Caralvá
El fenómeno de las pandillas tiene el componente de niños y jóvenes que por diversas razones sociales, han sido abandonados por mucho tiempo.
Tenemos como nación una herencia negativa de violencia, prueba de ello es el pasado Siglo XX, donde solo por un pequeño lapso se orientó la nación hacia la democracia, pero poco a poco la violencia ha cobrado otra carácter, la violencia masiva de la guerra terminó con el Acuerdo de Paz. A principios del siglo XXI asistimos a un nuevo tipo de violencia que podríamos llamar violencia “cliquera” o violencia “marera”; este fenómeno tiene por objetivo a ciudadanos trabajadores, que indefensos poco pueden hacer frente a estos grupos armados e ilegales. En este aspecto existe un espacio de “ingobernabilidad”, porque el monopolio de la violencia “legal” comienza a agrietarse, como una gigantesca pecera que deja escapar riachuelos de agua, transformada en sangre inocente. Esta violencia “cliquera”, se ha originado en la falta de promoción social, la exclusión en todos los rubros, la falta de oportunidad de trabajo, la herencia negativa de nuestro pasado social, así como los altos niveles de pobreza y analfabetismo, ahora agravado por la expulsión masiva de delincuentes de Estados Unidos. La deportación de delincuentes alivia allá la crisis, pero transfiere acá el problema para los cuales aún no tenemos respuestas efectivas.
Los anteriores criterios han sido alimentados durante generaciones por esta subcultura o arqueocultura de recurrir a la violencia para solucionar todos los conflictos.
Ahora la respuesta soñada por muchos es la violencia… se ve fácil y nuestra propia historia nos demuestra lo contrario, a más violencia, más problemas.
Con horror sufrimos asaltos, los pequeños comercios son estrangulados económicamente, los transportistas asesinados, a diario historias de sangre y más sangre.
¿Qué hacer? Algunas soluciones nos llegan de los propios Estados Unidos, como reconocer que estamos en problemas como nación y aceptar que estas organizaciones “existen” irregularmente, puesto que su negación creará falsas imágenes, existen y en toda la nación, así sean zonas de barriadas ricas, los delincuentes están en todas partes.
Al reconocerlo como nación, reconocemos que el problema no es de un partido político en el gobierno, puesto que es necesario considerar entre otras cosas: ¿Qué cantidad son? ¿Dónde están?, ¿Qué condiciones alimentan sus estructuras?, ¿cómo podemos crear una alianza cívica entre escuelas, policía y organizaciones ciudadanas?...
Debemos actuar con respuestas efectivas, organizándonos entre vecinos, comunicando nuestra preocupación general, eliminando todos los grafitis (porque son mensajes que califican territorios y ubican datos vecinales), debemos fotografiar los grafitis y compartirlos entre el grupo cívico, para finalmente descifrarlo, leerlo y eliminarlo.
De esta forma necesitamos a la policía nacional civil como actor principal donde existe la violencia o donde la persistencia sea notoria.
Nuestra sociedad debe ofrecer una oportunidad para cientos de niños y jóvenes abandonados a su suerte en las calles de las ciudades, fortalecer las ONG´s, crear programas sociales que les permitan integrarse, pensar en reeducación, puesto que todo su comportamiento ha sido una educación para el delito, con estos programas podríamos transformarlos.
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Las pandillas también deben recibir mensajes ciudadanos
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Solo buenos pensamientos: derecha e izquierda
Caralvá
Ya no podemos pensar más en sociedades ideales, ni en estados económicos donde la felicidad nos invada, nuestra realidad es una persistente pobreza, plagada de notables desigualdades.
Cuando hablo de desigualdades no me refiero al ideal que “todos seamos pobres”, ni mucho menos que “todos seamos ricos”, porque eso toca el terreno de los peores sueños infantiles.
En realidad deberían existir muchos más ricos, así habría menos pobres. O mejor lo diría O. Welles: “si hubiese sido tan rico, hubiese sido un hombre bueno”. Cuando hablo de pobreza, no solo me refiero a la ausencia de integración económica, baja infraestructura o deficiencia en la cultura política, porque también la hay en las formas de ver nuestra realidad. Y para pobres, yo el primero, que siempre estaré de invitado a reuniones “exclusivas”.
Así las cosas tenemos que comprender nuestro fracaso como sociedad, para que dejando la crítica, la queja y el ataque lleguemos a objetivos nacionales, un poco más cercanos a nuestra realidad que intentar gritar y gritar acusaciones o epítetos que solo son eso, porque de pronto todos gritamos al mismo tiempo y nadie escucha, así las soluciones se escapan en silencio.
Fuimos educados en ese “bien-pensar” salvadoreño que nos ubica dentro del plano del bien y el mal, conservadores y revolucionarios tiene esquemas férreos que les indican esquemas tozudos, así ambas tendencias se niegan a ver: “ojos bonitos en cara ajena”, reduciendo su pensamiento a: “todo lo que diga la izquierda es: comunismo, malo, el diablo, el anticristo caminando” y lo todo que dice la derecha es satánico: “mentiras, asesinos, fraudes, robos, la oligarquía bebiendo nuestra sangre, haga patria… mate a un cura”… con estos calificativos nuestro vecindario no puede ser más que el infierno.
Así estamos plagados de epítetos, que no solucionan nada.
En el fondo hay mucho conformismo de pensar-bien.
En El Salvador parece que pensar diferente es malo. Como decía Orson Welles “solo pensar bien es un pecado”.
Para ver nuestra realidad de otra manera, quizás necesitamos ojos de poetas, a lo mejor por eso hay tantos en nuestra nación, tantos que ahora parece que votaremos por el mejor, en otros tiempos se les ofrecía: fusilamientos, cárceles, exilios y de publicarlos en los medios masivos: ¡Jamás!… y a pesar de todo aún están entre nosotros como las estrellas.
Debemos eliminar ese esquema del “pensar-bien” salvadoreño, como muchas “creencias políticas”, que nos llevan al aplauso fácil, a la comparsa de la manada, al rebaño que no visualiza el abismo.
Hay muchas fantasías en nuestro acontecer social y recordemos que: “la falsedad es tan antigua como el árbol del edén” O. Welles.
Y esto no es nuevo en nuestra realidad, somos un poco cínicos al comprender mucho y no hacer nada, como Diógenes que vivió en el año 400 antes de cristo; se consideraba ciudadano del mundo y sostenía que un cínico se encuentra en cualquier parte como en casa… exactamente como nosotros.
Como nación debemos hacer mucho, trabajar por la democracia y fortalecer los derechos humanos, defender nuestras instituciones a pesar de todo, aún tenemos esperanzas.
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Fallamos en la solidaridad
Caralvá
Como anotó en su momento Nigel Cantwell, eminente criminalista, “una política de justicia juvenil no es una política si no incluye la prevención” 1997.
En El Salvador vivimos momentos de alta criminalidad, este fenómeno pasa a ser norma y no la excepción dentro de nuestras relaciones sociales.
No podemos ver aislados estos acontecimientos enmarcando sus soluciones únicamente en el carácter represivo, puesto que este mal tiene muchos factores creados por la misma sociedad. La violencia de estos grupos mal llamados maras, es parecida a estructuras del crimen organizado, puesto que son organizaciones delictivas con objetivos totalmente ilegales y además armados, no pueden ser calificados como simples pandillas juveniles. Estos grupos delictivos se alimentan de las deportaciones de Estados Unidos.
Por esta razón fue un grave error enmarcarlo dentro de las campañas políticas, porque su solución no es voluntad del gobierno de turno y probablemente ni del siguiente.
Este fenómeno de pandillas juveniles, no es nada nuevo en el mundo, existe en Europa, Norteamérica, Asia, pero las diferencias son por el desarrollo de las naciones y la opción armada o la magnitud delictiva. Debemos diferenciar entre pandillas juveniles y crimen organizado, porque el segundo caso tiene objetivos totalmente ilegales y violentos.
Las causas son múltiples, no todas deben ser atribuidas al Gobierno de turno, ni a ningún otro partido por sus perfiles ideológicos. Las causas del crimen organizado son los modelos sociales económicos excluyentes, esquemas educativos, desintegración familiar, acceso a las armas, etc. En otras palabras hemos fallado socialmente al abandonar a su suerte a miles de niños de la calle, a los indígenas, a los empobrecidos trabajadores que un momento fueron productivos, a los ancianos, a los pensionados que están obligados a auto-emplearse en negocios informales, hemos fallado con la solidaridad. Parece que vivimos en un país de ciegos, no vemos nuestra propia pobreza, mucho menos vemos la injusticia de miles de desempleados que no tienen opción dentro de la economía formal. Los niños y niñas, junto a los jóvenes son los más vulnerables en nuestra sociedad.
No se puede pedir cárcel para los jóvenes menores de edad, porque ahí se perderán definitivamente, tampoco tenemos esquemas de rehabilitación de largo alcance, pensamos que condenar a los delincuentes es la respuesta, pero esta connotación los marginará de la sociedad perpetuamente ¿qué harán al salir de la cárcel?.
No podemos continuar como hasta el momento con una sociedad excluyente, los niños son el futuro, los indígenas no deben abandonarse a su suerte ¿qué clase de futuro tendrán los niños de la calle? ¿Qué destino tiene nuestra etnia? ¿y los jóvenes coaccionados dentro del esquema de esas organizaciones?
Diferenciar entre las bandas del crimen organizado para su debido tratamiento es crucial, de la misma manera que el trato a los menores de edad, porque los niños al final siempre pagan un costo insospechado con su exposición a la delincuencia día con día.
¿Cómo podemos rehabilitar a los jóvenes que comenten delitos? ¿Cómo podemos impedir el acceso a las armas? Dentro de la democracia y los derechos humanos existen posibilidades, fortalecer a las ONG`s debería ser un objetivo nacional para regularizar lo que por el momento es impensable.
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Sistema de creencias políticas salvadoreñas
Caralvá
En muchas de nuestras actividades sociales, nuestras “creencias” políticas nos limitan o expanden sobre cada acción que realizamos. Durante años ha sucedido un acontecimiento que implica las conductas sociales, porque los criterios de creencias políticas implican valores y acciones sociales.
A lo largo del siglo XX fuimos educados por la represión a cada paso, represión de todo tipo (no es extraño por eso, que nuestra etnia tenga un enorme instinto de supervivencia). Entre algunas formas de represión simbólica están calificativos de comunistas, subversión internacional, terroristas, hasta jóvenes engañados o cómplices de los curas sotanas rojas, etc, etc, de ahí que la aspiración democrática ciudadana ha sido canalizada hacia diversos entornos políticos. De igual manera la violencia legal, por su condición institucional es observada como acción permisiva, tanto que la antigua policía, como el antiguo ejército, junto a organismos paramilitares, organismos de inteligencia “contrainsurgente”, sistemas policiales con especialidad en seguimiento de opositores políticos… etc, cometían toda clase de tropelías contra muchos inocentes, eso fue la norma que marcó generaciones de salvadoreños, que no solo eran reprimidos en formas armadas sino también desde las sutiles condiciones divinas, de ahí la confabulación hacia explicaciones de la santidad en la pobreza, pero esa misma condición de vigilancia y preferencia por la pobreza impuesta no era para todos, sino solo para aquellos que cuestionaran el sistema político dominante. Surgió la creencia que la represión era buena porque terminaba con los opositores, fueran estos miembros de la etnia, miembros del Estado Mayor que luchaban contra la dictadura del martinato, demócratas en general opuestos al régimen militar, ilustres miembros académicos del Consejo Superior Universitario…etc. ¿por eso se pide ahora represión? ¿La represión es la solución?
Pero nuestro sistema de creencias, identifica varias condiciones básicas como nuevos modelos democráticos, que no son únicamente las acciones incluyentes dentro del sistema legal. Las nuevas realidades son: el gobierno, los negocios, las formas económicas, la política o nuestra sociedad con dramáticas condiciones migratorias, las perspectivas mundiales, etc, que nos hacen recordar al autor Peter F. Drucker, sobre las nuevas visiones mundiales.
Las creencias sobre (de)formación democrática heredada por generaciones o el antiguo modelo de represiones sigue presente. No obstante las nuevas visiones que las realidades nos exigen, nos colocan en la ardua tarea de comprender que no necesitamos más formas ideológicas, como bien lo escribió en 1960 el sociólogo Daniel Bell, porque las propuestas están agotadas. Pero nuestra sociedad como otras, no necesita vivir en el conservadurismo a ultranza como es la creencias de algunos, sino una vertiente hacia el liberalismo, en todo caso el avance de la participación ciudadana, eliminado el paternalismo y el nacionalismo que solo exalta y enaltece la represión como reivindicación sagrada; no es posible que los conservadores sientan orgullo por los abusos del pasado y celebren como victorias sus “crímenes contra intelectuales”, esto no es deseable y si observamos los sectores que defienden las tendencias opuestas, el reto es mayor, se debe aceptar que definitivamente el tiempo, los escenarios, las condiciones circunstanciales que tan creativamente se prepararon en los pasados 30 años, han cambiado y ya no existen. Debemos convencernos que los enemigos comunes son la delincuencia, los sicarios, los extorsionistas, la pobreza estructural y dentro de la democracia está al menos parte de la solución.
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Somos “confiables” políticamente
Caralvá
La confianza política implica la condición de predicción sobre nuestro futuro social.
En términos generales la confiabilidad política descansa en la capacidad de un sistema político de funcionar regularmente, operando con eficacia dentro del Estado de Derecho, con participación ciudadana y garantizando los derechos humanos.
Aún no llegamos al nivel de considerarnos pluriétnicos, la etnia original como tal, no es reconocida en ninguna parte de nuestra Constitución, no se reconoce su existencia. El no reconocimiento de la etnia original nos caracteriza como excluyentes, le negamos a la etnia su legado en la historia nacional, no aparecen ni en los censos oficiales, cuando son el 12% de la población nacional; esta es una muestra de negación de derechos humanos.
Pero en relación a este contexto de confiabilidad política, los acontecimientos del 5 de julio, son una muestra de la incapacidad de armonizar los intereses contrapuestos legales (transparencia partidaria), porque aquello fue una muestra grotesca de la ilegalidad total y terrorista. Existió una ruptura histórica de un grupo que usa las armas indiscriminadamente, lo que provocó el rechazo general de la ciudadanía.
Existen dudas sobre nuestro futuro y reflexionamos: ¿ante los ojos de las naciones, ante los organismos internacionales, somos confiables políticamente? … Es una pregunta que debemos hacernos puesto que el momento lo amerita. No se trata de estigmas de derecha o izquierda, hablamos de la nación que esta sobre la ideología y sobre las caracterizaciones de Fascismo o Comunismo.
El principal golpe del 5 de julio, no es hacia un partido político, sino hacia nuestra confiabilidad política como nación, aquello ha sido lo más negativo que ha sucedido desde los tiempos de la guerra, nuestra confiabilidad política ha descendido estrepitosamente.
La forma de recuperar la confianza política es realizando un pacto social entre las principales fuerzas políticas, con acciones verificables en tiempo y espacio.
Esto permitirá que nosotros seamos un país predecible, donde podamos afirmar por ejemplo, la no existencia de grupos armados irregulares, que se respete la propiedad privada, que la vocación democrática y participación ciudadana sea sagrada, que las leyes determinen su acción antes que las presiones políticas, que dentro del conglomerado social poseamos un proyecto de nación, que el reconocimiento a la etnia sea elevado al grado constitucional. En una nación predecible en democracia, no existe la extorsión por trabajar, ni el terrorismo, ni grupos de narcotráfico sobre las leyes.
Una nación predecible debe unir la historia con la realidad a futuro, bajo el signo constitucional, de ahí nace la vocación democrática. Somos más confiables políticamente si nuestra clase política piensa más en nación y no como partido político. La nación necesita una clase política que incluya a los opositores como parte de la gobernabilidad y no únicamente bajo su esquema partidista, necesitamos una clase política que interpretando el clamor popular, impulse el cambio y la movilidad social, con reformas urgentes en muchos campos sociales. Una nación debe predecir su futuro junto a la paz y la democracia, no en guerra y la anarquía. El avance hacia el futuro de la clase política es posible, si identifican enemigos comunes de la democracia, antes que enemigos partidarios, así al menos existirá un leve espacio de acercamiento.
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Los partidos políticos después del 5 de Julio (El Salvador)
Caralvá
Vivimos otra realidad después del 5 de julio del 2006. Esta realidad es la identificación de grupos armados antisistema. Es el mismo mensaje de inseguridad que provocan las maras con su sangriento accionar, que también cae en este mismo rubro.
Algunas conclusiones sobre este acontecimiento son: la existencia de este grupo armado antisistema; los pronunciamientos oficiales de las fuerzas políticas dejan clara su vocación por la democracia y su rechazo a medios armados e ilegales; el mensaje de este grupo antisistema y terrorista ha sido escuchado nacional e internacionalmente, su aparición ha sido motivo de amplias condenas a lo largo de la escala social; la absurda vinculación entre legítimas reivindicaciones y el uso de las armas ha dejado entreabierta la puerta para suponer que muchas otras acciones de protestas ciudadanas, puedan tornarse protestas armadas, con resultados fatales; el precedente terrorista de asesinar a policías nacionales y finalmente el manejo propagandístico del evento, pensando en forma partidaria en lugar de pensar en la nación.
Un precedente del 05JUL es que las armas pueden surgir en cualquier momento de lugares inesperados y la mentalidad de guerra no ha muerto.
Es necesario realizar un balance político sin honor “ideológico” porque tristemente este es el resultado del nocivo hábito de la desconfianza, que califica al adversario político antes que lo hagan las leyes, que desacredita al opositor antes de escuchar argumento alguno, que lanza infundios masivos antes que verificar los sucesos particulares.
Una pregunta deberíamos hacernos como ciudadanos: ¿existen fuerzas centrífugas en crecimiento y en multiplicación? ¿Existen entidades que agrupan a los grupos antisistema? Estas fuerzas centrífugas pretenden descarrilar el tren de la democracia, estas fuerzas no creen en la solución con las reglas democráticas, ni soluciones pacíficas, ni en leyes, ni en nada que no sea su propio discurso, el mensaje del 05JUL es claro: “las armas pretenden hablar sin consultar a nadie”, siendo muy probable que estén en multiplicación, que no sea un solo grupo sino varios con diversas denominaciones, pero al igual que las maras, tienen por estrategia la extorsión y el terrorismo para hacerse escuchar.
Podemos observar el surgimiento de centros de poder, que tienen diversos contenidos y bases de apoyo. Las denominaciones de cada grupo antisistema son amplias pero cuestionan el avance democrático en general, porque las fronteras de lo legal e ilegal son rebasadas cotidianamente. Los pronunciamientos de los partidos mayoritarios al menos, han aislado a estos grupos antisistema, eso es una contribución a la gobernabilidad.
Después del 05JUL son visibles: el consenso en la unidad de poder legal, la estabilidad del régimen y la alianza por la paz de todas las fuerzas democráticas. Contrario a lo que pueda parecer, la gran ganadora es la democracia y la gobernabilidad, porque se ha formado un consenso nacional contra estos grupos antisistema que son esencialmente terroristas.
Ahora es el momento de plantear soluciones entre los centros de poder para disminuir la presión interna y externa sobre el sistema político, es el momento de transformar el capital político en una amplia alianza contra el terrorismo, porque el mensaje es claro, la mejor contribución a la gobernabilidad es hacer efectivo el aislamiento de los grupos antisistema y profundizar las reformas legales. La verdadera fuerza de los partidos políticos es controlar a estas fuerzas centrífugas e impulsar soluciones democráticas.
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Reformar la Constitución y conservar la inversión internacional
Caralvá Las integraciones económicas del Siglo XXI, nos marcan signos evidentes de los siguientes elementos: 1 Acuerdos preferenciales comerciales: estos usualmente acreditan descuentos arancelarios en un rubro de productos; 2 Libre Comercio: los países eliminan las barreras comerciales, con independencia de realizar gestiones similares con otras naciones 3 Unión aduanera: los miembros generalmente eliminan barreras comerciales, pero adoptan aranceles con países ajenos al sistema, 4 Mercado Común implica libertad de comercio y aranceles externos comunes, implica movilidad con características liberales en amplios factores de la producción y 5 Unión Económica que es una forma superior de integración, implica legislaciones e instituciones comunes con poder sobre los Estados miembros, el mejor ejemplo: La Unión Económica Europea. Agreguemos que también existen modalidades como las zonas de libre comercio. Los intercambios productivos mundiales implican formas competitivas entre las naciones por algunos de los siguientes elementos: comercio, inversión, innovaciones tecnológicas, recursos financieros etc., estos rubros favorecen a múltiples sectores como la informática, navegación, biotecnología, telecomunicaciones, servicios satelitales, aeronáutica entre otros, que propician una integración general entre las naciones. Debe mencionarse que los mercados internacionales nos marcan las nuevas fronteras nacionales, vivimos en nuevos mapas económicos tanto regionales como mundiales, nuestra economía no puede verse aislada y encerrada en un sistema doméstico o aferrada a condiciones territoriales. El reciente caso de la Industria de capital español Grupo Calvo que amenaza con retirarse del país, debe llevarnos a reflexión, no solo porque es un capital de inversión extranjera, sino por las repercusiones que esto implica en el mapa económico internacional. Al centro de la discusión están los convenios con la Organización Internacional de Trabajo OIT y la libre sindicalización, así como las reformas constitucionales al respecto. Como nación las transformaciones mundiales nos desafían al cambio, el caso del Grupo Calvo nos crea un marco de referencia entre las sociedades modernas altamente competitivas y sus vinculaciones legales internacionales o el rezago económico junto al aislamiento legal de la Unión Europea, no podemos darnos el lujo de estar fuera del mapa económico europeo y su legalidad. El problema de reformar la constitución no debe verse bajo el criterio ideológico, puesto que bajo esa óptica las consecuencias serían catastróficas para los empleos de los trabajadores nacionales. La otra cara de la moneda sería la inversión internacional, que tendría una pregunta obligada ¿también nos sucederá a nosotros? El sindicalismo no es el problema, ni un partido político, tal parece que el problema es una cuestión ideológica que amenaza con ser más fuerte que la inversión internacional, en este último caso, podrán retrazar la legalidad al sindicalismo libre, pero los trabajadores padecerán hambre. Paralelamente se crearán condiciones indeseables a muchos empleados del Grupo Calvo, entonces si reformar la constitución es más fácil que perder la confianza de la Unión Europea, es coherente unir los criterios políticos por el bien de la nación y el empleo de los trabajadores. http://www.diariocolatino.com/opiniones/detalles.asp?NewsID=2831