Caralvá
Legitimidad tema capital de la historia del siglo XX en muchas naciones, con severos cambios en gobiernos y golpes de estado. Sobre la legitimidad política, el reciente evento electoral en El Salvador propició dudas sobre la gobernabilidad de la nación, en un tema tan delicado como la alternabilidad política. Posterior a ese evento, instituciones creíbles se han pronunciado por reformar la constitución de la República y eliminar la intervención de los partidos políticos en su interior, pero según parece, esto no sucederá. Clásicamente legitimidad política está unida a criterios de autoridad nacional e internacional, propiciando un Contrato Social J.J. Roseau 1762.
¿Qué significa legitimidad?
“Por legitimidad política se entiende normalmente la aceptación por parte de los gobernados de las razones que dan los gobernantes para justificar su acceso al poder”; como lo explicó Max Weber en Economía y sociedad. Las nuevas “revoluciones del Siglo XXI” están cambiando estas lecturas, las condiciones científicas, tecnológicas, comunicaciones, financieras, emigración, etc., están transformando estas relaciones tan claras en otros tiempos. El sistema político es el que debe responder a estos eventos, pero deberá al menos evolucionar hacia procedimientos transparentes y abiertos a los ciudadanos, incrementando y alentando los niveles la intervención de las personas que velan por los Derechos Humanos.
Los recientes debates legislativos sobre la política de endeudamiento público, tienen en su fondo implicaciones financieras internacionales, son forma contractuales, que alguien terminará pagando, ya sabemos quién pagará esto, como dice Salvador Espriú: “todo tiene un precio, pero son los pobres los que siempre terminan pagando”, de ahí la discusión sobre la legitimidad.
La ciencia interfiere en los criterios de autoridad y legitimidad, tanto en la nación como fuera de ella. La ciencia en el momento que se pronuncia sobre temas específicos, provoca reacciones fanáticas, tanto nacionales como internacionales, algunos temas son: la contraconcepción, el aborto, la muerte, la clonación de seres humanos, la donación de órganos, el uso de energía atómica, arqueología, etc., en estos casos la legitimidad de amplios sectores entra en crisis con otras.
Si existe un punto detonante entre la legitimidad y los criterios de autoridad nacional e internacional, es la emigración. En este caso incluso los emigrantes son objetos de derecho y obediencia, pero también se convierten en objeciones de conciencia y desobediencia civil. Los soldados en la frontera de EEUU-México, no son hermanas de la caridad, parece que ahora en lugar de emigrantes ilegales, la frontera generará prisioneros de conciencia.
En síntesis es la globalización la que implanta nuevos modelos contractuales sociales, ahora los gobernados ya no son los asentados en un territorio nacional, ahora los gobernados nacieron en naciones lejanas y los gobernantes tampoco son las autoridades municipales locales, sino que los gobernantes del primer mundo, de ahí que el interés por nuestra legitimidad local, sea tan estrechamente vigilada por organismos internacionales, no por celo profesional, sino que al final, les interesa que nosotros en calidad de “gobernados remotamente” aceptemos las razones financieras (científicas, tecnológicas, políticas, etc) de los dueños del mundo y en su justificación del poder, firmemos con nuestras vidas este nuevo contrato social, asegurando así, la nueva legitimidad y su autoridad internacional.
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