Caralvá
Los acuerdos son una buena señal para la nación, que extraña circunstancia ver estas escenas llenas de ternura cuando personajes con una ideología absolutamente diferente se estrechan las manos, se abrazan y besan como en las mejores familias, son tan conmovedoras como la telenovela: “los ricos también lloran”… muy bien, muy bien; si estas situación hubiese ocurrido 40 años antes, compartiríamos la vida, una nación próspera y democrática, además no habríamos escalado hasta el primer lugar de violencia mundial con una guerra civil que casi culmina con el triunfo de una fuerza sobre la otra, con el trofeo de un millón de muertos salvadoreños, pero eso al menos ni terminó así ni nadie se llevó a nación de rehén de su ideología; magnífica condición que el diálogo se inicie para que la Corte Suprema de Justicia funcione, al menos el diálogo demuestra ser la llave de cualquier solución nacional, pero debemos anotar que gracias a los Estados Unidos de América y sus “buenos oficios” estamos por llegar a buen puerto. Estos mismos personajes que ahora se abrazan y besan frente a los medios de comunicación son los mismos que días antes clamaban por un golpe de estado, impusieron una saturación mediática calificando a los adversarios como demonios, como en los actos cumbres de la guerra civil, olvidando que los fanáticos obedecen a la violencia no a la razón y los resultados fueron evidentes cuando golpearon a ciudadanos sin motivo alguno, ¿qué necesidad tiene la nación para llegar a estos extremos? si el diálogo de nuevo era la llave para el problema.
Después de tanto escamoteo (“hacer desaparecer de un modo arbitrario algún asunto o dificultad) el cual gracias a Dios no se llamó a la Fuerza Armada a solucionar “el detalle” con en los viejos tiempos, deberíamos de comenzar por el final: el diálogo, no solo ahorraría tiempo sino la consecuente exhibición de los verdaderos intereses de los grupos de poder, sería más honesto presentarlos como sus candidatos de poder y su correspondiente partido, en lugar de ocultar su hoja de vida y sus condenas civiles, así al menos cada candidato desde su elección en los consejos profesionales no incurrirían en la mascarada de presentarse, puesto que otros tienen la partida ganada con las credenciales de los influyentes. El evento de la crisis institucional también demuestra cierta condición extraña del manejo de la crisis, uno de ellos es que los plazos “calculados” no se cumplieron –según algunos iluminados sería cuestión de semanas-, pero las discusiones se prolongaron hasta el punto de llegar a Instituciones Centroamericanas, otro elemento insospechado fue la creación de “Dos Cortes Supremas” -es de ciencia ficción-, además la revelación de tráfico de influencias para imponer candidatos y ocultar sus omisiones jurídicas, la interpretación de la Constitución con criterio político partidario (en lugar de proponer reformas), además la devaluación de la imagen de los funcionarios que podrán ejercer el poder institucional, pero a costa del deterioro de sus méritos personales. De existir otro evento semejante, los partidos políticos deberían aprender a perdonar a todos, incluso a los que no son de su partido, al igual que generar confianza incluyendo a los que no tiene su misma bandera política.
En los problemas debemos iniciar por la solución: el diálogo, si desean concluir en acuerdos entonces llamen a los Estados Unidos como árbitro, si desean que la nación camine hacia un destino próspero: abandonen su ideología porque la realidad es un desastre (económico, ambiental, social, delincuencia etc.), y de la Constitución reformas estratégicas, para ello debemos recordar que la nación tiene un pasado espantoso, nos ahorraremos tiempo, además honraremos a la inteligencia nacional.
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