución” y  destrozando el modelo creado con tanto esfuerzo…en Latinoamérica todo es posible.

     

    En estos veinte años de vigencia del Acuerdo de Paz, la nueva legalidad permite solucionar por diversos mecanismos pacíficos los problemas que en épocas anteriores eran motivo de persecución política. Los desacuerdos políticos visibles en estos años,  son expresiones de grupos de poder, que afortunadamente aún presenta  soluciones viables y pacíficas dentro del marco constitucional, lo cual permite el diálogo permanente entre sectores.

     

    Los partidos políticos han cobrado un nivel de ejercicio constitucional sin precedente por la conducción civil del Estado, ello permite que la aparente crisis social no llegue a niveles de represión como en el pasado, de tal forma que los sistemas de oxigenación del modelo democrático funcionen.

     

    A pesar que existen grupos antisistema ligados a estructuras de crimen organizado y narcotráfico, estas no poseen expresiones políticas las cuales puedan desequilibrar el sistema legal, lo cual es muy afortunado para nuestra nación.

     

    Entre los máximos logros de estos veinte años bajo el ejercicio de nueva legalidad, se destaca el rechazo a los métodos violentos por los partidos políticos, condición que favorece todos los planos de convivencia social.

     

    La funcionalidad de los partidos políticos  puede observarse en sus estructuras orgánicas, que son de un nivel superior a las antiguas instituciones emotivas y plagadas de voluntariado, ahora la capacidad orgánica no solo posee experiencia en la maquinaria electoral sino efectividad en acciones sociales, con promociones a jóvenes y potencial de relaciones internacionales, además con educación permanente para sus cuadros. Pero el lado oscuro es la imposición de la obediencia al partido que convierte a los miembros en servidores y no en cuadros políticos, con ese modelo los miembros no tienen capacidad propositiva ni de conducción.

     

    El modelo de apertura democrática que disfruta nuestra nación, permite espacios para la reforma permanente de las leyes obsoletas, la herencia del pasado es agobiante, muchos rubros deben transformarse, especialmente en las áreas que involucran la problemática de los jóvenes y su incorporación a la sociedad productiva.

     

    El diálogo debe ser permanente, pero algunos partidos políticos niegan esta posibilidad, de tal forma que la ciudadanía recibe el mensaje de dos modelos ideológicos que anteponen sus principios a los intereses del pueblo.

     

    No todo es negativo, a pesar de las diferencias entre los partidos políticos, al menos el capitalismo no esta en discusión, más parece que el núcleo diferencial es la velocidad del cambio para adaptar el modelo social a los siguientes desafíos de este sistema mundial. El capitalismo en crisis es un gran peligro para la democracia salvadoreña, incluso para el Acuerdo de Paz, pero estos veinte años sirven de experiencia y en ese nivel la lección ha sido plenamente comprendida.

     

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  • En el vigésimo aniversario del Acuerdo de Paz

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    Caralvá

     

     

     

    Si en este momento preguntáramos a la población: ¿cómo cree que serán los siguientes veinte años, bajo el Acuerdo de Paz?: las respuestas podrían alucinarnos por la crudeza de la realidad, por ejemplo: la justicia deteriorada, aumento de la delincuencia, el cambio climático catastrófico, la economía con severos extremos de riqueza y pobreza, la edad de jubilación aumentada, disminución de las prestaciones sociales etc.  pero su contraparte podría ser: fácil acceso a la tecnología, masividad de las comunicaciones, reformas en los códigos penales y los menores de edad serán condenados como los adultos, aumento en los delitos cibernéticos, nuevas fuentes energéticas, transformación de los valores sociales incluyendo concepto del trabajo y tiempo laboral, además la salud evolucionará hacia cuidados dentro del hogar con supervisión a distancia.. etc.

     

    En nuestro caso al celebrar el vigésimo aniversario del acuerdo de paz, encontramos: avances tecnológicos, financieros y científicos que no existían masivamente, pero si existía la pobreza social, la desigualdad sectorial, bajos niveles educativos, enfermedades, delincuencia, etc, destaquemos que no existía el fenómeno del narcotráfico o el crimen organizado, aquello era un lejano modelo de las series de televisión norteamericana, pero su avance nos enfrenta a un temible poder destructor. A la narcoviolencia  se le atribuyen la mayoría de las muertes en la nación.  Es posible que este evento desborde nuestro nivel jurídico y obligue a la región mesoamericana a la unión intergubernamental, porque nuestra nación por si sola no puede combatir  este flagelo internacional. Debemos anotar que tampoco existía la democracia dentro de los límites actuales, vivir este momento era pura ficción.

     

    Durante estos veinte años de paz, hemos observado extraños eventos de enriquecimiento inexplicable en algunas familias, en otros grupos sin nexos sanguíneos de “la nada” surge la riqueza y estos señores disfrutan su riqueza sin ninguna investigación financiera, de igual manera algunas instituciones sospechosamente han colapsado con quiebras de millones de dólares, mientras sus despojos son repartidos entre los accionistas, se debe resaltar los fraudes financieros que dañaron a cientos de personas y la débil justicia que no persigue la causa sino los efectos etc.

     

    El panorama de la democracia bajo estos desoladores indicadores puede necesitar de una reforma permanente, sin excluir fórmulas pétreas que en el siglo pasado fueron conceptos históricos, por ejemplo: el derecho social limitará los derechos individuales bajo el criterio de Seguridad del Estado, será normal intervenir llamadas telefónicas, controles digitales a los antisociales, reformas constitucionales que permitirán la reelección presidencial, prolongación de la gestión administrativa de diputados y alcaldes, nuevas leyes de reforma entre las Iglesias y el Estado, así como una creciente participación política de los salvadoreños en el exterior a tal punto que la creación de entidades financieras de salvadoreños en el exterior determinarán nuestra economía, además el cambio climático que impulsará una nueva política de desarrollo nacional, con áreas de migración obligada y reasentamientos en cada temporada. Un objetivo estratégico será la intervención internacional en las finanzas nacionales, tendencia obligada para la salud de las naciones. No existirán más donaciones sospechosas a ninguna entidad o personas.

     

    ¿Necesitamos un nuevo acuerdo de paz para preservar la nación de estos peligros? la respuesta es afirmativa. A lo mejor necesitamos una nueva clase política con “racionalidad” que piense más en la nación y menos en su beneficio personal.

     

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