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zoonpolitikom I - Page 75

  • Legitimidad democrática en el siglo XXI

     

    Caralvá

     

    Observamos cambios en los panoramas políticos latinoamericanos que implican al menos dos elementos fundamentales: la reelección presidencial y la reforma constitucional que permite dicho cambio con legitimidad. Clásicamente legitimidad política está unida a criterios de autoridad, propiciando un Contrato Social:  J.J. Roseau  1762.

    Así varias naciones se han (des)unido en este elemento de continuidad: Colombia, Venezuela, Colombia, Ecuador… y recientemente existe el elemento en discusión hacia  la reelección en Nicaragua.

    El tema propicia la división de las naciones, en Honduras este elemento de la cuarta urna electoral fue la excusa que impulsó el Golpe de Estado; en Nicaragua se observa cierta fractura de opiniones y no dudamos que generará enfrentamientos sociales en diversos niveles.

    Al fondo de este nuevo fenómeno se encuentra el concepto de alternancia política, que implica un período razonable de ejercicio del poder de los partidos políticos dentro de una democracia. El caso de Honduras ha demostrado el carácter sensible del tema, donde la ruptura constitucional ha implicado la desaprobación internacional del erróneo procedimiento, que implicó expulsar al presidente constitucional a punta de fusil.

    ¿Qué significa legitimidad? “Por legitimidad política se entiende normalmente la aceptación por parte de los gobernados de las razones que dan los gobernantes para justificar su acceso al poder”; como lo explicó Max Weber en Economía y Sociedad.

    Alternancia política en el poder y legitimidad en democracia son las partes contractuales que forman las nuevas tendencias de las sociedades en el siglo XXI.

    Durante el siglo XX con la bandera de la guerra fría, estos elementos eran conceptos decorativos, puesto que la alternancia política era pisoteada en cada Golpe de Estado y la legitimidad era validada por las armas militares, era el idioma de la represión; durante estos períodos las instituciones democráticas servían para acompañar a los nuevos dueños de la nación.

    Pero en el siglo XXI sin el discurso de la guerra fría, los temas: reelección presidencial y la reforma constitucional aún recuerdan las viejas dictaduras militares, a pesar que tanto derecha como izquierda propician estos conceptos.

    Cualquiera que sea la evolución de estos elementos, el sistema político es el que debe responder a estos eventos, pero deberá al menos evolucionar hacia procedimientos transparentes y abiertos a los ciudadanos, incrementando y alentando los niveles la intervención de las personas que velan por los Derechos Humanos.

    Para el ciudadano el verdadero problema en cuestiones políticas es el retrazo en el desarrollo de instituciones que respalden los cambios económicos y sociales, la falta de respuesta a las necesidades más urgentes, el acceso a la información etc, puesto que construimos la democracia día con día, consolidando nuestra institucionalidad.

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  • Rumores terroristas contra la Democracia

     

     

    Caralvá

     

    El lunes 19 de octubre, un rumor recorrió los medios informáticos en sus diversas expresiones por toda la ciudad de San Salvador, curiosamente con mucha precisión se divulgó la especie negativa en: empresas, instituciones, padres de familia etc. en pocas horas las redes sociales en sus diversas modalidades comunicaban la “mala nueva”, no era para menos, los rumores terroristas incluían:  “asesinatos indiscriminados a estudiantes”, “toque de queda”, atentados contra la vida de los ciudadanos en general.

    De igual forma que hace meses,  un “toque de queda” había sido decretado por el crimen organizado en el Centro de San Salvador, ahora la especie se extendía a otros puntos de la ciudad, con resultados que afectan a la ciudadanía en general.

    La situación no esta para dejar pasar las amenazas, el incremento de asesinatos contra los trabajadores, las extorsiones, la coacción de menores de edad etc., no son acciones aisladas, son realidades que golpean a la ciudadanía en general, de esta forma los homicidios suman más de 3,000 en el transcurso del año.

    Bajo esta circunstancia acontece el rumor terrorista, con una escalada acciones informáticas sin precedentes, puesto que el uso mediático ya no tiene objetivos criminales sino se propone atemorizar y desmoralizar a las poblaciones, creando esquemas de ingobernabilidad, para desprestigiar el avance democrático en la nación.

    Pero estas dos situaciones (rumores y delincuencia) parecen acontecer en forma simultánea, dos situaciones que tienen distintos tratamientos, el accionar de la delincuencia obliga al Estado a reformas en las leyes vigentes, reformas que probablemente cambiarán nuestra visión hacia los delincuentes y en el otro caso de rumores terroristas, propician  la creación de nuevos organismos especializados que controlen estas especies desinformativas que solo benefician a los enemigos de la democracia.

    La delincuencia no cuestiona la democracia real, la delincuencia fractura el sistema de seguridad nacional y todos sus conceptos, pero en el fondo estos grupos son antisistema se ubican al margen de las leyes, violan los derechos humanos y no se integran a la sociedad. No existe una salida fácil a este cáncer social, pero nunca será tarde para invocar la re-educación de estas personas y su inclusión a trabajo honrado, a pesar de todo, ese largo camino hacia la re-educación y rehabilitación es preferible a la violencia.

    En el otro caso, rumores terroristas contra la democracia, su objetivo principal es alarmar a la población, porque detrás de estas desinformaciones se encuentran personas desesperadas por la consolidación y el avance de la democracia salvadoreña.

    Los rumores terroristas y la delincuencia deben ser dos puntos de encuentro para los partidos políticos a favor del consenso y la gobernabilidad de la nación, porque es la democracia la más vulnerable con estos factores desestabilizadores.

    Nos interesa como ciudadanos, la consolidación de la democracia y el funcionamiento de los partidos políticos dentro del marco institucional, puesto que a fin de cuentas no es la nueva administración la que padece de credibilidad con los elementos antes mencionados, la acción sospechosa es la férrea oposición a construir consensos para condenar estos actos terroristas, actos que se oponen a la gobernabilidad y la consolidación del  avance democrático en El Salvador.

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  • Golpe de Estado en El Salvador 1979 (30 años después)

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    Caralvá

     

    …mi visión desde la llanura, desde las calles, desde el sitio que significó diversos calificativos de izquierdas y derechas, siempre ha sido el sector popular. Ahí estábamos con nuestros principios que a fin de cuentas eran: humanitarios, religiosos, democráticos y con fuertes conceptos políticos, era el momento de participar, así fuera en la  juventud universitaria, militar, intelectual etc, era el tiempo de luchar contra la dictadura militar.  En la nación la secuencia democrática había sido negada durante muchos años, con ciclos de fraudes electorales, golpes de estado, masacres, etc. así generaciones de salvadoreños no creían en la institución electoral. El momento participativo era de tal magnitud que sectores religiosos, profesionales y la juventud militar coincidían en cambiar el orden de grupos intransigentes, mientras ellos  se aferraban a la dictadura y las acciones ilegales en toda su extensión, también Estados Unidos participó a su favor. Por breve tiempo en 1979  existió la esperanza, las manifestaciones populares no fueron reprimidas, percibimos una sensación de paz, el Golpe de Estado evitó una represión brutal planificada para las siguientes semanas. A lo mejor por eso contamos la historia.

    Desafortunadamente el giro de los acontecimientos 10 años después en octubre de 1989, era la guerra armada, con la misma división: “amigos y enemigos”; existía separación de identidades ideológicas profundas, incluso en el seno familiar, la iglesia, los partidos políticos etc.

    Desde las calles, la rudeza de la guerra había desgarrado a la sociedad, muchos comprendimos que la única vía era una solución política, el costo había sido pagado con sangre, exilio, secuestros, matanzas etc. y hablar de democracia con elecciones era casi fantástico, pero ahí se inician intervenciones de partidos socialdemócratas… pero aún faltaba la Ofensiva Final del FMLN… apenas sobrevivimos: ¡Gracias a Dios!, porque en ninguna parte se estaba seguro, debimos ser un poco locos para proclamar la democracia en semejante escenario, pero lo hicimos.

    El 15 de octubre 1999 fue un año difícil para encontrar empleo, en esos tiempos emigrar a Estados Unidos era casi una ley. La democracia se consolidaba.

    15 de octubre de 2009, 30 años después, tenemos otra guerra con el capitalismo que mucho tiene que ver con nuestra visión democrática. La ecuación capitalismo-democracia-seguridad, se fractura  porque ahora: el crimen organizado, desempleo, delincuencia,  narcotráfico y toda la saga de violencia, nos hace vivir en la intemperie de las armas. La democracia ahora es desafiada por el crimen organizado.

    Desde las calles poco acumulamos económicamente, vivimos con deudas, incluso democráticas, pero tenemos un nuevo gobierno sin precedente, aunque esto casi no alivia nuestro sufrimiento por el desempleo y la inseguridad cotidiana.

    Escogimos nuestro destino en las calles junto al pueblo (sin demagogia) y el 15 de octubre me hace recordar a grandes amigos: Dr. Ungo, H. Oquelí, Ignacio Ellacuría, La Juventud Militar y por supuesto algunos señores (as) funcionarios (as)… desde la llanura  aún contamos historias, los siguientes 30 años ahí estaremos junto al pueblo, en la primavera de la democracia salvadoreña iniciada el 15 de marzo de 2009.

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  • Solución Honduras: no ilegalidad golpista

     

    Caralvá

     

    Los golpistas pasaron por alto un principio elemental: la legalidad emana de los ciudadanos, en el caso de Honduras el presidente Manuel Zelaya no fue derrocado por los ciudadanos sino por grupo político-militar admirador de los golpes de estado del siglo pasado.

    Estos señores golpistas se equivocaron en su laboratorio político, consideraron que si la maniobra política no era califica de golpe militar entonces sería: “legal”, lo cual en poco tiempo demostró su grave error de cálculo, porque a pesar de su éxito “parcial” al enviar al presidente a un exilio forzado, la respuesta internacional ha sido de tal magnitud que probablemente retornarán derrotados a sus antiguas posiciones de conspiración y entregarán al presidente constitucional sus poderes legales.

    La solución al complejo escenario de Honduras, pasa al menos por dos momentos: I Desarticulación de la dictadura y II retorno a la democracia.

    El primer caso: desarticulación de la dictadura implica anular todo producto del gobierno de facto (decretos, nombramientos, ordenanzas, etc.), el retorno al escenario anterior al golpe de estado y reinstalo del gobierno legítimo;  el segundo elemento: reconocimiento al presidente constitucional implica la finalización de su período legítimo y la convocatoria a un nuevo proceso electoral.

    Existe una variante que no aparece definida en este complejo panorama, es el factor tiempo, este debería ser proporcional al calendario constitucional. Con el tiempo en contra la dictadura se debate en aceptar las propuestas de las naciones democráticas, cada día su posición de intransigencia deteriora la vida del pueblo hondureño, cada día su posición es más insostenible, su estrategia de ganar tiempo a cualquier costo ha sido puesta en evidencia, por tal razón las naciones democráticas han adelantado que el proceso electoral convocado por la dictadura no será reconocido.

    Es curioso el escenario de una dictadura que negocia su salida y un gobierno legítimo que lucha por su instalación en el poder, parece una ficción, pero en todo caso, el elemento fundamental es un precedente histórico para todos los aspirantes a dictadores: “las naciones democráticas, no reconocerán futuros gobierno golpista en el nuevo orden internacional”.

    Un factor desequilibrante es la Fuerza Armada Hondureña, recordemos que la historia de nuestros pueblos esta plagada de Generales con muy buenas intenciones para sus naciones, con el típico argumento de “restaurar el orden” pueden constituir otro gobierno y proclamar una nueva república desde sus cuarteles; en el presente caso han cumplido la misión de ejecutar el Golpe de Estado.

    El caso de Honduras, muestra la fragilidad de nuestras democracias, desnuda la cultura latente del golpe de estado, desenmascara los apoyos internacionales para el derrocamiento de gobiernos legítimos en América Latina;  muy buena lección para el resto del mundo, afortunadamente también identifica la solidaridad internacional con los pueblos oprimidos.

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  • Solución: Honduras, sin dictaduras

     

     

    Caralvá

     

    La solución política en la República de Honduras se visualiza por los siguientes elementos: la movilización mundial contra el Golpe Militar, el rechazo internacional contra el asalto a la institucionalidad, el retiro de embajadores de naciones democráticas, cese de ayuda internacional, organización de la resistencia interna, condena internacional por cierre de medios de comunicación etc. ante este panorama la salida a pesar de ser difícil,  tiene como requisito indispensable aceptar un proceso de diálogo entre las partes, en este momento la propuesta de Oscar Arias (Costa Rica) es la única en firme,  otras propuestas no tienen base real.

    En el caso de la propuesta de San José, el retorno del presidente Manuel Zelaya al poder  debe ser el primer elemento a considerar dentro del marco institucional, los siguientes puntos pueden ser aceptados con más o menos rigor por las partes, entre estos conceptos tenemos: la formación de un Gobierno Provisional multipartidario, un gabinete de transición, nuevas fechas del proceso electoral, el retorno a la institucionalidad, indemnización por daños a terceras personas, además este período debe estar bajo el mandato del presidente constitucional puesto que de otra forma Honduras no será víctima de una nueva revolución social, sino prisionera de la bancarrota financiera, condición mucho peor que un cambio social violento;  recientes declaraciones de expertos consideran que Honduras ha perdido por la aventura golpista: $400 millones en ingresos en solo 90 días, un promedio aproximado de $4 millones por día.

    Esta pérdida económica tiene por origen el toque de queda, suspensión de garantías ciudadanas, inseguridad comercial, cierre de medios de comunicación, acceso a préstamos internacionales, incertidumbre laboral etc. muy tarde han comprendido los golpistas que la democracia es la mejor respuesta a cualquier crisis y es el mejor camino para resolver las diferencias entre grupos de poder e intereses.

    No obstante en medio del desastre político, la crisis económica y la ruptura del contrato social, la solución política debe comprender el retorno a la institucionalidad en todas sus formas, la renuncia de los golpistas o su inhabilitación política por años, un nuevo acuerdo político entre la sociedad hondureña con objetivos constitucionales más allá de un proceso electoral; recordemos que las elecciones solo son una parte de la institucionalidad democrática, su ejercicio no significa legalidad instantánea, ha acontecido que dictadores realizan elecciones periódicas para justificar sus cargos, como el caso salvadoreño del General Maximiliano Hernández Martínez que gobernó por 14 años y existieron falsos procesos electorales controlados por un Régimen Policial… conste que llegó al poder por un Golpe de Estado en 1931.

    La solución política a la crisis provocada por el Golpe Militar, tiene ahora a sus actores principales en Tegucigalpa: el presidente constitucional  y la legalidad versus los golpistas.

    Existe una gran lección en este Golpe de Estado en Honduras, los grupos de interés y poder que apoyaron el evento ilegal, son los verdaderos artífices del daño a la nación y el costo de esta acción significa la ruina económica;  por supuesto que pueden recuperarse a largo plazo, con el retorno a la democracia y la salida inmediata de los golpistas del poder político.

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  • ¡Viva Honduras sin dictaduras!

     

    Caralvá

     

    De la mentira a la verdad, del Golpe Militar a la lucha por la instauración de la democracia, de la expulsión violenta por las fuerzas militares al retorno del presidente constitucional Manuel Zelaya;  esa parece ser la historia de estos meses en la República de Honduras.

    En juego se encuentra la democracia continental, en discusión la réplica neogolpista en el continente americano y entre otros criterios,  el caso: un grupo de poder rechaza por maquinaciones pseudolegales todos los argumentos de las naciones democráticas del mundo. Pero con el retorno del presidente constitucional y el inmediato apoyo de sectores democráticos, el régimen golpista se ve obligado a reprimir y declarar el toque de queda como medida desesperada para contener el avance de las fuerzas populares.

    Mientras en toda la línea de imagen internacional, en toda la línea diplomática, en todos los foros continentales, los golpistas hondureños palpan su fracaso puesto que son los únicos arquitectos de su desastre.

    Es importante señalar que la movilización internacional a favor de la restauración institucional en Honduras, no es por una persona, ni por un partido político, es por la democracia latinoamericana, que impondrá el precedente para cualquier otro aspirante a dictador en el continente americano.

    La naciente dictadura pretende forzar un proceso electoral ilícito, pero las naciones del mundo han adelantado que no reconocerán al producto de este acto, pero mientras se debaten en su “círculo interior”, la nación padece un autobloqueo comercial, donde los pobres son los que reciben el mayor impacto de esta crisis provocada por los golpistas hondureños.

    El llamado a la insurrección popular emerge del régimen de facto, puesto que los golpistas han violentado el orden constitucional, por ello las fuerzas populares son alentadas a combatir a los opresores; el estado de sitio no tiene resultados porque los ciudadanos pierden el temor y el toque de queda tampoco funciona porque el pueblo desborda la represión.

    Aún es tiempo de aceptar un proceso de salida honorable para ellos, aún tienen a su alcance la mediación propuesta por Costa Rica o un diálogo-negociación interno, donde fijen la fecha de su salida inmediata,  no tienen otra alternativa; en este punto coinciden las naciones en sus recientes declaraciones en la sede de las Naciones Unidas: Brasil, Chile, Argentina.

    Al menos con tanto rechazo mundial, los golpistas y todos sus secuaces nacionales e internacionales, deben entender que  el diálogo negocia la rendición de los neogolpistas, que es ineludible el retorno a la democracia en Honduras y que todos los planes para interrumpir la democracia continental serán un fracaso absoluto.

    ¡Viva Hondura sin dictaduras! resume la aspiración popular contra el golpe militar, este concepto une las aspiraciones democráticas latinoamericanas  y aquellos que se oponen,  son los nostálgicos de los dictadores del siglo pasado, afortunadamente han llegado tarde a la historia del siglo XXI.

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  • El camino de Moisés en El Salvador

     

     

    Caralvá

     

    Con la nueva administración gubernamental, el antiguo sistema de creencias políticas día con día cae a pedazos, principalmente en aquellos que consideraron imposible que la izquierda llegara a gobernar “un día” en El Salvador, bien,  estos son los días posibles negados por muchos años y que ahora se iluminan bajo la democracia.

    Pero en todo modelo democrático, un gobernante no puede estar solo, porque la nación tiene ese carácter plural en su tejido social, de tal forma que el presidente la República es el llamado a aglutinar el consenso nacional y construir una visión estructural incluyente para los ciudadanos.

    Nuestra nación en momentos tan difíciles de crisis económica requiere de elegir un camino como el de Moisés al dividirse las aguas (Éxodo 14:19-31), el pueblo pasó en seco, por medio del mar, mientras las aguas convertidas en murallas de izquierda y derecha, dejan el paso libre; me parece que  ahora, la mejor respuesta podría ser algo similar, separar los criterios de las fuerzas políticas y encontrar un camino que haga posible el camino del pueblo hacia la solución de los principales conflictos.

    Durante muchos años el carácter ideológico ha dominado nuestro panorama social, muchas generaciones han sido juzgadas por este estigma, es tiempo de enterrarlo, al igual que en su momento terminó la guerra fría entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética.

    Bajo una nueva democracia “posible” en El Salvador, bajo la misma figura de Moisés y la división del mar rojo –conste no es una connotación política-, vivimos la construcción de la unidad nacional, pero es desalentador observar que a cada paso, grupos de interés divulgan falsedades y tratan de satanizar lo poco que es posible realizar en 100 días de la nueva administración.

    No es posible la óptica de lucha por el poder en cada paso institucional, porque en ese caso la unidad no será posible y menos una estrategia de solución.

    La intervención del Estado en áreas económicas, la iniciativa privada con sus inversiones, el carácter de la reforma del Estado, etc,  son dimensiones dinámicas, que tienen diversas modalidades en espacio y tiempo,  la historia demuestra que en el mismo seno del capitalismo, es necesario el carácter de la reforma para ajustar el modelo a las nuevas realidades sociales y económicas, mucho más en tiempos de crisis.

    El caso de las nuevas propuestas sobre el modelo democrático, poco a poco se abrirán camino sobre las supersticiones, mitos o fábulas  que por generaciones han prevalecido en nuestra sociedad y la realidad comenzará a cambiar.

    En la nueva sociedad salvadoreña al menos, el llamado a la unidad implica que muchas de las reformas o iniciativas institucionales, serán productos del diálogo entre los sectores involucrados, puesto que en tiempos de crisis y en realidades tan difíciles es necesario concertar con todos los grupos de poder e incluso algunos no tradicionales; muchos de los cuales por generaciones han permanecido al margen de las grandes reformas institucionales.

    Los partidos políticos son los instrumentos intermediarios de los sectores sociales, intervienen con iniciativas a las demandas sociales y cuando cometen el error de convertirse en gobierno-partido entonces la administración de turno se convierte en excluyente, al menos la historia así lo demuestra.

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