Caralvá
Alexander Solyenitzin en sus novelas menciona como puede dominarse a un pueblo, en ellas refiere que los dictadores se entronizan por la represión abierta e indiscriminada y la destrucción de todo valor patriótico o civil, estas acciones provocan temor que mantiene a los gobernados en un estado de absoluta sumisión, son métodos aplicados en muchos pueblos, tantos que podemos recorrer al mundo con estas características; existe un elemento aún más perverso, éste es el manejo del bien y el mal bajo un “sistema proclamado de felicidad”; estos conceptos son tergiversados por diversos medios, cambian el modelo de lo sagrado y profano, por ejemplo: la represión es buena porque elimina a los malos, la desaparición de poblaciones es la única forma de eliminar al mal enquistado en ciertas etnias, pero es bueno para mantener el status quo etc.
Hugo Chávez realizó una obra a la inversa, dignificó a los pobres con educación, salud, tierras, reformas constitucionales, además de modernizar el capitalismo, por la creación de pequeñas empresas, bancos etc. El socialismo del siglo XXI es el ideal. Esos cambios llevaron a una transformación capitalista que abolía los privilegios del pasado, un concepto que lo conocen mejor los norteamericanos desde su conflicto civil denominado: Guerra de Secesión 1861-1865.
La construcción de la dignidad de los pobres se inicia por la identificación con la Patria, su participación, organización etc., este fenómeno no sucedía en el modelo oligárquico antes de Chávez, puesto que acontecía un reparto del botín político entre los partidos tradicionales, de tal forma que para los pobres la nación era de los ricos, la nación era de “los otros”. La construcción de la nación bajo el modelo de Hugo Chávez, fue una nación posible con las mayorías, no con las minorías iluminadas, ¿acaso eso no recuerda a nuestra nación? ¿Acaso no es un modelo replicado por años en América Latina?, ¿acaso esa exclusión no fue el motivo de nuestra propia guerra civil?, en América Latina parece que el allá y el acá no tienen mucha diferencia.
La iniciativa de Hugo Chávez, fue a la inversa de los dictadores: otorgó valores ciudadanos, creó dignidad para participar en la política, incrementó el sentido de pertenencia dentro de del pueblo bolivariano, eliminó el temor de organizarse y defendió sus conquistas –vale observar la defensa popular en el fallido Golpe de Estado el 11 de abril de 2002, donde nuestro país El Salvador, vergonzosamente reconoció a los golpistas-.
La dignidad de los pobres también está acompañada de un concepto multicitado: “el antimperialismo (Big Stick, Doctrina Monroe)” -un poco anticuado por cierto, ahora sustituido por el post-imperialismo-, que no es el mismo del siglo pasado, pero cada nación “habla como le va en la feria”, el temor de las invasiones es siempre el mismo, afortunadamente en este siglo XXI no ha sucedido ninguna.
La dignidad de los pobres, el sentido de los pueblos bolivarianos en América Latina, el antimperialismo o post-imperialismo y la solidaridad entre las naciones, cambiaron la visión de los desprotegidos, ¿por qué no lo hizo la oligarquía?, acaso perdieron su oportunidad histórica, en realidad… si; el ejemplo de Hugo Chávez abre un antes y un después, ahora al menos el pueblo venezolano tiene libertad de elegir su futuro, con dignidad.
www.cesarramirezcaralva.com