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Blog - Page 19

  • La serenata de Schubert: Alfredo Martínez Moreno

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    Caralvá

     

     

     

    Una mañana de Julio de 2012, por accidente de la vida, la mesa de café terminó reuniendo a diversos amigos aficionados a las letras, aunque no fue planificada, aquella reunión estaba destinada a grabarse en la memoria de los presentes como un hallazgo literario.

     

    La facilidad del verbo, el anecdotario, la prodigiosa memoria que reseña: encuentros, cifras, fechas y personajes nacionales como David Escobar Galindo y Roque Dalton, permitían a los asistentes un efecto de burbuja atemporal con vivencias y sensaciones testimoniales; “fueron amigos de infancia” – dijo – “en aquellos tiempos la sociedad ya perfilaba cierto futuro en las palabras de los poetas, de ahí: Duelo ceremonial por la violencia (1971) de David Escobar y la respuesta de Roque Dalton: Violencia aquí… que David publicó”. “David es la personas que más se preocupó por encontrar la tumba de Roque Dalton y acompañó a la mamá de Roque durante este tiempo, porque ellos eran vecinos…”

     

    El ambiente de aquellas palabras estaba rodeado de leyendas y relatos conocidos por diversas narraciones de terceras personas, habló de grandes autores con la familiaridad de un Roque Dalton alumno de derecho: “¡porque fue mi alumno!”… él tenía una memoria poderosa, podía recitar los versos de Sóngoro cosongo (1931) de Nicolás Guillén  Amor de negras uvas, Secuestro de la Mujer de Antonio.. “ te voy a beber de un trago/ como una copa de ron;/ te voy a echar en la copa/ de un son,/ prieta, quemada en ti misma,/ cintura de mi canción/…

     

    Nos habló de Carmen Lira –escritora-, Rogelio Sotelo, Isaac Felipe Azofeifa etc.

     

    Todo ello pronunciado con la firmeza de un maestro de la palabra. Aquellas memorias presagiaban muchas más historias contadas sin miseria y con detalles inéditos de grandes figuras nacionales, algunas con signos dramáticos en episodios inéditos.

     

    Alguien recordó a Ricardo Bogrand: “Estoy aquí sentado esperando que pase la justicia/y no aparece por ninguna parte”. Hubo palabras en su memoria, sus trabajos en la Universidad, la vivencia, el exilio.

     

     Sin duda que nuestras charlas al observador distal de nuestra mesa, les puede parecer una tertulia de vagos, cual es cierto y sin defensa, solo que nosotros preferimos llamarnos filósofos.

     

    Semanas más tarde nos presentó su proyecto: La Serenata de Schubert, un libro que evoca su infancia, con vivencias familiares, en ese contexto nos invitándonos a su presentación que sucedió el 9 de octubre.

     

    El libro fue presentado en el marco del trigésimo quinto aniversario de la Universidad Dr. José Matías Delgado.  Desde mi sitio en el auditorio de Fepade, observé la mesa integrada por: René Fortín Magaña, David Escobar Galindo, Enrique García Prieto, Enrique Sorto Campbel, el Nuncio Apostólico Luigi Pezzuto. También pude escuchar la voz de la Señora: Aida Mancía que recitó el poema de Gutiérrez Nájera. Reflexioné sobre este momento ante las palabras de cada uno de los oradores.

     

    Aquél joven de 89 años, que bebe el café con “filósofos” y celebra la vida es “Don Alfredito”, el mismo que un día refugió en su casa a Guillermo Manuel Ungo y le salvó la vida, que cita a Gutiérrez Nájera y nos ilustra: “Así hablará mi alma… si pudiera”.

     

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  • Cultura y vigencia de la Historia

    Armonía de mi pueblo, Fernando Llort, mural destruido, en diciembre de 2011

     

     

     

    Caralvá

     

     

     

    Lo importante de las expresiones culturales en las diversas condiciones que nuestra sociedad salvadoreña pueda concebir, reside en su vigencia histórica. La cultura en su dinámica creativa tiene muchas facetas de interpretación al igual que escuelas nacionales e internacionales, es evidente el carácter de influencia que recae sobre los artistas cuando se expresan e interpretan los momentos que viven, de esta forma el arte tiene fronteras filosóficas, religiosas, jurídicas, científicas etc.,  que adelantan sus criterios, en esencia son reflejos del estado de conciencia de los artistas. El momento de paz social que vivimos también reclama las genuinas manifestaciones de un momento inédito, es un presente privilegiado para una generación de cambio, en esencia podemos referir los siguientes elementos: no existe el autoritarismo que imponga una lectura del mundo en contra de otra visión ideológica, tampoco existe una resistencia organizada que posea el ideal de un mundo feliz con plena igualdad mundial, vivimos por primera vez en la historia de la humanidad un sistema mundial y aunque esto suene a blasfemia, de América hasta China el capitalismo es el idioma común, de tal forma que el modelo mixto en algunas regiones también tiene signos de ampliación y buena salud, estos sistemas mixtos son donde coexiste el comunismo con el capitalismo, principalmente en oriente; de no ser por algunos fanáticos religiosos, el mundo parece que no cometerá el suicidio de jugar con armas nucleares; pero ese momento deja a los creadores en un vacío de opción creativa, la cual debe orientarse hacia el modelo que viviremos en los siguientes años y la voluntad de transformar las sociedad.

     

    El artista como agente cultural, no puede permanecer pasivo ante la sociedad que perfila su horizonte histórico, además influenciado por los medios de comunicación multimedia que irrumpen en las redes sociales con sentido positivo y negativo. Debemos fijar un parámetro que cristalice la vocación de los autores y a mi parecer debe ser la historia de las naciones, el estudio, la comprensión de los límites: materiales, espirituales o religiosos de nuestros pueblos, esa es la bandera que debe orientar nuestros esfuerzos, porque al menos esta nos demuestra la genuina vocación de avance hacia el desarrollo personal o social, de esta forma colocaremos la insignia de nuestros pasos, así la tecnología estará a disposición de nuestra consciencia no a la inversa, puesto que en muchos casos poseer tecnología no es sinónimo de avance cultural, ni conocimiento, ni comprensión social, puesto que la tecnología sin orientación es la mecánica del consumo, la mala educación para endeudarse pero no para crear capital, ni consciencia productiva solo reproductiva.

     

    Vivimos un momento para la historia, con dos opciones formidables: hacia la perfección de la democracia o hacia el retorno del pasado disfrazado de nuevos discursos. Los autores con sus obras consciente o inconscientemente se pronuncian sobre el tema. La cultura implica entonces la modernización del capitalismo, la extinción de las oligarquías por la democratización del capital, la movilidad social, la conducción del cambio, la estructura de partidos políticos con proximidad al pueblo, las reformas constitucionales etc. porque esto también es cultura de paz.

     

    La vigencia de la Historia es el signo que debe guiar a la cultura y la sociedad, orienta a la nación y la democracia.

     

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  • Nueva cultura de posguerra democrática

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    Caralvá

     

     

     

    Hace años que la palabra crisis nos tiene mareados, no existe día que no se le mencione en cualquier noticiario, en ocasiones éste tiempo es el mismo que el de la guerra civil todo es crisis, no obstante a pesar de ello existe producción cultural. Desde los años noventa del siglo pasado, la cultura ha escalado peldaños modestos en su ascenso hacia las expresiones democráticas, pero no sabemos si la utopía aún alimenta el imaginario salvadoreño.

     

    No obstante algunos proyectos si han funcionado, el mejor  es El Museo de Arte de una entidad privada, el 3000 Suplemento Cultural es otro buen ejemplo, que a propósito también es un esfuerzo privado de los trabajadores de Diario Co Latino, otras iniciativas privadas resaltan en artes plásticas, mientras del apoyo gubernamental sufre altibajos debido a intermitencias de acuerdo al partido gobernante. Hace veinte años comenzó una cultura diferente que irradió a la nación, era una situación de respuesta no solo en el nivel político, también existieron manifestaciones “populares”, así fueron cotidianos los grafitis, panfletos, pintas en las paredes, expresiones de los prisioneros políticos, teatros, las experiencias internacionales de grupos salvadoreños etc. aquello expresaba en síntesis que los valores coyunturales eran los valores del arte para el sector popular aunque para otros era una aberración. Aquello fue Cultura y Sociedad de guerra civil. Al finalizar el conflicto, los valores coyunturales debían cambiar, no solo por el abandono de las armas, sino porque la realidad revolucionaria ya no correspondía a la naciente democracia, la nueva realidad otorgaba una nueva legalidad, además integración, organización, propiedad etc. en otras palabras los valores coyunturales debían cambiar hacia un nuevo paradigma: “la democracia”, que no solo era un acuerdo político sino un nuevo requerimiento de cultura en todas sus expresiones. La diferencia es fundamental para todos los proyectos revolucionarios de América Latina, una lucha armada que termina en la democracia y 20 años después llega al poder político. Ese momento es Cultura y Estado.

     

    Si el origen de aquellos iniciales signos fueron: la lucha armada,  el antiimperialista, el anticapitalismo, la lucha de clases, todas las teorías de liberación, de pronto aquello se había transformado, porque no era posible continuar con esos esquemas ante un acuerdo de paz que otorga legalidad a la “ilegalidad” siempre y cuando se fijara un rumbo en los conceptos democráticos, de tal forma que el arte con sus expresiones debía tener nuevos valores democráticos. La cultura bajo ese signo tiene ahora una lectura de posguerra, en la cual el límite es la democracia, lo cual es suficiente para los siguientes cien años; en este período deben profundizarse los valores del ciudadano versus los límites del Estado, perfeccionar las libertades ciudadanas por medio de una nueva cultura multimedia, estudiar nuestra Historia, apoyar la identidad de nuestros pueblos originales, todo ello bajo el signo de las expresiones culturales a las cuales les debemos mucho más de lo aparente. La cultura democrática implica la responsabilidad ciudadana de crear horizontes de expresión inéditos, como la asociación de producción artística (Cine, literatura, pintura etc.), con aportes entre los interesados. El aporte cultural de nuestra nación para América Latina es una nueva cultura de posguerra democrática, y  si la crisis desnuda la miseria de nuestra vida, la cultura demuestra la riqueza extraordinaria de nuestro espíritu.

     

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  • Representación cultural salvadoreña en el siglo XXI

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    En pocos años acontecieron en nuestra sociedad cambios culturales notables, más por las personas involucradas que por los resultados obtenidos, me parece que debe recordarnos el libro: La cultura y el Estado/David Lloyd y Paul Thomas, quién desarrolla elementos para caracterizar estos conceptos. Pero debemos enfocarnos en nuestra realidad salvadoreña, más latinoamericana que europea o norteamericana, esta situación en relación al “nosotros” refiere: ¿cultura y sociedad? o acaso será ¿Cultura y Estado? como lo plantean los autores indicados, en cualquier caso debemos partir que nuestra historia durante siglos difiere de proa a popa con cualquiera otra sociedad y cultura fuera de nuestra condición geográfica, no obstante es más parecida a la  Centroamérica o Latinoamérica, a partir de la conquista española; si avanzamos sobre ese camino apenas hemos recorrido doscientos años de nuestros iniciales esfuerzos de cultura y sociedad al declarar la independencia. Si focalizamos concretamente a El Salvador en sus condiciones culturales a partir del siglo XX, surgen inmediatamente ideas hegemónicas relacionadas sobre: ¿qué se considera cultura y contracultura? en general a principios del siglo XX la noción general más aceptada era que todo el arte llega de Europa, lo contrario es contracultura, entonces podemos leer las influencias en el arte, esa condición nos hacía más o menos “modernos”, pero no lo suficiente para elevar los niveles educativos, de salud o producción; en ese mismo aspecto el desarrollo social agrario, monoproductivo, pero sin democracia no permitió el trinomio: cultura-libertad-desarrollo, lo  cual se expresó en excluyentes acciones orientadas hacia el fortalecimiento del autoritarismo y el caudillismo, el arte no avanza en la participación, ni en la iniciativa de las escuelas humanísticas,  creando una división profunda entre la cultura oficial y otras expresiones artísticas. Recordemos que el arte por naturaleza es asociativo, pero en nuestra nación la libertad de asociación fue similar a organización subversiva. Las expresiones de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI dentro de los movimientos sociales son condiciones aclamadas y vilipendiadas de acuerdo al sector que se defienda, de estas claras expresiones: ¿qué encontramos  en el período de postguerra?... Es evidente que las expresiones culturales del cambio democrático son muy pocas, pero significativas. No se debe esperar milagros en tampoco tiempo,  pero existen asociaciones culturales vigentes en estos últimos veinte años, puesto que la cultura no puede reducirse a una ley, pero si a una política de Estado y a la sociedad democrática a la que aspiramos, que incluya a los pueblos originales, la historia, su lengua, sus tradiciones y el aporte significativo hacia la representación cultural en sus diversas expresiones. El problema de la cultura es si ésta cultura oficial nos representa en las diversas expresiones, puesto que todas las expresiones: políticas o culturales son delegadas a partidos políticos o identificables en diversas personalidades, por esta razón muchos ciudadanos aplauden y otros rechiflan diversas acciones, si este es el caso, la cultura también debe coincidir en representaciones creíbles, en identificaciones hacia la nación, con un sentido democrático en construcción. Quizás ese es el principio de la (de)construcción cultural en el siglo XXI, la representación cultural para el cambio y todo lo demás.

     

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  • La decisión, la venganza y otros cuentos de Mauricio Vallejo I y II ( presentación Caralvá )

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    Caralvá

     

     

     

    El prologo realizado por Rafael Lara-Martínez fotografía los cuentos y anota un tiempo no escrito 2001-2007, quizás lo importante al fechar un acontecimiento es que nos brinda ubicuidad y períodos históricos, situación que el lector agradece puesto que uno sin tiempo, entra en un limbo de términos fatales o primaverales, uno nunca sabe.

     

    Un cuento de Mauricio habla de la inmortalidad, ese elemento tan perseguido para evadir la muerte, ese que invade la imaginación y traslada al vencedor al mítico sitio de los dioses, condición adorable por cierto para los mortales. Nosotros al contrario, creo que nos merecemos la mortalidad.

     

    En cierta ocasión en una charla con Jorge Luis Borges[1]  un periodista: “pero usted ya se ha ganado la inmortalidad”, y su respuesta fue: -Caramba, eso es terrible. La inmortalidad puede ser algo espantoso. Yo aspiro a la muerte, a la muerte total. Uno de mis temores es no morir, no desaparecer completamente; tengo la esperanza de la muerte. Después de todo las pruebas de que somos mortales son de carácter estadístico; puede ocurrir que con nosotros se inaugure una generación de inmortales. Sería una condena aterradora, ¿no? Bueno, Unamuno, por ejemplo, y, más hacía nuestros días, Sábato. A Sábato le interesa la inmortalidad, le interesa pasar a la posteridad. Él me dijo una vez que escribía para la posteridad.
    ¡Qué raro que alguien sienta esa misión! Oscar Wilde decía que la posteridad no ha hecho nada por nosotros…
    la inmortalidad es un tema  persistente en muchos pueblos, plagado de leyendas de otros tiempos quizás atlánticos. Pero nuestra sociedad contempla con cierto cinismo las recurrentes operaciones de algunas estrellas de los medios de comunicación, que arriesgan sus vidas por un trozo de carne firme que desafíe la fuerza de la gravedad y se intoxican casi mortalmente, a lo mejor ese es  el principio de la nueva  lucha de clases… hasta llegar a una sociedad sin clases, aunque ya sabemos la ruina que provocan esa confrontación… Así recorremos una escala de relatos que parecen las calles de San Salvador o cualquier ciudad latinoamericana: El Negocio, El presidente, La Esmeralda, Negociación, La venganza, La pata de gato y Amores con tejidos cotidianos y fantásticos.

     

    Publicar en El Salvador es un acto libertario, una afirmación del genuino acto del autor que cree que a pesar de cualquier límite su obra vale y la comparte, puesto que el deber de un escritor es crear su obra y publicarla, recordemos algunos autores que publicaron sus propias obras: Pablo Neruda, Sergio Ramírez, Julio Cortázar quién escribió lo siguiente: … “Por un lado están todos los poemas que he de agrupar con el título general de Razones de la cólera, y que directa o indirectamente se refieren a la Argentina, a mí como argentino, al mundo lamentable y repugnante que me tocó vivir del 46 hasta que me mandé mudar en el 50. Son unos veinte poemas, que si puedo publicaré. Ahora que creo que podré juntar unos francos (si el precio de las entrecôtes nos lo permite) estoy decidido a comprarme una minerva o una pequeña imprenta de segunda mano, y tomarla como hobby para hacer libros. Aprovecharé para editar poemas (editar significa tirar unos pocos ejemplares y mandárselos a los amigos) y además haré libros con cosas de otros, por ejemplo tú, si quieres. En casa no hay demasiado espacio, pero encontraré un rincón donde montar el artefacto y hacerme el Gutenberg[2]…” puesto que en nuestro país publicar un libro es casi un milagro, con todo en contra e incluso contra el pensamiento subdesarrollado de los que se oponen a cualquier aporte cultural genuino, encontrar un libro como La decisión, la venganza y otros cuentos,  sigue siendo un aporte sorprendente debido a que nadie se preocupa de ello, excepto nosotros.

     

    Cada autor tiene una responsabilidad con su obra, esta tiene por objetivo compartir:  el mundo, la luz, la alegría del descubrimiento, porque nadie compra una lámpara para meterla debajo de la cama[3], así cada libro publicado es un pequeño regalo para la humanidad.

     

     

     

     (II)

     

     

     

    ¡El libro contra el mundo… de las telecomunicaciones y similares!

     

     

     

     

     

    En ocasiones publicar un libro nos cuesta la vida, en otras son deudas, en otras una demanda judicial, incluso el silencio de los contemporáneos que atónitos  se encuentran con la acción literaria, en última instancia es una genuina acción de fe puesto que el concepto no es solo religioso, existen muchas acciones que tienen esa categoría pero son campos de otras áreas materiales, les llaman: Exposiciones de cuadros, logros deportivos, reducción de analfabetismo, metas empresariales,  eliminación de enfermedades,  cierre de edición, victorias electorales, revoluciones (victoriosas o fallidas) etc. pero muchas de estas acciones encierran esa característica “extra” de la persona o personas que se atreven a desafiar al común de las personas al publicar un libro.  Incluso existen personas que escriben un libro de un personaje real ajeno a su vida… sorprendente.

     

    Inmersos en este mundo de marketing, con una maya[4] de logos donde el éxito es similar al encuentro con millones de dólares, fortunas transglobales, imperios de bienes inmuebles etc., un libro casi es el opuesto al deseo de las multitudes en su tiempo libre, las multitudes leen cada vez menos ante el avance de youtube, twitter, facebook, radio, televisión etc. puesto que un libro habla a un solo lector, este lector o lectora también pueden ser multitudes, de modo que el fenómeno es relativo, pero pierde fuerza cada día cuando un click sustituye el esfuerzo de los jóvenes por leer más allá de la nube de las redes sociales.

     

    ¡El libro contra el mundo… de las telecomunicaciones y similares!, esta afirmación deberíamos de acuñarla y lanzar a todas las redes del planeta, debido a la pérdida del hábito trascendental del pensamiento individual sustituido por la imagen colectiva del click y el conocimiento fácil.  Todo el mundo se queja: “no tengo tiempo” y pasa horas en la computadora interactuando de diversas formas, incluso en horas laborales, se pierde el hábito de estudio a cambio de:  manejo de bases de datos, procesadores de palabras, hojas de cálculo, imágenes etc. todo en el mundo digital tiene un precio fácil y masivo, existe en cambio una democratización de la información pero no tiene criterio para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre identidad de hombre o mujer, entre imágenes reales y falsas, entre perfiles para el engaño y otros genuinos etc., así las multitudes se vuelven manipulables, dóciles, rebaños que creen toda afirmación de los medios de telecomunicaciones, pero en su lado opuesto existe el conocimiento paciente y férreo de la duda metódica, la lógica, la filosofía, la historia, el conocimiento científico que se enfrentan en desventaja ante la ofensiva del software y el hardware; en poco tiempo hemos observado no solo un cambio cultural generacional, sino también el funeral del recurso del método en muchos estudiantes; al provocar estos cambios la educación se devalúa, puesto que todos saben el manejo de los procesos digitales, pero no tienen la forma conceptual de la creación propositiva para innovar, ni realizar cambios culturales para sus vidas, de tal forma que solo repiten y repiten, así llegará un momento que para obtener conocimiento bastará con conectarnos un microchip en el cerebro y listo, ¿para qué tanto estudio?, etc.

     

    Podríamos continuar al infinito con los temas que significan avances notables en la masividad técnica, acosta de la individualidad consciente, me parece que es la ley de cada nueva generación humana, son los signos de “otra humanidad” la cual abandona un estado mental y asimila otro, como las revoluciones en esencia encierran un cambio en la manera de hacer y pensar.

     

    Cuando un libro aparece entre nosotros no significa que sea para una minoría ilustrada, aspira a la masividad, y paradójicamente que ingrese a las redes sociales en un papel estelar; si un libro logra  ingresar a las redes sociales será para un público ilustrado,  para los que leen, estudian,  y curiosamente aprenden en internet, así se enterarán que existe un libro salvadoreño, de tal forma que la combinación libro-internet debe ser una aspiración de los autores.

     

    No obstante un libro impreso tiene un gran poder de comunicación personal puesto que restablece la introspección[5], ese ejercicio arcaico que busca la sabiduría infinita.

     

    En el libro de Mauricio Vallejo encontramos temas clásicos que reivindican las realidades latinoamericanas, desde nuestra mínima realidad salvadoreña,  a lo mejor es la misma expresión de un ciudadano universal que fotografía su ciudad e historia, con su fantasía y su pobreza. El momento que vivimos no es para quejarse del destino de las letras impresas derrotadas por las telecomunicaciones digitales, el camino del libro impreso tampoco es convertirlo en un lujo inaccesible para iniciados, el camino del libro es al final escribir la máxima aspiración de la humanidad: encontrar la verdad y conocerse para no olvidar jamás.

     

    La teoría de la reminiscencia de Platón[6] nos dice algo parecido: “En el diálogo "Menón", y con ocasión del estudio de la virtud, Platón presenta la teoría de la reminiscencia ― o anamnesia―. Esta teoría se resume en la idea de que conocer es recordar.  Implica un mundo de ideas y reencarnación,  pero nuestro tema de “recordar” significa la acumulación de conceptos que la humanidad ha adquirido en espacio y tiempo, que debe evolucionar hacia el encuentro de una sociedad más digna y justa.

     

    Ese es el legado de un libro, la condición que intenta “no olvidar” por medio de “recordar” que en nuestra nación es posible ese milagro de escribir para uno y miles de lectores, para uno y la humanidad.

     

    Otras palabras de Jorge Luis Borges:

     

    De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”. Podríamos agregar en este momento el internet, una poderosa ampliación de imagen, voz, datos, sonidos, que reproduce mucha intimidad, evita la sociabilidad, incrementa el asilamiento y no supera el contacto de persona a persona, la realidad del encuentro personal por ejemplo: el que ocurre en cualquier humilde café de la ciudad.

     

    Así en defensa del libro citemos de nuevo a Borges: “Se habla de la desaparición del libro; yo creo que es imposible. Se dirá qué diferencia puede haber entre un libro y un periódico o un disco. La diferencia es que un periódico se lee para el olvido, un disco se oye asimismo para el olvido, es algo mecánico y por lo tanto frívolo. Un libro se lee para la memoria”[7]. Esa es la misión irrenunciable, que al menos un lector construya en su memoria un referente para toda la vida…

     

     

     

    Nota en presentación del libro de Mauricio Vallejo, 24AGO012 MUPI y 06SEP012 MUTE

     

       

     

     

     

     

     

     

     



    [1] EL humor de Borges /Roberto Alifano – México: Lectorum, 2008 – pp 47-48

    [2] Cartas a los Jonquières / Julio Cortázar --  México: Alfaguara, 2010 – pp 358

    [3](Mc 4.21-25)

    16 “Nadie enciende una lámpara para taparla con una olla o ponerla debajo de la cama, sino que la pone en altoh para que tengan luz los que entran. 17 De la misma manera, no hay nada escondido que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a conocerse y ponerse en claro.i

     

    [4](ilusión)

    [5] “Método de observación de los estados de conciencia de un sujeto,  por el mismo individuo”.

    [6]http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiagriega/Platon/TeoriadelaReminiscencia.htm

    [7]http://cvc.cervantes.es/actcult/borges/elementos/12b.htm«El libro», Borges oral,
    Barcelona, Bruguera, 1983, págs. 24-25

     

     

  • Una política cultural para El Salvador

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    Caralvá

     

     

     

    Debemos distinguir entre el concepto de cultura similar al grado académico o años de escolaridad, con la cultura del Estado la cual puede calificarse de oficial. En el siglo pasado cada  gobierno imprimió su sello característico a este rubro, promoviendo a sus intelectuales bajo la llamada cultura gubernamental, así puede distinguirse desde 1932 un énfasis en elementos como: caudillismo, autoritarismo, anticomunismo etc., al igual que negó la existencia de pueblos originales con su lengua nahuat, sus tradiciones y la existencia de los afrosalvadoreños, además negó el aporte de indios y afrosalvadoreños en las gestas de la independencia; fue durante el martinato la “refundación” de la República a partir de una nación “sin razas inferiores”, con características filonazis, amparada falsamente en los principios de la teosofía.

     

    Desde aquellas lejanas épocas el carácter autoritario fue el signo distintivo de la dictadura, todo signo de oposición era simplemente comunista.

     

    Así transcurre gran parte del siglo XX, la cultura se refugia en la clandestinidad con expresiones emanadas en: estudios, libros, obras de teatro, pinturas y otras promovidas principalmente en la Universidad de El Salvador, los autores considerados de izquierda no son publicados en los medios oficiales, Roque Dalton es el más significativo de esa etapa.

     

    Podríamos resumir ese largo período como un ciclo de exclusión de las expresiones culturales de izquierda, considerada como opositora al autoritarismo.

     

    A finales del siglo XX, coincidiendo con el fin de la guerra fría, finalizó la guerra civil que reflejó la riqueza creativa en el arte, en parte por la diáspora, en otras por el esfuerzo personal de muchos artistas, la guerra impuso la concepción del arte ideológico, ello sería aceptable para un momento de guerra, pero no en tiempos de postguerra.

     

    En la época de postguerra el signo característico que marcó un cambio en el quehacer cultural fue la fundación del Suplemento Cultural 3000 en 1990, además de diversas expresiones de acciones artísticas como: La Luna Casa y Arte fundada en 1991, que promovieron el carácter plural de la emergente sociedad en paz; jamás en la historia nacional existió ese momento creativo. En ese período coincidió la explosión literaria y artística, con el movimiento revolucionario en la naciente sociedad democrática. De aquella época existen fieles testimonios impresos que dan fe del florecimiento cultural. Transcurridos veinte años la política oficial no incluyó a los pueblos originales, ni a su lengua, tampoco el rescate de sus mitos o leyendas, no ha existido tampoco su inclusión en la Constitución de la República que reconozca sus derechos étnicos ni su aporte en la creación de pueblos en la nación, es una omisión dolorosa;  los anteriores elementos deben acompañarse de una lectura histórica genuina que elimine el mote de comunistas a la etnia que  participó en los motines de 1932, puesto que fue un invento para justificar la matanza, los verdaderos motivos fueron: fraude electoral, despojo de tierras ejidales, expulsión forzada de sus tierras ancestrales, etc. la manipulación de estos conceptos es otra historia.

     

    El impulso de la cultura de paz debe iniciarse por la Historia e indicar la ruta hacia una nueva nación. El contenido genuino de esta cultura, debe ser pluriétnica, pluricultural, plurilingüistica y en estos tiempos transglobal, que recupere la identidad perdida durante siglos.

     

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  • ¿Existe movilidad social en El Salvador?

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    Caralvá

     

     

     

    El concepto de movilidad social implica las posibilidades de una persona de ascender en su factibilidad socioeconómica por medio de un empleo, en muchos casos está asociado a sus logros académicos. Si tomamos estas situaciones en forma rígida, algo en nuestro modelos educativos o productivos debe estar equivocado, puesto que muchos ciudadanos logran méritos académicos, pero no consiguen trabajo, también existe el caso contrario, los cargos son otorgados a empleados no por méritos académicos, sino por factores ajenos al clima laboral.

     

    La realidad salvadoreña en la movilidad social tiene factores deprimentes, con una enorme cantidad de médicos, ingenieros industriales, abogados, odontólogos, ingenieros civiles etc… desempleados, ¿es posible esto?, en una nación con tantas necesidades, con tantas urgencias de salud, alimentos, aplicación de justicia, carencias nutricionales y dentales, donde muchos ciudadanos no tienen una habitación digna ¿es posible que estas personas estén desempleadas? Por extraño que parezca así sucede, ¿qué falla entonces?: El modelo educativo, la oportunidad de empleos, el sistema capitalista o nuestra sociedad que no orienta la educación hacia las oportunidades posibles. Durante años debatimos informalmente y con muy bajo perfil, la factibilidad del modelo educativo integrado al modelo productivo, es decir si las universidades o la educación se orienta hacia las fuentes reales de empleo o son producciones de profesionales sin posibilidades de inserción laboral, es necesario pensar sobre estos problemas puesto que el aumento de la población, así como el envejecimiento de otras creará muy pronto problemas de la creación de nuevas plazas, las cuales no son nada fáciles de encontrar para los jóvenes profesionales. Estas aristas entre la educación, la sociedad y el modelo productivo deberían de existir en una agenda de la nación, que establezca modelos de concordancia entre el crecimiento de la nación y la orientación de la educación, puesto que de continuar la trayectoria actual pronto existirán muchos “ilustres desempleados” como en otras naciones, que desempeñarán los trabajos que en otros tiempos correspondían a personas con mínima escolaridad.

     

    El caso de jóvenes graduados de prestigiosas universidades o escuelas superiores que no logran integrarse a la vida productiva es notable, al igual que otros con potencialidades extraordinarias, que realizan labores para las cuales su grado académico no sirve para nada, en otras palabras estudiar tanto no es rentable y la pérdida de inversión efectuada por sus familias es visible.

     

    Existen problemas asociados a este fenómeno, uno de ellos es la devaluación de los méritos académicos por la multiplicación de los ilícitos debido a la delincuencia, el caso del narcotráfico, el crimen organizado, las drogas, la corrupción que impacta en la oportunidad de empleos puesto que destruye el esquema de acumulación dineraria, todo el modelo educativo y jurídico sucumbe ante este fenómeno no solo en nuestra nación, quizás necesitamos nuevos valores que eliminen la idolatría del dinero y la vida fácil.

     

    La movilidad social entonces con sus muchos componentes no puede resolverse en poco tiempo, pero no podemos ocultar esta realidad, no es posible que una persona que ha invertido muchos años estudiando viva en el desempleo, no es justo, puesto que podemos llegar al absurdo de que la educación no sirve para nada, es un engaño y un fraude. Necesitamos entonces que las necesidades productivas coincidan con el modelo educativo, así como el respeto y la oportunidad para las personas con méritos académicos, al igual que innovar en nuevas áreas de trabajo; necesitamos nuevos valores sociales para rechazar la corrupción en todas sus formas.

     

     

     

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