César Ramírez
@caralvasalvador
Hace 200 años un 24 de enero de 1814, una palabras del Intendente José María Peinado al Capitán General del Reino de Guatemala José Bustamante y Guerra, en el momento de la Insurrección Popular que proclamó La República y la Primera Constitución de nuestra nación, nos recuerda estos momentos electorales del 2014: “Yo seguí con firmeza mis disposiciones para aclarar los hechos, y siendo la parte principal lo que dijo la Reina Catalina a Enrique III en un caso semejante, de que para tentar el panal es menester cubrirse la cara, y el de otro político muy profundo de que: “no se ha de ofender al que no se ha destruir”… nos ilustra sobre la cantidad de insultos durante más de un año de un Partido a los adversarios políticos; muy sabias aquellas palabras para la realidad electoral del Siglo XXI, el partido conservador sembró odio y desprestigio contra sus adversarios durante meses, ahora pretender olvidar su vilipendio rampante. No se cubrieron la cara para desprestigiar a las instituciones de opinión, ni a las personas que en el ejercicio académico publicaron el resultado de sus investigaciones, ahora la realidad les cobra esa pequeña factura de ignorancia y prepotencia. El evento electoral del 2 de febrero cubrió de rojo el mapa de El Salvador, color que defienden 1, 305,462 y el adversario de segunda vuelta 1, 039,275. Una diferencia de 266,187 que solo somos capaces de leerla e interpretarla desde el momento histórico de su concepción: cambios, propuestas, realidades y en concreto la “verdad” versus el pasado de: odio, corrupción, opresión, en general la “mentira” de nuestro pasado político social. A la vista tenemos un triunfo que en otros tiempos era un sueño, no obstante debemos eliminar el conformismo, salir del pasado, abrazar la esperanza por un presente vigilante para superar los veinte mil votos que hacen falta.
Nos faltó poco para cruzar el río de la tragedia, nuestro barquero Caronte nos cobrará unas monedas más, las cuales pagaremos con el entusiasmo que nos sobra desde ese 2 de febrero brillante, con más alegría por un 9 de marzo victorioso, así llegaremos a la otra orilla para hacer coincidir la realidad que abandona los gritos de temor, amenazas y vilipendio, que nos permitirá encontrarnos en el nuevo camino de una sociedad mejor. Vencer la tragedia y el temor, para hacer que la realidad coincida con el mito, superando la adversidad y salir del pasado.
Esta larga discusión nos permitió reconocer que muchas personas aún continúan en guerra, afortunadamente no renunciamos a la inteligencia para las mejores respuestas populares, continuamos identificando las genuinas acciones que nos permiten trabajar por el futuro, cruzamos ese mar de lamentos, el delirio del pasado autoritario y excluyente, la nación nos acompaña. Aquellos que nos legaron el concepto de La República y la Primera Constitución eran insurgentes, pero la nación es construcción, camino, destino común, muchos colores, al final es construir un puente que nos permita llegar al “otro” cielo, allá y acá, cabemos todos sin excepciones, bajo la misma bandera… en democracia.