Caralvá
Existe una feliz coincidencia entre el equinoccio de la Tierra a partir del 21 de marzo de cada año y la llegada del presidente Barack Obama, puesto que parece ser un saludo estelar y humano a la primavera de la democracia salvadoreña con esta visita trascendental.
La luz solar cae por igual en ambos hemisferios y equinoccio viene del latin aequinoctium que significa “noche igual”, de tal manera que el arribo del presidente de los Estados Unidos de América a nuestra nación esta programada para los días 22 y 23 de marzo.
Otro evento memorial acontecerá el 24 de marzo con los homenajes a Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
La historia del siglo XXI nos muestra extraños caminos insospechados hace algunas décadas, pero asistimos a un cambio cultural donde la democracia es posible y el camino hacia el desarrollo de las naciones no tiene banderas ideológicas.
Nuestra nación celebra el cambio extraordinario de la política exterior norteamericana, que otorga con esta visita un reconocimiento a la democracia salvadoreña bajo una administración gubernamental diferente a las últimas dos décadas, pero no porque sea de izquierda, sino porque la nación ha logrado una altura política que consolida la institucionalidad en términos de paz social y alternancia política, condición que significó no menos de 50 años y una guerra civil.
Cuando el presidente Barack Obama visite San Salvador y llegue a Catedral Metropolitana, quizás recuerde a los mártires del siglo XX de aquella otra Abadía de Westminster en Inglaterra, ahí se encuentra la estatua del Monseñor Romero, junto a la Madre Isabel de Rusia, Martín Luther King Jr. y el Pastor Dietrich Bonheffer. Ahí también se encuentra Tomás Becket Arzobispo de Canterbury.
Tomás Becket vivió en 1170 siendo Arzobispo de Canterbury y fue abatido por cuatro caballeros al servicio del rey Enrique II, cuando estaba rezando la oración de la víspera en la catedral, entre las capillas de Santa María y San Benito. El arzobispo al momento de ser rematado, exclamó: “muero gustoso por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia Católica.
Después de leer la vida de ese hombre la imagen de Oscar Arnulfo Romero Arzobispo de San Salvador es un pensamiento obligado puesto que fue asesinado en plena misa por un escuadrón de la muerte. Ellos parecen una misma persona bajo diferentes naciones y una distancia de ocho siglos como si el tiempo no contara.
Cuando el 44 presidente de Estados Unidos de América se encuentre en las calles de la ciudad, en el año que celebramos el bicentenario del primer grito de independencia, la ciudadanía podrá saludar al pueblo norteamericano en la persona de Barack Obama, y podrá abrazar a los ciudadanos norteamericanos que contribuyeron a nuestra realidad posible, que nunca dejaron de apoyar la fraternidad entre pueblos hermanos.
Agradecer el saludo de Estados Unidos a la primavera de la democracia salvadoreña es lo mismo que celebrar la amistad entre nuestras naciones.
www.cesarramirezcaralva.com