La única dirección posible en nuestra nación es hacia la democracia y el fortalecimiento institucional. Estos elementos brutalmente mencionados en todos los niveles sociales, implican diferentes concepciones de izquierda y derecha, porque en El Salvador, nadie se opone a la democracia e institucionalidad, se opondrá quizás a la velocidad de las reformas.
Las nuevas condiciones de nuestra sociedad en post-guerra, nos lleva a enfrentar el agudo desafío del crimen organizado y las asociaciones ilícitas, ante los cuales se necesitan reformas constitucionales para un nuevo contrato social que construya la Paz Social en estos momento de crisis.
No existe una tradición democrática en la nación, existe por el contrario esa memoria del autoritarismo que muchos asocian con desarrollo y seguridad, pero nada más equivocado, el verdadero desastre nacional se forjó en esos amargos años de dictaduras y engaños electorales que desembocaron en la guerra civil por la ruptura constitucional de cada Golpe de Estado y muchas otras arbitrariedades conocidas por el pueblo, pero recién la firma del Acuerdo de Paz, el proceso electoral inicia el camino hacia la democracia en sus diversas manifestaciones que poco a poco construyen la pluralidad política, poco a poco puesto que cada paso en este momento de la nueva administración constituye un precedente hacia el desarrollo social.
La dirección del cambio será en los siguientes años hacia el desarrollo social, si las propuesta emanadas por el Poder Ejecutivo se acompañan de un firme apoyo ciudadano, donde los partidos políticos conjuguen sus voluntades por auténticos beneficios para la población y estas propuestas no signifiquen objetivos populistas o demagógicos, tampoco castillos en el aire donde solo las alfombras mágicas puedan llegar, nuestra realidad es un clima de inseguridad en todos los niveles sociales, este panorama nos golpea tanto como los asesinatos durante los tiempos de la guerra civil.
Nuestra nación es vulnerable ante la delincuencia, por esta razón como en otros tiempos la ciudadanía debe organizarse en torno a instituciones de alta credibilidad, condición que requiere de un nuevo modelo de contrato social para permitir las reformas constitucionales necesarias, reformas que permitan la intervención de las instituciones en defensa de la ciudadanía honrada e impida el amparo de los delincuentes en leyes obsoletas y decadentes que solo defiende la impunidad de los agresores. ¿Qué se espera para reformar la constitución? ¿Qué cantidad de asesinatos es necesaria para conmover a las estructuras que impiden las reformas que faciliten el control de la violencia de las asociaciones ilícitas?.
La dirección del cambio en seguridad, requiere de un acuerdo de nación con nuevos paradigmas, cambios en la concepción: económica, social, política y cultural que identifiquen este período bajo la bandera de la Defensa Nacional contra la delincuencia, por esta razón son urgentes las reformas constitucionales.
La ciudadanía requiere de Justicia Social, puesto que cada ciudadano honrado asesinado deja esa profunda huella de dolor y ausencia de derecho que fragmenta a la familia salvadoreña, condición que por el momento padecemos sin distinción de clases sociales.
Por estas razones en democracia y con el resguardo de nuestras instituciones es coherente solicitar a la clase política las reformas constitucionales necesarias para construir La Paz Social propiciando una nueva relación ciudadana en la sociedad salvadoreña…
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