César Ramírez
@caralvasalvador
¿La seguridad es un concepto de clase social o un discurso político?, si nos ubicamos en la clase social los más pobres de la nación no tienen seguridad alguna, ni ahora ni en toda la historia de la nación, los pobres nacen inseguros y morirán intentando superar sus falencias, sean materiales o de realización personal. La seguridad como discurso político es excluyente, los datos de trabajadores fallecidos en manos de la delincuencia no tiene comparación con sus contrapartes de las élites económicas, los datos son desproporcionados. En este momento del año 2014 la seguridad (personal ciudadana) me parece un esquema defensivo y ofensivo. En nuestra nación la seguridad no es un concepto popular, es conocido que el pueblo no tiene seguridad alguna, los pobres no tienen guardias armados, ni escoltas, ni siquiera las grandes poblaciones tienen organización autodefensiva, nada… el monopolio de la seguridad reside en los instrumentos del Estado. Estemos de acuerdo o no, la seguridad para el pueblo ha sido entendida bajo un criterio político, no es un dictado que responda a la organización popular de barrio por barrio, casa por casa, cantón por cantón, ha sido una jurisdicción exclusiva de los políticos, pero muy recientemente este concepto ha cambiado; ahora es motivo de opinión y organización ante el avance de un nuevo modelo de inseguridad: “la delincuencia organizada”. En otros tiempos este avance delictivo era ajeno a los núcleos populares, a sus organizaciones internas; el discurso político siempre llamó a confiar en las instituciones, así era la norma. Ahora sufrimos a diario (des)información de los datos delictivos de nuestra seguridad ciudadana, ¿qué hacer? La respuesta popular es contundente cuando los ciudadanos enfrentan en igualdad de condiciones a los delincuentes, muy caro pagan los agresores sus atropellos. La seguridad de las clases sociales altas ¿está en crisis?, se sienten amenazados empresarios, banqueros, industriales, etc. Por supuesto que no. No obstante los golpes más rudos de estos criminales son dirigidos hacia el pueblo trabajador, por momento indefenso. Paradójicamente el discurso de seguridad personal comienza a cambiar, la clase política asociada a los grandes estamentos económicos muestra signos decadentes, en sus filas se encuentran diputados con antecedentes de narcoactividades perseguidos por la justicia internacional, otros diputados fueron asesinados en Guatemala por grupos policiales vinculados a traficantes de drogas, recientemente los nombres de prominentes políticos y hombres de negocio circulan en las redes sociales señalados por la Trata de Personas. Estos actos parecen el mundo bizarro, donde las clases sociales altas propician la inseguridad nacional. El colmo de esta situación de “inseguridad clasista” son los datos divulgados en medios de prensa, un religioso extranjero en sus grabaciones privadas se burla de todo, incluso de la fe de los feligreses por el Día de la Cruz, oficiaba misa pero cometía ilícitos con sujetos identificados de “terroristas” por Estados Unidos, resulta que los fieles encomendaban su seguridad personal al propio demonio disfrazado de ministro de Dios… introducir un celular a la prisión es peor que diez fusiles en las calles… Si nuestra sociedad muestra signos decadentes en la seguridad ciudadana es oportuno valorar un nuevo tipo de ciudadano unido a las instituciones policiales, Fuerza Armada, Inteligencia y autodefensa, este tiempo requiere unidad de acción ante un poderoso enemigo, nunca antes enfrentado: el crimen organizado… esperemos no llegar tarde. www.cesarramirezcaralva.com