Caralvá
En la historia de la humanidad quizás no existe un período de tiempo prolongado de paz en ninguna cultura, los libros de historia nos hablan de luchas de pueblo contra pueblo, familias contra familias, ¿acaso es nuestra naturaleza?... Se considera a la violencia como elemento fundacional, de esta manera han nacido la mayoría de las actuales repúblicas, entonces el sentido de la lucha tiene otro sentido, pero el resultado es el mismo; se necesita de la fuerza para imponer un nuevo discurso.
Algunos autores consideran que la historia de la humanidad es simplemente la lucha por los derechos humanos, estos derechos al final no son otorgados, sino arrebatados a quienes niegan los principios que por un tiempo solo son privilegios de pequeños grupos.
Algo de las tragedias como la ocurrida en Newtown sacude nuestra conciencia de humanidad, esa violencia es de otra naturaleza, no es la clásica guerra, ni un ejercicio libertario, es un acontecimiento social de una persona desequilibrada que comete una acción desproporcionada y sin sentido; pero luego de esta acción cobramos consciencia que en ninguna otra etapa de la historia, la humanidad ha sido tan expuesta por los medios de comunicación a la agresión, injurias, daño psicológicos, culto a la muerte etc.; para llegar a este momento los videojuegos han cambiado la mentalidad de muchos jóvenes o adultos en relación a la vida y muerte, en estos juegos de guerra se dispara en forma virtual, pero ese disparo impacta en un enemigo “aparente” y éste muere, pero el juego continúa entre muerte y muerte la cual suma y suma, con rastros de sangre que no provocan más que risa con cierto sentido de victoria ante los batallones de adversarios tirados como moscas en el piso virtual. Esa rutina de juegos electrónicos, también existen en la red de internet, televisión de paga, teléfonos, en las películas y las series de televisión transmitidas en forma abierta, de tal forma que la saga de los filmes El Padrino parecen infantiles ante lo que presenciamos en la realidad. El acontecimiento de Newtown es una verdadera tragedia para la humanidad.
Pero nuestra nación no es la excepción, durante años hemos sufrido el asesinato de muchos jóvenes en nuestras calles, muchos han sufrido violencia en las escuelas, canchas de fútbol e incluso en su propio hogar, esta violencia es posible tanto acá como allá por el acceso a las armas, por el deterioro de los valores y la exposición masiva de los chicos a estas acciones consideradas herramientas de marketing, pero en realidad son instrumentos para destruir el respeto a la vida y la sociedad.
Aurelios Agustinos (San Agustín) decía: “antes de buscar al anticristo en otras personas, deberíamos preguntarnos si no está entre nosotros”, a lo mejor este es el principio que nos debe iluminar, las armas no matan, son las personas las que matan a sus semejantes, de igual forma una persona armada es una persona “predispuesta” a disparar.
¿Por qué la libertad se asocia con las armas?... quizás estos conceptos están equivocados, los ideales se confunden con los objetos, de tal forma que libertad es sinónimo de utilitarismo, así la pregunta nos conduce a la desconfianza entre personas y naciones, es una carrera sin fin hasta el colapso; deberíamos colocar un alto en esta autopista de la destrucción.
Sabemos el destino de los pacifistas, pero el fracaso de nuestra sociedad global, con sus discursos utilitarios y consumistas nos conduce al suicidio armado, deberíamos ser buenos como Sócrates, asumir las consecuencias por denunciar la corrupción de los jóvenes por falsos dioses y liberarlos de su destino predecible.
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