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  • Solidaridad: en medio de las tempestades

     

    Caralvá

     

    Muy difícil nuestro panorama social frente a la saga de la Tormenta IDA o la depresión económica  causada por el sistema financiero norteamericano, elementos  que acontecen en la nación pero afectan en forma desigual a diversos sectores sociales.

    La vulnerabilidad de nuestra infraestructura, es muy parecida a la fragilidad en diversos conceptos de la vida institucional, en realidad estos accidentes naturales o provocados por la ausencia de regulación financiera norteamericana nos causan daños que marcan la historia nacional.

    El desafío es enorme para la nación, tanto que los cálculos de inversiones en infraestructura, desarrollo humano, reconstrucción etc., implicarán muchos meses para recuperar el nivel previo de la tormenta;  no obstante en las condiciones de la depresión económica no existe un tiempo definido, mucho menos cuando se agregan elementos como inseguridad pública, potencial fuga de capitales o tendencias negativas a la inversión.

    El daño en infraestructura y los efectos de la depresión económica provocan una  cascada de fenómenos sociales que disminuyen los ingresos de cientos de empresas, comercios, bancos etc. de igual forma en el plano individual, las personas desempleadas o subempleadas son vulnerables a esta intemperie que puede provocar estallidos sociales, hambrunas, emigraciones forzadas,  acciones espontáneas u organizadas ante el desamparo económico.

    La solidaridad es un recurso que unifica a la nación, es el momento de concretarla en toda la escala social, tal y como se proclamó hace muchos meses al solicitar que los trabajadores no fueran la primera línea de despedidos, pero las solicitudes no fueron escuchadas y no es el Estado el que ha desempleado a la mayoría de trabajadores, sino la Iniciativa Privada, lo cual coloca a miles de trabajadores en condiciones extremas para muchas familias salvadoreñas.

    La solidaridad también puede ser multisectorial, así como se discuten los márgenes de ganancia, así debe ser el compromiso de la responsabilidad social en estos momentos cruciales, porque es ridículo enviar a la calle a los trabajadores para ahorrar costos en: prestaciones sociales, salarios, seguros solo para logar las metas anuales.

    La solidaridad internacional también debe expresarse en el respeto de los derechos humanos de cientos de compatriotas, que serán forzados por estas circunstancias a emigrar hacia Estados Unidos de América u otras naciones, porque no hay posibilidades de empleo a corto plazo en El Salvador; nuestros compatriotas emigrarán ilegalmente a pesar de las severas medidas de control en Estados Unidos; no importa la discriminación, la intemperie de riesgo personal, nada podrá detener a nuestros compatriotas desesperados por alimentar a sus familias…

     A pesar que la solidaridad es un concepto de carácter voluntario, es de los pocos conceptos sociales que unen la voluntad de las personas y las naciones en acciones concretas en la construcción de la paz y el desarrollo humano, por estas razones el llamado a la solidaridad es el mejor recurso que podemos emplear ante el infortunio de nuestra nación.

    El pueblo salvadoreño agradece las muestras de solidaridad de las naciones: México, Venezuela, Cuba, Estados Unidos de América, Japón, Corea, Guatemala, Taiwán, Brasil etc. en momentos tan difíciles de nuestra tragedia.

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  • Gasto Público en tiempo del desastre

     

     

     

    Caralvá

     

    Nos llueve la calamidad y la nación necesita orientar su Gasto Público hacia objetivos  sociales y económicos de las poblaciones afectadas, pero resulta que el daño es de proporciones extraordinarias. Estos desastres naturales identifican nuestra pobreza de la peor manera, puesto que no existen defensas, al menos por ahora.

    Si la norma del tercer mundo es echarle la culpa a las naciones desarrolladas por el cambio climático y su terquedad para renunciar a sus privilegios, la depresión tropical del Océano Pacífico del 6 al 8 de noviembre, combinada con la Tormenta Tropical IDA, es un buen motivo para recordarles que en Centroamérica pagamos esos cambios con los deslaves de Verapaz en el departamento de San Vicente, a lo mejor es una desafortunada mezcla: cambios climáticos y pobreza,  porque las leyendas de personas “arrastradas por correntadas de lodo”, no son nada nuevas, los pobres parecen ser los culpables de vivir en zonas de alto riesgo y no les queda de otra, la historia nacional certifica la pobreza crónica sin remedio. ¿Podemos cambiar la historia o repetiremos este drama en los próximos años? me parece que la respuesta no es optimista, excepto si cambiamos el enfoque de nación hacia la prevención de riesgos de largo plazo, hacia una Racionalidad Pública, más allá de un quinquenio.

    La brecha entre pobres y ricos es escandalosa en esta nación, en realidad no es brecha, es un precipicio que debe solucionarse facilitando la movilidad social y promoviendo el desarrollo humano, cambiando el entorno de los pobres para impulsar sus oportunidades, creando servicios, además de promover su calidad ciudadana aumentado la cultura de autogestión, para algunos “intransigentes” esto es comunismo, para el resto del mundo es democracia en el Siglo XXI.

    La mejor respuesta al subdesarrollo es la democracia, pero en nuestra nación durante décadas se propició un modelo represivo que ahogó cualquier avance ciudadano, incluso propuestas de cambios en modelos educativos todavía se consideran “utópicos”, cuando en realidad necesitamos un nuevo paradigma en la educación nacional hacia la democracia y la promoción social de la ciudadanía.

    Estos desastres naturales empeñan nuestro futuro por la obligatoriedad de recurrir a empréstitos internacionales, pero al menos el endeudamiento generará empleos directos e indirectos en infraestructura para cientos de ciudadanos en esas áreas.

    La tormenta de noviembre y sus efectos, cambian las prioridades de asignación de gastos hacia el bienestar social de las poblaciones afectadas, pero también nos muestran la ausencia del concepto en prevención de los desastres naturales.

    En tiempos del desastre, la reconstrucción de la infraestructura: puentes, calles, viviendas nos recuerda su complemento: salud,  educación, medioambiente, tecnología que son parte del gasto social, condición que no puede postergarse para el siguiente gobierno, de ahí que la recuperación de las poblaciones afectadas será cuestión de años.

    Es la calamidad pública la que ha cambiado la orientación del Gasto Público para restaurar la infraestructura de la nación y si este esfuerzo se acompaña de una nueva educación ciudadana en los próximos 5 años, al menos esperamos hacer frente al próximo desafío en mejores condiciones que las actuales.

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  • IDA la tormenta sobre El Salvador

     

     

     

    Caralvá

     

    El 6 de septiembre de 2007 este prestigioso periódico CoLatino publicó el artículo: Fenómenos Naturales y el 10 de julio de 2009 : Tragedia en la Colonia Málaga, ambos tocan el punto de la Racionalidad Pública, condición que de nuevo es oportuna incluirla en medio de la tragedia nacional del 08 de noviembre de 2009, puesto que de no reflexionar sobre el tema, continuaremos repitiendo esta historia hasta el infinito.

    Es el momento de proponer una institución nacional que en forma permanente: proponga, investigue o brinde soluciones para prevenir y minimizar la acción de los desastres naturales como: terremotos, tormentas tropicales, pandemias o cualquier fenómeno que constituya un peligro nacional de consecuencias masivas.

    Acostumbrados a lo “inmediato” ese vicio que deja por fuera la visión estratégica, se olvida que cada temporada de huracanes, viviremos la zozobra de estos trágicos acontecimientos.

    Se puede argumentar que no existe defensa contra un impacto como un terremoto, un huracán, un maremoto, epidemias, pero las calamidades hacen visibles nuestros puntos débiles en infraestructura o sociales, el impacto de estos fenómenos desnuda la severa diferencia de los intervalos tolerables socioeconómicos de nuestra sociedad.  Desafortunadamente la intemperie de los ciudadanos más pobres, es una consecuencia de la Racionalidad Pública de los gobernantes, los cuales también son producto de esos viejos conceptos, por esta razón se deben reducir las diferencias catastróficas socio-económicas entre los ciudadanos e impulsar una institución que evalué los potenciales riesgos naturales en la nación.

    Si las condiciones de fragilidad y riesgo habitacional son producto del subdesarrollo, es el momento de cambiar la historia.

    Se requiere un pacto de la clase política para impulsar un acuerdo en relación al tema.

    A lo mejor es tarde indicar estos parámetros, pero mucha de la pobreza es una herencia impuesta por estructuras que reproducen aquella famosa “causalidad circular” o círculos viciosos, donde la pobreza esclaviza a las poblaciones desde sus propias áreas habitacionales riesgosas, lo cual debe finalizar.

    Es notoria la ausencias de ordenamientos jurídicos y patrones ético-culturales de nuestra sociedad  en relación  al tema de desastres naturales, no pasamos del momento emotivo al compromiso de largo plazo, que implique la racionalidad pública con vigilancia ciudadana surgido a partir de un acuerdo de la clase política, como herramienta para responder a los fenómenos cíclicos de nuestra nación.

    Es el momento de reflexionar sobre la herencia de estructuras negativas que propician el subdesarrollo nacional, herencia nada fácil de cambiar, pero son los desastres naturales los encargados de recordarnos nuestra fragilidad en el contexto social y es un deber prevenirlos.

    Los desastres naturales nos llaman a la solidaridad y al fortalecimiento de la democracia, que en los momentos actuales debe ser la única bandera nacional.

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  • Caída del muro de derecha

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    Caralvá

     

    Noel Coward dramaturgo inglés afirmó: “La gente se equivoca al decir que la ópera ya no es lo que era. Sí es lo que era. Y eso es lo malo”…condición que trasladada al campo del principal partido de derecha, refleja la división que ocurre en esa institución.

    Un signo de estos cambios es la formación de un grupo de disidentes del sector legislativo del partido ARENA, que al menos por el momento dejan de  cantar el himno de ese partido y entonan el himno nacional para favorecer la gobernabilidad y la racionalidad pública.

    La división interna fue propiciada mucho antes de la ruptura visible, porque la mala administración, corrupción, nepotismo, el reparto de cargos públicos nacionales o en el exterior era de tal magnitud que aquello parecía una finca en lugar de un Estado, de ahí que el retorcido pronunciamiento: “yo no entrego a El Salvador” fracasara, porque el pueblo liberó a la nación secuestrada votando por el cambio de gobierno.

    El verdadero conflicto de la derecha es: ¿cómo conducir su averiado vehículo político en medio de la exitosa gestión de la izquierda? en un mundo que enarbola banderas de cambio. Entre estos cambios tenemos: en Estados Unidos ganan los demócratas con el presidente Barack Obama y pierden los republicanos en toda la línea, en El Salvador avanza la izquierda y ahora la alianza republicana cae como el Muro de Berlín;  los golpistas hondureños recibieron apoyos inesperados, pero ahora la formación de un Gobierno de Unidad Nacional abre el paso al retorno de la democracia y la restitución del presidente constitucional.

    La división interna del principal partido conservador llama a la modernización de sus estructuras, como llama el aggiornamento en la Iglesia para la lectura de los tiempos.

    Aggiornamento es adaptarse al progreso, a parte de ser una acción inteligente, ayudará a muchos a no perder la “hegemonía” y cambiar puntos “inamovibles” de otras épocas.

    20 años después de la caída del Muro de Berlín el próximo 9 de noviembre de 1989, el mundo ya no tiene la visión bipolar entre comunismo y capitalismo.

    Dentro del espectro político nacional, la pregunta vigente es: ¿existe o no envejecimiento del discurso político? ¿Existen renuncias a propuestas políticas desde hace 30 años en sectores de: partidos políticos, ejército, iglesia, banca, sectores financieros y los medios de comunicación o son las mismas con bajo perfil?.

    La realidad es contundente, la fragmentación de la derecha ha forzado dentro de la Asamblea Legislativa una nueva junta directiva, mientras las convicciones de antaño parecen caer a pedazos bajo esta conformación. ¿La fragmentación es un cambio cultural de la derecha? ¿renovación generacional? ¿nuevo escenario de transición? ¿nuevo partido político?, etc.  la formación de disidentes en la derecha hace visibles a sectores que silenciados por diversas razones, no pueden esperar sentados el tren de la historia desde sitios pasivos y se lanzan a conquistar sus espacios rezagados; en este caso la ciudadanía también reclama la plataforma política de esta nueva conformación, su línea programática, para medir su audacia hacia el futuro y su potencial política de alianzas.

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  • Legitimidad democrática en el siglo XXI

     

    Caralvá

     

    Observamos cambios en los panoramas políticos latinoamericanos que implican al menos dos elementos fundamentales: la reelección presidencial y la reforma constitucional que permite dicho cambio con legitimidad. Clásicamente legitimidad política está unida a criterios de autoridad, propiciando un Contrato Social:  J.J. Roseau  1762.

    Así varias naciones se han (des)unido en este elemento de continuidad: Colombia, Venezuela, Colombia, Ecuador… y recientemente existe el elemento en discusión hacia  la reelección en Nicaragua.

    El tema propicia la división de las naciones, en Honduras este elemento de la cuarta urna electoral fue la excusa que impulsó el Golpe de Estado; en Nicaragua se observa cierta fractura de opiniones y no dudamos que generará enfrentamientos sociales en diversos niveles.

    Al fondo de este nuevo fenómeno se encuentra el concepto de alternancia política, que implica un período razonable de ejercicio del poder de los partidos políticos dentro de una democracia. El caso de Honduras ha demostrado el carácter sensible del tema, donde la ruptura constitucional ha implicado la desaprobación internacional del erróneo procedimiento, que implicó expulsar al presidente constitucional a punta de fusil.

    ¿Qué significa legitimidad? “Por legitimidad política se entiende normalmente la aceptación por parte de los gobernados de las razones que dan los gobernantes para justificar su acceso al poder”; como lo explicó Max Weber en Economía y Sociedad.

    Alternancia política en el poder y legitimidad en democracia son las partes contractuales que forman las nuevas tendencias de las sociedades en el siglo XXI.

    Durante el siglo XX con la bandera de la guerra fría, estos elementos eran conceptos decorativos, puesto que la alternancia política era pisoteada en cada Golpe de Estado y la legitimidad era validada por las armas militares, era el idioma de la represión; durante estos períodos las instituciones democráticas servían para acompañar a los nuevos dueños de la nación.

    Pero en el siglo XXI sin el discurso de la guerra fría, los temas: reelección presidencial y la reforma constitucional aún recuerdan las viejas dictaduras militares, a pesar que tanto derecha como izquierda propician estos conceptos.

    Cualquiera que sea la evolución de estos elementos, el sistema político es el que debe responder a estos eventos, pero deberá al menos evolucionar hacia procedimientos transparentes y abiertos a los ciudadanos, incrementando y alentando los niveles la intervención de las personas que velan por los Derechos Humanos.

    Para el ciudadano el verdadero problema en cuestiones políticas es el retrazo en el desarrollo de instituciones que respalden los cambios económicos y sociales, la falta de respuesta a las necesidades más urgentes, el acceso a la información etc, puesto que construimos la democracia día con día, consolidando nuestra institucionalidad.

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