Caralvá
Cada paso de nuestra sociedad hacia la consolidación democrática encierra un profundo modelo educativo, condición que crea en diversos sectores una panorámica de la sociedad posible salvadoreña.
Al menos la democracia significa por el momento: ausencia de dictadura, respeto constitucional, participación de partidos políticos y funcionamiento institucional que consolida la gobernabilidad en sus diversas expresiones..
El elemento constante es la paz social, bajo el nuevo contrato nacional del Acuerdo de Paz de 1992, condición sin precedente en la historia de la Patria.
A partir de esta fecha la nación parece recorrer zonas diversas, con un mosaico de propuestas entre ellas el neoliberalismo, el social capitalismo, el liberalismo progresista, modelos conservadores, el capitalismo asistencial y paternalista etc. en realidad a pesar que las multitudes no conocen muchos conceptos sociológicos, si viven las políticas económicas y las directrices de sus gobiernos, así cada fase de los últimos años ha repercutido en grandes grupos sociales delimitando su vida y sus condiciones familiares, de ahí que los últimos veinte años han constituido un modelo educativo para millones de ciudadanos. ¿Dónde estábamos hace 22 años? ¿Fue posible visualizar nuestra realidad en aquél momento? ¿Qué factor ha cambiado?, esta condición la podemos concretar a nivel familiar o en el entorno de cientos de familias bajo sus manifestaciones visibles, por ejemplo: el nivel de ingresos, integración o desintegración, emigración, movilidad social, justicia o insuficiencia del modelo judicial puesto que no solo el modelo económico o social educa, también la aplicación de la justicia.
¿Es posible que en cada cambio de administración gubernamental volvamos al punto de inicio? ¿o nuestro camino hacia la democracia ha despegado definitivamente hacia nuevos horizontes democráticos?, al menos en los pocos meses de una nueva administración el modelo democrático es el verdadero ganador, con acciones sin precedente como la separación del Poder Ejecutivo del Partido Mayoritario, situación que antes era Poder Ejecutivo igual a Partido en el Gobierno; las alianzas y protocolos legislativos entre partido mayoritario y oposición política, que antes era pacto de partidos minoritarios con mayoría legislativa, esta última acción hace realidad que el primer órgano del Estado posea a partir del 1 de febrero un presidente de izquierda.
Esta es la realidad democrática, el ejercicio de la alternancia de partidos políticos con la naturalidad del funcionamiento institucional.
A pesar que este avance es contundente, aún debemos construir los instrumentos de solidaridad y justicia hacia los grandes sectores populares, sin demagogias.
La democracia debemos construirla todos, bajo un mismo cielo salvadoreño, donde la alternancia política parece exclamar: “Todos los nunca se llegan”.
Aún nos falta mucho camino por recorrer, quizás el concepto debe ser: construir una sociedad democrática justa y que funcione, no obstante para llegar a esa meta necesitaremos que la democracia no se interrumpa al menos en los siguientes 100 años.
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