El costo de aquella acción ha dejado grandes enseñanzas para todos, tanto dentro o fuera de la nación centroamericana.
Hace un año Honduras vivía en una sociedad dividida, asesinatos de jóvenes hondureños, ruptura constitucional y el acto militar se convertía en el mensaje principal para el resto de América Latina: los golpes del Estado no eran cosas del pasado.
Las generaciones de salvadoreños y latinoamericanos que vivimos aquellos lejanos años setentas y ochentas sabemos perfectamente el significado de los Golpes de Estado y los tristes acontecimientos para grandes sectores de la sociedad; aunque pequeños grupos poderosos aún aplauden tales acciones, la tragedia es inevitable.
A un año de aquella conjunción siniestra contra la democracia, recordemos que las fuerzas golpistas mintieron en todo, establecieron el Estado de Sitio, el ejército patrulló las calles reprimiendo al pueblo y encarceló a sus ciudadanos; sus acciones eslabonaron una larga serie de ilícitos.
Los argumentos divulgados por las fuerzas golpistas se resumían en: “salvar a la patria”, “contener al comunismo internacional”, “ruptura constitucional”, “ilegalidades en el orden institucional” y proclamaron su odio contra los intelectuales que defendían la democracia.
En pleno desarrollo del acontecimiento golpista el repudio internacional fue unánime: desde la ONU hasta la OEA, desde la Unión Europea hasta la Organización de Naciones No Alineados, etc., en pocas ocasiones un evento centroamericano ha logrado unir a tantas organizaciones internacionales, en tan poco tiempo.
También cabe destacar que el clamor de muchas naciones hacia poderosos árbitros internacionales no fue escuchado, tampoco instituciones dentro de la República de Honduras se pronunciaron contra el golpe, estas acciones se constituyeron en un mal mensaje para la posteridad y la democracia… el modelo educativo de un golpe militar es igual al pasado, la democracia en nuestras naciones es débil y las leyes no defienden a los pueblos de las arbitrariedades de los grupos conspiradores que tienen como primera opción el golpe militar, a pesar que pudieron resolver cualquier problema bajo las mismas leyes de la república, optaron por acciones ilegales.
El penoso retorno a la democracia, creó un marco de resistencia popular en todas sus formas al estilo de los años setentas en Latinoamérica, a un año de los acontecimientos aún existen resabios dolorosos de dicho evento.
Después de la tragedia, un nuevo gobierno fue electo bajo el modelo democrático, el pueblo hondureño se pronunció por sus nuevos gobernantes, la reconstrucción del tejido social será un largo proceso entre hermanos hondureños.
La restauración de la democracia en Honduras al menos es una buena noticia para todos, no obstante la enseñanza del Golpe de Estado deja latente el temor de una nueva tragedia en toda América Latina y más aún cuando el Señor Roberto Micheletti se pasea por las calles de San Salvador afirmando que en nuestra nación: “no existen condiciones para un Golpe de Estado”… el demonio con buenos consejos y en misa con sus amigos locales.