Caralvá
La patria de Abraham Lincoln tiene una presencia significativa en nuestra historia, ninguna otra nación ha influido tanto en nuestro diario vivir como los Estados Unidos de América, por supuesto que esta presencia ha implicado acciones desastrosas, apoyos a dictaduras, presencia militar etc., pero también ha significado un apoyo al desarrollo en áreas económicas con proyecto que combaten la pobreza y en estos momentos una conjunción inesperada: una brillante victoria demócrata con el presidente Barak Obama y en nuestra nación el triunfo del FMLN con el presidente Mauricio Funes.
La historia de nuestras naciones, tiene un punto de inflexión a partir de la guerra civil salvadoreña, cuando Estados Unidos se convierte en el mayor receptor mundial de la emigración forzada salvadoreña, aquella generación de emigrantes casi 30 años después son ciudadanos norteamericanos y sus hijos han concluido estudios universitarios en el mejor de los casos, en otros, aún trabajan duro para realizar sus sueños.
Esta historia humana y masiva, convirtió a Estados Unidos involuntariamente, en un centro de refugio internacional de emigrantes políticos, económicos e incluso religiosos, porque en El Salvador, la persecución no distinguía nada; favorecidos por la geografía continental, en autos, aviones, barcos o atravesando desiertos, los salvadoreños optaron por hacer su vida lejos de la represión, pero han pasado casi 30 años y ahora existen elementos que desalientan a las multitudes a emigrar, entre ellas el desempleo en la nación del norte. De igual forma algunos salvadoreños nacionalizados piensan en retornar a El Salvador, tanto para disfrutar de su condición de pensionados, como para disfrutar de vacaciones regulares, además de reconstruir los nexos familiares.
El sustrato económico de nuestra relación con Estados Unidos, cambió de la exportación de café a las remesas, de la expulsión de mano de obra barata al probable retorno de compatriotas con estabilidad económica.
En este punto es muy importante la iniciativa del nuevo gobierno de El Salvador, para crear una institución que vele por el emigrante, que proteja sus derechos fuera de la nación, pero que brinde opciones en el momento de retorno a su tierra, de esta forma la nación puede beneficiarse en muchos campos productivos con las experticias que los emigrantes adquirieron.
Al visualizar el ciclo del emigrante: salida y retorno, se construye un criterio de responsabilidad con nuestros ciudadanos, pasamos de ser nación de expulsión de trabajadores a nación receptora de ciudadanos educados en democracia y economía diferente, a los cuales se les debe brindar una visión de inversión local en sus diferentes modalidades económicas.
Destaquemos que el Tratado de Libre Comercio, que puede facilitar la exportación de nuestros productos tradicionales y nuevas aplicaciones de productos no tradicionales.
De ahí que la relación entre nuestras naciones, también pasan por los TPS, esos permisos de trabajos temporales para salvadoreños que no han logrado completar su trámites legales en Estados Unidos. Dos objetivos genuinos deben continuar, primero: la petición a EEUU de la ampliación de los empleos temporales para nuestros compatriotas y segundo: demostrar que en El Salvador la democracia es posible.