Caralvá
La Historia es inocultable después de la guerra civil con acciones horrorosas en los campos de batalla, en las ciudades y hasta en el Campus de la Universidad Centroamericana UCA. Estos elementos son tan evidentes que una historia interpretada con celebraciones de héroes anticomunistas versus villanos comunistas es absolutamente inaceptable para la inteligencia de los salvadoreños.
No se puede continuar con argumentos que oculten los motivos de la guerra: fraudes electorales, la incapacidad de las clases dominantes de modernizar el capitalismo, la formación de un movimiento popular en respuesta a estas tremendas realidades, un “viejo” ejército que se empeñó en mantener por la fuerza estructuras decadentes injustas e impopulares, ausencia del respeto a los derechos humanos, la incapacidad de reformas constitucionales, la intervención internacional etc..
Muchos de los elementos mencionados aún permanecen en el limbo de cultura oficial, puesto que los datos a través de las dolorosas décadas de los años setentas, ochentas y noventas son un punto de (des)encuentro, no existen criterios únicos, por el contrario en estos campos aún existe la guerra psicológica donde no existe un Acuerdo de Paz. Necesitamos una Historia que ilustre los eventos con al menos dos versiones opuestas, para que las futuras generaciones entiendan mejor la guerra civil. Quizás la historia no se pronuncie como un juez, pero pueden enriquecer los argumentos con los acontecimientos de esa época, de tal manera que la visión compartida ayudaría a profundizar la verdad en cada etapa.
Pero la Historia al igual que una tradición cultural ha sufrido una (des)información por los bandos en contienda, no solo entre grupos de poder, sino también por instituciones como: la justicia, los sectores conservadores, los partidos políticos etc. que interpretaron estos eventos a su manera, este punto es muy importante debido a que crea una Cultura Oficial que comunica masivamente la visión de las acciones en determinada época.
Un Consejo académico puede dejar abierto el panorama para que las futuras generaciones se pronuncien, de tal forma se construya una historia que documente a la nación.
Cuando algunos sectores del “viejo” ejército se pronuncian por no cambiar la historia eso indica el grado educacional en la formación de estas personas, “la defensa de sus Héroes es incuestionable”, en realidad es más fácil reconstruir el Mural de Catedral que cambiar un esquema psicológico militar, pero este punto de vista es similar a sus opositores, de tal forma que al menos psicológicamente la ciudadanía vive entre dos armas mortales apuntando a su cerebro, el cual puede detonarse en cualquier momento.
Después de veinte años del Acuerdo de Paz entre las partes armadas en el plano material, en el plano psicológico la lucha sigue igual.
Un ejemplo que el conflicto no ha sido desactivado conscientemente son las declaraciones de un militar en retiro y el posterior pronunciamiento público de una institución de la misma naturaleza. La Historia no resolverá el problema cultural, debido a que por generaciones se perfiló una solo versión excluyente, pro-oligárquica, autoritaria y antidemocrática. Ahora al menos tenemos el primer paso en la dirección correcta.